“Le sacan el trabajo a los argentinos”. “Colapsan los hospitales y producen un gasto excesivo porque ocupan vacantes en escuelas y universidades”. Esas ideas, y otras peores, como decir que contribuyen a aumentar el delito, persiguen a los inmigrantes. Son imágenes que aparecen en discursos de funcionarios y políticos que promueven volver más restrictivas algunas políticas migratorias. Y en un sector de la sociedad esas figuras se convierten en certezas que llevan a estigmatizar al inmigrante.
¿Es cierto que los inmigrantes son un costo para el país? La evidencia demuestra que no sólo es mentira, sino que ocurre lo contrario. Y no es una apreciación, sino un análisis económico probado. “En años recientes, los inmigrantes pagaron más en impuestos de lo que generaron en gastos gubernamentales”. A ese conclusión llegó la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en un estudio que realizó en la Argentina. Aquí, el detalle de cómo contribuyen al desarrollo del país los 2,1 millones de extranjeros que viven en la Argentina.
El caso de Isidro Caballero y su familia es una gran metáfora. Su papá llegó a la Argentina en los ‘80 desde Caaguazú, Paraguay, para trabajar en la construcción. Después vinieron dos tíos. Él llegó en 2011. Trabajan para arquitectos que hacen casas en Nordelta, Pilar y Ezeiza: “Llevamos levantadas 100 casas”.
Isidro vive en José C. Paz, y como monotributista paga $ 5.500 por mes. Lo que gana es para mantener a la familia, comprar comida y ropa. Por casi todo lo que compra, paga un 21% de IVA. “Tengo todo los impuestos al día y doy trabajo, porque conmigo trabajan ocho personas”, cuenta. Pero hay algo que le pasó más de una vez, le cuesta entender y, sobre todo, le duele: “Cuando ven que soy paraguayo y ando en una camioneta grande, la que uso para trabajar, insinúan que no la pagué trabajando”.
La paraguaya es la comunidad más numerosa del país y la económicamente más activa y representativa dentro de la de los extranjeros que viven en argentina. Ya en 2010, último censo, eran 550.000 los paraguayos en el país. Miles de ellos son los que, ladrillo sobre ladrillo, levantan casas, edificios y, podría decirse, barrios enteros.
Más allá de la nacionalidad, la OCDE y la OIT calculan que entre todos los inmigrantes generan alrededor del 4,1% del PBI. Es un dato contundente. Sobre todo si se tiene en cuenta que los extranjeros representan el 4,6% de la población.
Eso no es todo. Hay una explicación, que cita el informe, que ayuda a entender por qué el aporte al PBI no llega a ser igual o superior a la proporción de extranjeros dentro del país: “Los inmigrantes trabajan más a menudo en sectores donde el promedio del valor agregado por trabajador es menor y en algunos casos ganan menos que los trabajadores autóctonos”.
Casi 6 de cada 10 inmigrantes trabajan en la construcción, tareas domésticas, industrias y en el sector de ventas y reparación de vehículos.
“Lo que ocurre con los inmigrantes es muy claro: vienen esencialmente a trabajar. En la mayoría de los casos por razones forzadas, porque no tienen oportunidades en su país o porque su país está en crisis, como ahora Venezuela. Eso los hace más productivos”, remarca desde Lima, Perú, Guillermo Dema, especialista regional en Migración Laboral de la OIT.
Tampoco son especulaciones. Lo ratifican los datos. Los inmigrantes, de todas las nacionalidades, tienen mayor nivel de ocupación que los argentinos. Y si se toma sólo a la población de inmigrantes sudamericanos, que son cerca el 80% del total, la ocupación llega al 65% contra el 59% de los argentinos, según un informe del la Subsecretaría de Políticas, Estadísticas y Estudios Laborales de la Nación.
Más allá de esa relación, hay una conclusión que ayuda a derribar uno de los peores mitos: que los extranjeros ocupan los puestos que podrían tomar los argentinos. El estudio de la OCDE y la OIT aclara que al analizar datos oficiales del Indec “no parece que los índices de empleo y los ingresos de los nacidos en el país sean más bajo en los grupos de competencia con gran proporción de personas nacidas en el exterior, que en los grupos con pocas de estas personas”.
Desde México, Sarah Kups y Hyeshin Park, dos de los especialistas de la OCDE que trabajaron en el informe, intentan explicar entonces por qué se construye la idea de que el ingreso de extranjeros debilita el empleo con mano de obra local, una presunción que sostiene el 22,8% de la población argentina, según la Encuesta Diagnóstica sobre la Situación de la Inmigración en Argentina que en 2015 hizo la Dirección Nacional de Migraciones.
“Aunque no hay efecto negativo de la inmigración sobre el mercado laboral en Argentina en promedio, es posible que en algunos sectores, ocupaciones o regiones, sí existen efectos negativos y es quizás más fácil identificar casos negativos que positivos”, señalan los especialistas. Es decir: las excepciones crean la idea equivocada de que el impacto general es negativo.
La contribución fiscal es positiva
Jazmín Malagon es colombiana y tiene 30 años. Llegó al país en marzo de 2017. Desde entonces no sólo no es un carga para el fisco argentino sino que ayuda a sostener las cuentas públicas. A un argentino, le alquila un monoambiente por $ 10.000. Por la maestría que hace en una universidad, desembolsa $ 5.500 de cuota. De comida, gasta todos los meses $ 6.000. Y de luz, gas y otros servicios, tiene otros $ 3.000.
Jazmín es profesora de ciencias sociales pero no pudo homologar su título y trabaja en un call center. Hasta ahora, nunca tuvo que ir a un hospital público. “Vine a trabajar y a estudiar. Lo estoy consiguiendo. Pero sólo por ser colombiana a veces tengo que escuchar que me digan que le vengo a sacar un lugar de estudio o trabajo a los argentinos. Me dan a entender que soy un gasto para la Argentina” dice, herida.
Pero es otro mito. En la mayoría de los casos, la contribución económica de la inmigración en Argentina es neutra o positiva.
“La suma de los pagos de impuestos de los inmigrantes menos el cálculo de gastos que el gobierno realizó en ellos es igual a su actual contribución fiscal neta”, dice el estudio de la OCDE y la OIT.
Y eso no es todo. El estudio remarca que descontado los gastos que le generan al estado, los inmigrantes pueden llegar a alcanzar una contribución fiscal neta positiva de $ 2.301 por persona a valores de 2013. Si esa cifra se actualiza con la inflación del Índice de Precios al Consumidor de la Ciudad de Buenos Aires, hoy serían $ 13.197.
“En los demás países, en general, ocurre lo mismo. Es un fenómeno generalizado. Pasa con los mexicanos en Estados Unidos, y pasa, por su puesto, en la Argentina”, señala Lelio Marmora, director del Instituto de Políticas de Migraciones y Asilo de la Universidad de Tres de Febrero.
Marmora aclara que el estudio es de julio del año pasado y no contempla el impacto, por ejemplo, del ingreso de venezolanos: “La formación de quienes están ingresando al país es en promedio superior a la media que tienen los argentinos. Ocurre lo mismo con los peruanos. Y sucede cuando a nivel mundial sabemos que el peso que tendrá el conocimiento como herramienta de crecimiento será determinante”.
El sociólogo agrega un ejemplo: “De los venezolanos que llegaron al país, 14.000 son ingenieros. Y por lo menos 1.000 están especializados en petróleo. Muchos de ellos ya trabajan en Vaca Muerta. Y todo esto ocurre mientras Argentina tiene un déficit de ingenieros y apenas forma 54 ingenieros en petróleo por año”.
Son sólo el 4% de los pacientes de los hospitales
Más allá de los discursos políticos, como los de Francia, Italia o la Argentina, donde se habla de endurecer las políticas migratorias, Marmora expone planes de tres países que reconocen el aporte de la inmigración, sobre todo en el contexto de una población que envejece como consecuencia de la baja tasa de natalidad: “Canadá pretende sumar 1 millón de inmigrantes en tres años; Alemania unos 240.000 por año; y Japón, un país bastante cerrado a la inmigración, habla de sumar 300 mil extranjeros en 5 años”.
La idea de establecer restricciones o aranceles especiales para los extranjeros que se atienden en el sistema público de salud también es una idea que empieza a tener cabida en varias provincias, como por ejemplo en Jujuy. ¿El argumento? Las prestaciones médicas a extranjeros implican un desembolso mayor de recursos.
Sin embargo, tomando todo el país, también es un dato por lo menos exagerado. Así lo expone un informe de la OIT: “Si bien casi 6 de cada 10 migrantes sudamericanos, sobre todo aquellos arribados durante los últimos 20 años, dispone y utiliza solamente la cobertura para la atención de la salud que brindan los hospitales públicos y centros de salud primaria… dada la escasa prevalencia de la población migrante sudamericana sobre la población total... sólo alrededor de un 4% de quienes acudieron a ser atendidos corresponde a miembros de la población migrante sudamericana”.
La cantidad de presos extranjeros no crece desde 2005
Que las migraciones, principalmente las que vienen de países sudamericanos, contribuyen a un aumento del delito es uno de los argumentos que se usó recientemente para buscar acelerar el proceso de expulsión de extranjeros que hayan cometido delitos. Por su parte, la gobernación de Chubut pretende que quienes tengan antecedentes directamente no puedan entrar a la provincia.
Sin embargo, la proporción de extranjeros detenidos en las cárceles argentinas es del 6%, una relación que se mantiene sin variantes desde hace 13 años. Además, y a modo de ejemplo, la tasa de presos argentinos en España es un 159% más alta que la de extranjeros presos en la Argentina.
Querés saber más sobre los inmigrantes y el delito en la Argentina
“Lo inmigrantes venimos a trabajar. Yo vine hace 26 años de Perú. Soy docente y hace 13 años que trabajo en el INADI. La ley de migración permitió regularizar la residencia de muchísimos extranjeros, que es el paso previo para poder tener un trabajo en blanco”, asegura Lourdes Rivanadeyra, coordinadora de la Comisión de Trabajadores Migrantes de la CTA.
El empleo en negro es justamente una de los principales problemas que enfrentan los inmigrantes sudamericanos: el 50,4% trabaja en esas condiciones y cobra un 19,4% menos que los nativos.
Así fueron los primeros años de Isidro Caballero cuando vino de Paraguay. Pero ahora es monotributista, se define contratista de obra y asegura que los años de experiencia en el rubro le permiten hacer una casa íntegramente: “Hago el hormigonado, la albañilería, la plomería y la electricidad. Todo. Si un argentino o quien fuera quiere que le haga su casa, yo puedo hacerme cargo y entregársela llave en mano”.
La OCDE y la OIT coinciden en que la ley de migraciones argentina, aprobada en 2004, fortaleció las políticas de inmigración al contribuir a regularizar trabajadores indocumentados, garantizar la igualdad de derechos y promover su integración. De hecho, el informe considera que las políticas migratorias vigentes en nuestro país son “relativamente ejemplares”.