El liderazgo de Scaloni - RED/ACCIÓN

El liderazgo de Scaloni

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Los títulos que consiguió la Selección Nacional en los últimos años ponen de manifiesto que el estilo disruptivo de liderazgo de Lionel Scaloni, si se aplicara a otras organizaciones, podría traer enormes beneficios.

El liderazgo de Scaloni

Intervención: Marisol Echarri.

¡Buenos días! Los títulos que consiguió la Selección Nacional en los últimos años ponen de manifiesto que el estilo disruptivo de liderazgo de Lionel Scaloni, si se aplicara a otras organizaciones, podría traer enormes beneficios.

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Intervención: Marisol Echarri.

Liderazgo. No es solo un tema de títulos, de copas levantadas o de rachas de invictos. Acá hay algo más. Lo que está sucediendo tampoco se explica por la inverosímil combinación de astros —casi imposible de repetir en otro momento de la historia— en el que justo coinciden en tiempo y lugar el mejor de los mejores y un grupo de compañeros talentosos que se divierten jugando juntos, a la vez que dejan la vida en cada partido. Es inusual que, para colmo, si alguna vez fallan, todavía les quede el recurso de un arquero de cualidades épicas como última carta. Ya está dicho: nada de eso es normal.

Tan raro es todo esto que hasta se creó una marca nueva para describirlo: Scaloneta. El periodista Rodolfo Cingolani jura que es invento suyo. Puede ser. De lo que hay certeza es que fue tendencia en Twitter justo después de la goleada a Ecuador en cuartos de final de la Copa América 2021: se multiplicaron los memes de “todos subidos a la Scaloneta” con imágenes del DT al volante de un colectivo. Scaloni dijo alguna vez que lo pone incómodo tanto protagonismo pero que no puede hacer mucho para neutralizarlo: “Sólo agradecer el cariño de la gente para con la Selección”.

Un fenómeno así no podría tener una explicación única. Las hay psicológicas, deportivas, sociológicas y hasta esotéricas. Y hay también una palabra que puede explicar mucho: liderazgo. Y algunas claves de su estilo particular de conducción aplican a todo tipo de organizaciones:

  • ·   Humildad. Las etimologías a veces ilustran: humildad viene de humus, tierra en latín. El humilde, paradójicamente, pisa firme porque tiene los pies en la tierra. No lo marean las alturas. Scaloni aceptó el fierro caliente de dirigir interinamente la Selección porque no había otro, porque no tenía nada que perder y porque pensaba que podía hacer un papel digno (al menos en un par de partidos). El orgullo o el miedo al fracaso, que suelen ir unidos, habrían aconsejado ni siquiera intentarlo. Humus.
  • Ambición. Ya que estamos con los latines, “Pedes in terra ad sidera visus” reza un viejo adagio que, dicen, se remonta al Código de Hammurabi. Con los pies en la tierra y la mirada en las estrellas. Animarse a cosas grandes no contradice la humildad: si hay quienes, con trabajo y constancia, lograron cosas grandes… ¿por qué no nosotros? No es magia, no es suerte, es trabajo. Los líderes que no muestran las estrellas no entusiasman. “Quiero ganar la tercera, quiero ser campeón mundial”, coreaba el equipo. Y así le fue.
  • Storytelling. Scaloni parece intuir que toda historia tiene sus personajes y ensaya un relato perfecto. El protagonista es la gente: las copas, las alegrías, son para los argentinos; el equipo —y en particular Messi— es lo más parecido al mago, el que con su poder hace que las cosas pasen; y él mismo, el hombre corriente o, en todo caso, el cuidador que está al servicio de los demás. La articulación resulta imbatible: la gente queda con la sensación de que la Scaloneta no es del Chiqui Tapia ni de Messi ni de Scaloni. Es de todos.
  • Una idea. Se puede tener la mirada en las estrellas pero no se llega tan alto si no se tiene claro cómo hacerlo. Y acá sucede algo raro: en la narrativa, el protagonista es la gente, y es el mago (el equipo) el que hace que las cosas pasen. Pero el hombre corriente, el servidor, el que parece que tuviera un rol secundario, es el que mantiene firme el timón y no se aparta del libreto. Cuando todavía no tenía títulos y parte del periodismo lo cuestionaba, mantenía sus ideas, sin demagogia. La dosis justa de testarudez.
  • Inteligencia emocional. Las famosas habilidades blandas, que de blandas tienen poco: son las de mayor densidad. Primero, el storytelling adecuado. Después, ceder protagonismo a la gente. Luego, mostrarles a sus elegidos que confía en ellos. Más tarde, hacerles entender que lo que importa es el equipo, que hoy se puede entrar de titular y mañana estar en el banco, lo que más convenga. Resultado: nadie se ofende, todos saben el papel que les toca y gritan los goles ajenos como si fueran propios. Solo alguien que conecta con las motivaciones más profundas logra eso.

Muchos dirán que hay más. Y tendrán razón. Que la lealtad y confianza con Pablo Aimar, Walter Samuel y Roberto Ayala atenúan la soledad del líder y hacen más fuerte a Scaloni. Que la gente lo apoya porque necesita una alegría. Que sin Messi sería otra historia. Que encima está el Dibu. Puede ser. En cualquier caso, en tiempos en los que los líderes mesiánicos parecen ponerse de moda, aparece uno humilde, con los pies en la tierra, que gana y genera admiración. Alguna enseñanza habrá ahí.

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Tres preguntas a Robert Putnam. Es un sociólogo y politólogo estadounidense. Ejerce como profesor en la Universidad de Harvard. En su trabajo ha tratado especialmente los temas de la confianza social, conciencia cívica y el capital social.

—¿Qué tan mal están las cosas en términos de conexión social?
—Creo que estamos en un punto de inflexión realmente importante en la historia de Estados Unidos. Lo que escribí en “Bowling Alone” es aún más relevante ahora. Porque lo que hemos visto en los últimos 25 años es una profundización e intensificación de esa tendencia. Nos hemos vuelto más aislados socialmente y podemos verlo en todos los aspectos de nuestras vidas. Podemos verlo hasta en el discurso de los cirujanos sobre la soledad. Han estado hablando recientemente sobre el estado psicológico de la soledad. El aislamiento social conduce a muchas cosas malas. Es malo para la salud, pero es realmente malo para el país, porque las personas aisladas, y especialmente los hombres jóvenes aislados, son vulnerables a los llamamientos de alguna comunidad falsa. Puedo citar capítulo y verso sobre esto: los entusiastas reclutas del Partido Nazi en la década de 1930 eran jóvenes alemanes solitarios, y no es una coincidencia que las personas que hoy se sienten atraídas por los grupos nacionalistas blancos sean jóvenes blancos solitarios. Soledad. Es malo para tu salud, pero también es malo para la salud de las personas que te rodean.

—¿Cuáles son los tipos de capital social?
—Hay capital social vinculante y capital social puente. Los vínculos que te relacionan con personas como uno mismo se denominan capital social vinculante. Entonces, mis vínculos con otros profesores judíos blancos, varones, ancianos, ese es mi capital social vinculante. Y el capital social puente son tus vínculos con personas diferentes a uno. Entonces, mis vínculos con personas de una generación diferente, de un género diferente, de una religión diferente, de una política diferente o lo que sea, ese es mi capital social puente. No estoy diciendo “unir lo bueno y unir lo malo”, porque si te enfermas, es probable que las personas que te traen sopa de pollo reflejen tu capital social vinculante. Pero lo que sí digo es que en una sociedad diversa como la nuestra, necesitamos mucho capital social puente. Y algunas formas de vincular el capital social son realmente terribles. El K.K.K. es capital social puro: el capital social vinculante puede ser muy útil, pero también extremadamente peligroso. Hasta ahora, todo va bien, excepto que el capital social puente es más difícil de construir que el capital social vinculante. Ese es el desafío, a mi modo de ver, de Estados Unidos hoy.

—Queremos comunidad y, sin embargo, hay algo que nos aleja de ella. ¿Por qué?
—Hay dos maneras de responder a esa pregunta. La primera respuesta es que estamos ocupados. Y se podría pensar que, por lo tanto, la gente ocupada estará más online y menos cara a cara. Pero esto es lo complicado de esa teoría. Cuando miramos para ver quién se une y quién no (quién se conecta en la vida real, ligas de bowling o Kiwanis o grupos de lectura de mujeres o lo que sea) y lo comparo con lo ocupados que están, el hecho es que la gente ocupada está más conectada con el resto del mundo. Estábamos socialmente aislados y desconfiados a principios del siglo XX, pero luego hubo un punto de inflexión y luego tuvimos un largo auge desde aproximadamente 1900 o 1910 hasta aproximadamente 1965, y ese fue el pico de nuestro capital social. La gente confiaba más entonces, estaban más conectadas entonces, era más probable que se casaran, que se unieran a clubes, etc. Y luego, durante los siguientes 50 años, esa tendencia cambió. La polarización política de hoy es un emergente de eso.

Las tres preguntas a Robert Putnam se tomaron de la reciente entrevista que le hizo Lulú García Navarro, publicada originalmente en The New York Times. Para acceder a la conversación completa podés hacer click acá.

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HR IA. La Inteligencia Artificial llegó también a la gestión del talento. Este texto articula las diversas fases —desde la atracción, el filtrado de CVs y la programación de entrevistas, hasta la personalización del onboarding, y la detección de las áreas de mejora en cada colaborador y la recomendación de programas de aprendizaje individualizados—, y profundiza en las oportunidades que se pueden aprovechar para lograr una manera más eficiente de potenciar el talento. Un mundo mejor, con algo de Black Mirror. No hay opciones: subirse a la ola o subirse a la ola.

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Academia. Curaduría de la curaduría: este artículo de Eguzki Urteaga hace un análisis de la teoría del capital social, de Robert Putnam, que a su vez está expuesta en numerosos textos. Putnam revela la vinculación empírica de redes y normas, y la influencia tanto del asociacionismo como de la participación cívica en el desarrollo económico y la cohesión social de una sociedad. Según este análisis, la tesis principal de Putnam es objetable porque el concepto de capital social es circular, ambiguo y algo demagógico, además de que algunos de los indicadores que lo sustentan no son del todo sólidos. Urteaga va todavía un paso más allá: dice que Putnam intentó responder a las críticas haciendo adecuaciones de su enfoque teórico pero, sobre todo, con una amplia campaña de comunicación para difundir sus ideas y marginar las críticas. Grieta académica.

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Oportunidades laborales

¡Hasta el próximo miércoles!

Juan

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