Venezuela, un destino atractivo para migrantes hasta hace pocos años, ha pasado a ser una fuente de emigración masiva. Según el censo de 1981, el 7,4 por ciento de la población venezolana había nacido fuera del país en esa fecha. Esta proporción se había reducido hasta un 4,2 por ciento en 2011.
En junio de 2024, la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V) informa que alrededor de 7,7 millones de venezolanos dejaron el país. Con más del 20 por ciento de la población viviendo en el extranjero, el éxodo venezolano representa el mayor desplazamiento de personas en la historia de América Latina, comparable en magnitud a la crisis de 2015 en Siria.
En lo inmediato, un estimado de cinco millones de venezolanos mayores de 18 años, edad mínima legal para ejercer el derecho al voto, vive fuera del país. Estos emigrantes representan el 72 por ciento del total de la diáspora venezolana y un cuarto del total de los venezolanos en edad de votar en 2024.
Sin embargo, tan solo 6 528 pudieron registrarse como electores ante las sedes consulares en sus países de residencia actual. Sumado al padrón electoral anterior, actualizado en 2018, solo 69 211 de los nacidos en Venezuela viviendo en el exterior (1,4 por ciento) podrá ejercer su derecho al voto en las elecciones presidenciales del próximo domingo 28 de julio.
De migración de baja intensidad a éxodo masivo
Al inicio, la emigración era de baja intensidad, predominantemente compuesta por individuos de clase media, empresarios, estudiantes y descendientes de inmigrantes que buscaban oportunidades en Estados Unidos y Europa. No obstante, a medida que el crimen, la hiperinflación y la escasez de alimentos plagaron el país, la migración se convirtió en un éxodo masivo hacia naciones latinoamericanas.
Globalmente, los migrantes representan una muestra no aleatoria de la población en términos de características demográficas y socioeconómicas, pues ciertos perfiles de edad y género son más proclives a migrar que otros. Los hombres, por ejemplo, son más propensos a migrar como trabajadores temporales, mientras que una alta proporción de mujeres es observada en migraciones impulsadas por crisis agudas.
Los costos y beneficios de la migración también varían para cada individuo a medida que una crisis se va desarrollando. Es por ello que la composición demográfica de una diáspora en un momento dado depende tanto de la heterogeneidad de los perfiles demográficos de sus olas migratorias, como de la duración del fenómeno en el tiempo.
Evolución de los flujos migratorios desde Venezuela
Mi más reciente investigación muestra como la demografía de los flujos migratorios desde Venezuela se han modificado a lo largo de la crisis. Tres momentos clave parecen delinear las transiciones más dramáticas en la composición de los flujos emigratorios de la última década:
- El inicio de la crisis en el año 2014, cuando el perfil histórico de los flujos de mano de obra altamente calificada cambia hacia la migración familiar. La diáspora venezolana pasa de 800 000 connacionales viviendo en el exterior en 2014 a 3,4 millones en 2018. De estos 2,6 millones de emigrantes adicionales, alrededor del 30 por ciento eran menores de 15 años, y por cada cien mujeres emigrando se contabilizaron 102 hombres. Familias enteras, a menudo binacionales, y hombres jóvenes en búsqueda de destinos cercanos caracterizan los flujos de estos años.
- En el periodo más álgido de la crisis, entre el año 2019 y 2020, se produce el éxodo de población. En ese tiempo, 2,1 millones de venezolanos abandonan el país. Apenas 94 hombres por cada 100 mujeres emigraron, mientras que los adultos entre 20 y 45 años representaron el 54 por ciento del total de la población saliendo del país. El perfil más distintivo de esta ola migratoria es el de las mujeres jóvenes viajando fuera del contexto familiar.
- La pandemia de covid-19 marca el proceso migratorio desde el año 2021. Los adultos mayores de 55 años cobran cada vez más peso dentro del total de emigrantes. Aunque en menor volumen, los venezolanos continúan saliendo del país, particularmente las mujeres, esta vez impulsados por la reunificación familiar y el redireccionamiento de sus destinos finales, desde el sur hacia el norte del continente americano.
Hoy en día, el 56,7 por ciento de los nacidos en Venezuela viviendo en el extranjero tiene entre 20 y 45 años, el 24,2 por ciento es menor de 15 años y el 19,1 por ciento restante tiene 46 o más años. Del total de esta población, el 48,6 por ciento son hombres y el 51,4 por ciento mujeres.
Cambios demográficos inducidos por la migración
Es poco probable que en los años futuros la emigración alcance la misma magnitud antes observada, independientemente de si las condiciones de vida del país mejoran o continúan deteriorándose. Esto se debe a los cambios que la misma ha causado en la composición de la población que permanece en el país.
El cambio inducido por la migración da como resultado una pérdida del 18 por ciento de la población en edad económicamente activa (entre 15 y 64 años), y del 20 por ciento de las mujeres en edad reproductiva (entre 15 y 49 años). Lo que se traduce en el aumento del peso que el grupo en edades económicamente dependientes (menores de 15 años y mayores de 65) tiene sobre el total de la población.
De hecho, la proporción de la población adulta mayor (65 años o más) es 10 por ciento más grande a lo esperado si la migración masiva no hubiese ocurrido, acelerando así el proceso de envejecimiento poblacional del país. Por su parte, la salida masiva de mujeres en edad reproductiva ha ocasionado un déficit acumulado de nacimientos desde el 2014 que sobrepasa los 500 mil, equivalente a un año sin que ningún niño hubiese nacido en el país.
¿Es posible el retorno masivo?
Sin posibilidades de cambios reales en el país, una ola de migración de retorno resulta quimérica. De hecho, a pesar de las incipientes mejoras en la economía del país en los ultimos dos años y de los estragos económicos causados por la pandemia de covid-19 en los países receptores de emigrantes, el retorno a Venezuela ha sido insignificante. Tan solo un seis por ciento de los hogares con migrantes declarados en la Encuesta de Condiciones de Vida en Venezuela (ENCOVI) informaron de su regreso.
Estudios de migración en el mundo apuntan a que el retorno de emigrantes está muy relacionado con sus características demográficas: los jóvenes son más propensos a permanecer en el país de acogida que los adultos mayores y las mujeres tienen menos probabilidades de regresar que los hombres.
Dado que las recientes salidas de Venezuela están formadas principalmente por adultos jóvenes, en particular mujeres, es improbable que se produzca una migración de retorno masivo en los próximos años.
A las características demográficas se suma la falta de confianza en las instituciones nacionales actuales y el tiempo de residencia en los destinos desde la emigración, que actúan en detrimento de un retorno masivo al país de origen.
Las repercusiones de la emigración van más allá de la simple reducción de la población. La alta concentración de adultos jóvenes emigrando plantea una seria amenaza para la funcionalidad actual y futura del mercado laboral, la natalidad, el envejecimiento poblacional y el sistema de cuidados de los hogares en Venezuela, entre otras dimensiones afectadas por el cambio. Incluso si la emigración cesara por completo en los años siguientes, sus efectos persistirán.
Indudablemente, el próximo desenlace electoral influirá en la magnitud de los flujos migratorios futuros desde Venezuela, así como en el posible retorno de su diáspora. Pero la migración también tendrá un efecto causal sobre lo que ocurra en las urnas. A pesar de la importancia de esta elección, el 98,6 por ciento de los emigrantes nacidos en Venezuela con edad legal para votar, es decir 4.930.789 potenciales electores, no podrán ejercer su derecho al sufragio.
Jenny Garcia, PhD in Demography, Ined (Institut national d'études démographiques)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.