La incorporación de investigadores al principal instituto estatal de ciencia que tiene la Argentina, el Conicet, se volvió a reducir, tal como ocurre desde 2016. De los 2.595 doctores que se postularon para hacer ciencia básica o desarrollos tecnológicos en el país fueron seleccionados 450. Son un 25% menos que en 2017 y la mitad de los que se habían sumado en 2015. ¿Cuáles son las razones? ¿Por qué se toma un rumbo que va a contramano de lo que hace la mayoría de los países desarrollados?
Cómo evolucionó el ingreso de científicos. Este gráfico muestra cómo cae abruptamente la contratación de investigadores en el Conicet, la mejor institución científica gubernamental de América Latina, según el ranking SCImago, un organismo que estudia el desarrollo de las instituciones de investigación en el mundo. Desciende a cifras de diez años atrás.
Por qué podemos decir que son "pocos" ingresos. Principalmente porque son menos que los ingresos que la anterior gestión y el actual Gobierno habían previsto de acuerdo a lo que entendían que era un buen proyecto de desarrollo científico y tecnológico para el país.
El plan Argentina Innovadora 2020, impulsado durante la presidencia de Cristina Kirchner y con Lino Barañao como ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, hablaba de incrementar los ingresos en un 10% cada año. Si esa proyección se hubiese cumplido, de los postulantes de 2018 deberían haber ingresado 1.251.
El mismo Barañao, ya como funcionario del área en la gestión actual de Cambiemos, comprometió 600 ingresos en 2017, un número que ahora no pudo sostener y redujo a 450.
Una primera consecuencia de esta situación es que en 2017 y 2018 bajaron significativamente los científicos que decidieron volver a trabajar en el país: de 81 en 2016, se redujeron a 17 y 32 los años siguientes, según reveló el sitio Chequeado en un informe reciente. Lo que nadie reveló todavía es cuántos investigadores se fueron del país en los últimos tres años como consecuencia de la reducción de cupos para entrar al Conicet.
Cuántos científicos tiene la Argentina en relación al mundo. En los últimos 10 años se duplicó la cantidad de investigadores en el Conicet. De los 5.057 que había en 2007 se pasó a 10.255. Con los ingresos de 2018, pero descontadas las jubilaciones y las renuncias, seguramente se superarán los 10.500.
También hay investigadores en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), la Comisión Nacional de Energía Atómica (CONEA) y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, cuatro organismos del Estado que de todos modos también sufren recortes en sus presupuestos, tal como lo contamos en RED/ACCIÓN.
A todos ellos, hay que sumarle los investigadores que trabajan en el sector privado.
Sin embargo, si se analiza la cantidad de científicos en proporción a la población, la Argentina está rezaga en relación de los países desarrollados. Tiene 1.202 investigadores por cada millón de habitantes, lo que la ubica en el puesto 42 a nivel global, según datos del Instituto de Estadística de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura de la UNESCO.
Está muy lejos de los 8.250 que tiene Israel, los 7.311 de Dinamarca o los 7.011 de Finlandia, los tres países que lideran el ranking. También está por debajo de la franja que va de los 2.500 a 5.000 investigadores cada millón de habitantes que predomina en casi toda Europa.
Sin embargo, en Sudamérica, la Argentina es el país que más investigadores tiene. Lo sigue Brasil, con 881 investigadores cada un millón de habitantes, y Uruguay, con 667.
Cuáles son los argumentos del Gobierno. En una entrevista que le dio el domingo pasado al diario Clarín, Barañao, actual Secretario de Ciencia y Tecnología, reconoció que su área está afectada por la crisis económica y la decisión gubernamental de ajustar las cuentas públicas para bajar el déficit fiscal.
"Tratamos de minimizar el impacto negativo que tiene una crisis económica de esta magnitud inesperada. Yo personalmente no creía que la situación iba a ser tan difícil", reconoció Barañao y señaló haber "fijado algunas prioridades..., como mantener ingresos a la carrera de investigador". Y destacó que mientras la decisión presidencial es que en los ministerio no se creen nuevos puestos de trabajo, en su secretaría han "privilegiado los ingresos a la carrera de investigador", más allá de que son menos que en los años anteriores.
Por qué es importante que se invierta en ciencia. La investigación es clave para el desarrollo de un país.
- Los grupos de investigación, innovación y desarrollo tecnológico impulsan el desarrollo y crecimiento de los diversos sectores de la sociedad mediante el acceso al conocimiento y la experiencia.
- Esa “transferencia” de habilidades y técnicas ayuda a evolucionar tanto al sector productivo de un país como a la sociedad, ya que hay investigaciones de orientación social.
- En la práctica, la inversión en investigación puede desencadenar la creación de vacunas, el desarrollo de nuevas semillas, el diseño de satélites o la fabricación de reactores. Todas esas innovaciones pueden leerse en las "novedades" que comunica el Conicet.
"Si no apostamos al conocimiento, como país seremos el mercado del desarrollo de los demás", advirtió Luis Baraldo, vicedecano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA e investigador del Conicet.
"Que tengamos 2.100 personas formadas y preparadas para hacer investigación habla muy bien de nuestro sistema de formación. Sin embargo, en lugar de discutir cómo transformamos esa oportunidad en una solución para nuestros problemas, estamos discutiendo algo que creíamos ya superado y que es si financiamos o no la investigación", afirmó Baraldo.
Por qué las empresas invierten poco en investigación. Más allá del ajuste actual, la Argentina tiene una buena cantidad de investigadores y sobre todo un gran número de personas formadas y con intención de hacer investigación. Sin embargo, cuando el Estado no les garantiza ese espacio en el Conicet o en las universidades nacionales, por ejemplo, muchos deben irse al extranjero porque las empresas no aparecen como un sector dispuesto a reclutar esos recursos humanos e invertir en investigación.
Mientras en Israel el 85% de la inversión en investigación y desarrollo la hace el sector privado, en la Argentina apenas llega al 18%, tal como lo exponen los datos de UNESCO.
"En gran medida, eso ocurre porque el clima en esos países es propicio para que el sector privado invierta en investigación. El principal incentivo para las empresas es que esos países tienen como plan estratégico el desarrollo científico y tecnológico", consideró Baraldo.