Iniciativas para hacerle frente a la desocupación- RED/ACCIÓN

Iniciativas para hacerle frente a la desocupación

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA
Iniciativas para hacerle frente a la desocupación

Ilustración: Pablo Domrose

La crisis económica está empujando a mucha gente al abismo. Como consecuencia de la pérdida del trabajo, un sector de la población que supo tener trabajo estable, se queda sin techo y durmiendo en la calle. Según datos del Indec, en Argentina la desocupación alcanzó el 9,1% a fines de 2018, la más alta en doce años para ese mismo período, con casi 1,2 millones de personas desempleadas. Ante las dificultades para la reinserción laboral, organizaciones como la Fundación Cultura del Trabajo y Gestiones Solidarias, sumadas a un programa del Gobierno de la Ciudad, surgen como un salvavidas en este contexto.

"Queremos una realidad mejor", sostiene Alexandra Carballo, una de las directoras de Cultura del Trabajo, que cuenta con 1200 personas en su base de datos. "Una parte de la desocupación, que puede llegar a ser de un punto más, se explica por el desaliento laboral", profundiza Eugenia Scofienza, su socia. Los que sufren este desaliento son aquellas personas que no buscan trabajo porque piensan que no van a encontrarlo.

"Hacemos foco en aquellos que no tienen oportunidades laborales", dice Jorge Borge, fundador de Gestiones Solidarias. "Quedarse sin empleo es socavar la dignidad de una personas", sostiene el hombre que fundó esta SRL hace siete años, y que emplea a 80 personas actualmente.

La ciudad de Buenos Aires también cuenta con su propio programa de empleo: el PAES (Programa Apoyo a Emprendedores Sociales,) donde se brindan cursos de capacitación laboral, con apoyo y acompañamiento para la inclusión de las personas en situación de vulnerabilidad y con problemáticas de empleo.

Pequeñas historias de superación

Rocío tuvo una pareja violenta, que la amenazaba de muerte. Un día, juntó coraje y se escapó con sus dos hijas pequeñas. Peregrinó por casas de distintos familiares, pero el hombre la seguía hostigando. Entonces, se refugió en un hogar de seguridad para víctimas de violencia de género, donde lleva casi un año. Trabajó muchos años en el supermercado Carrefour, primero en el área de limpieza y luego en el sector de panadería, hasta que, al volver de la última licencia -las pedía por los golpes de su ex pareja- la echaron.

En el hogar le recomendaron ir a Cáritas, donde Cultura de Trabajo estaba entrevistando gente para dar oportunidades laborales. "Me acerqué, pero estaba muy nerviosa. Fue difícil salir, iba con miedo. Pero me atendieron muy bien, llenamos un currículum y les conté mi historia". Poco después la llamaron para dos entrevistas, que no se concretarían.  En una tercera oportunidad, Rocío consiguió un trabajo en tareas de limpieza en Scania, la marca sueca de camiones.

Daniel Massa está pintando en la remodelación de la sede de Cultura de Trabajo. Tiene 43 años y trabajó por dieciocho en el área de sistema del Gobierno Nacional. Tuvo que viajar a España con su hijo, por un problema personal, la estadía se complicó, duró mas de la cuenta, y al volver perdió la licencia laboral. Así, terminó en una pensión con su hijo de cinco años, pero no les alcanzaba para comer. Hasta que apareció Cultura de Trabajo. "'Vos tenes que salir', me dijeron. Yo tenía experiencia, soy pintor, y hago terrazas hace veinte años. Acá me cambiaron el chip, venía sin rumbo y me dieron el empujoncito". Daniel tardó solo quince días en conseguir la primera changa. "Desde ese momento, siempre tuve el trabajo que necesitaba. Ahora alquilo, y me estoy haciendo mi casa”, relata.

Carlos Gomez y Mayra Juarez tienen dos hijos. Él es albañil y maestro mayor de obras. Llevaban una vida cómoda hasta que Carlos perdió el empleo en 2016. "Trabajaba en obras muy grandes, pero la construcción se frenó. Ya no alcanzaba para pagar el alquiler ni la luz, que subió una fortuna. Estábamos muy endeudados", recuerda Mayra. Tuvieron que dejar su hogar y comenzó el periplo por casas de familiares, amigos y finalmente en paradores. "Estuvimos ocho meses en situación de calle. Fue muy complicado".

En el parador, Mayra se topó con Cultura de Trabajo, y acercó su curriculum y el de Carlos. A los cinco días lo llamaron a Carlos: había un trabajo temporario de carga y descarga para Event Live, la empresa que organiza el Iron Man.  "Desde Cultura de Trabajo lo llamaron para asegurarse de que lo hayan tratado bien, que le hayan pagado lo acordado. Estuvieron en todos los detalles". Carlos sigue trabajando en la empresa, y pasó de ganar novecientos pesos a dos mil la jornada. La familia pudo volver a alquilar y el empleador los ayudó con ropa y muebles. "Se abrieron puertas de trabajo impresionantes”.

De una tesis a una Fundación

Cultura de Trabajo comenzó como parte de una tesis de doctorado de Eugenia Sconfienza, alma máter del proyecto junto a Carballo, ambas politólogas. Corría el año 2010 y como parte del estudio preguntaban a las personas en situación socio habitacional vulnerable cuáles eran sus grandes problemas. "Todos hablaban del trabajo -recuerda Carballo- . Ninguno mencionaba el hogar, la comida, o la inseguridad. Era gente muy capacitada, con trayectoria y experiencia laboral, que por diversas razones terminaban en esta situación"

Hoy en día, las directoras y los voluntarios de la Fundación replican aquellas recorridas por paradores y centros asistenciales de la ciudad de Buenos Aires, capitalizando aquel proyecto universitario en una experiencia pragmática: hacen entrevistas detalladas, relevan experiencias laborales previas y finalmente suben estos datos a una base donde se cruzan con los potenciales empleadores.

En definitiva, funcionan como una consultora de trabajo. De todas formas, prefieren redactar una presentación que da cuenta de los hobbys, experiencia, referencias de las personas antes que el clásico currículum. Y hacen un seguimiento personalizado después de haber conseguido el empleo.

La Fundación comenzó a funcionar en 2015 bajo el ala de otra ONG, hasta que en 2017 consiguieron la personería jurídica, y un financiamiento del Ministerio de Desarrollo de Nación. El año pasado, consiguieron fondos de Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad, y cuentan con pequeños aportes individuales y unas pocas empresas. Se las arreglaron en un monoambiente hasta que se mudaron, en diciembre, a un PH en Flores, que está en plena refacción. Aquí podrán brindar los talleres de capacitación e inserción laboral, tendrán una ducha para que los aspirantes a un empleo puedan darse un baño antes de la entrevista, y un vestidor con indumentaria para aquellos que no tengan ropa adecuada. Y si no tienen dinero para el transporte, también los ayudan. "Muchas veces, no llegan a la entrevista porque no tienen dinero, o ropa, o un celular de contacto", explica Carballo.

Escuela de valores

Gestiones Solidarias nació como una empresa social de servicios de limpieza, con el objetivo de generar empleos para los sectores mas vulnerables. Al principio, ellos se acercaban a personas que veían en la calle, les dejaban una tarjeta y entablaban un  diálogo para conocerlas. Luego comenzaron a contactar gente a través de fundaciones, ong's y asociaciones civiles. "Ahi ya conocen a las personas que necesitan una mano, les hacen un seguimiento, les dan algún tipo de ayuda asistencial, pero les falta siempre el paso siguiente, que es que tengan la posibilidad de un trabajo", señala Borge.

Escuela de valores

A lo largo de los años, dice, fueron aprendiendo de las relaciones con las distintas organizaciones. "En estos siete años, nos dimos cuenta de que faltaba algo más, porque hay personas a las que les dimos la posibilidad de trabajar y no podían mantener el empleo- agrega Marcelo Castelli, socio de Borge -. Faltaba algo más profundo. Entonces, creamos una capacitación: la Escuela de Valores y Empleo. Buscamos que la persona se haga cargo de la situación en la que está,  y analice que fue lo que lo llevó a estar en esta situación, que tome conciencia de dónde está parado, qué posibilidades tiene de hacer más, siempre con nuestro acompañamiento. Se ve el manejo de las emociones, el tema de los prejuicios, las creencias, habilidades blandas".

Son entre 4 y 6 encuentros semanales, de dos horas de duración cada uno. Las empresas que los contratan llegan a través de la gestión comercial y, sobre todo, por recomendación de otras empresas. "Somos la única empresa argentina de limpieza con certificado B", destaca Borge. El certificado es internacional, y se lo otorgan a las empresas que trabajan con el triple impacto: social, económico, y ambiental.

Castelli destaca que trabajan con un modelo de inclusión socio laboral. "Si queremos empoderar a la persona y que se desvincule del asistencialismo, acá el esfuerzo está desde el primer momento, con nuestro  acompañamiento. Entran en una SRL como cualquiera, trabajan en blanco, tienen su caja navideña, son cosas que los valorizan. La idea es que seamos un puente, que no esten de por vida con nosotros, que se acomoden en diferentes aspectos y logren el paso a un trabajo mejor. Y mientras tanto, con su buen desempeño, van a generar que otra personas tengan la posibilidad de trabajar".