Según datos del Censo de Población Hogares y Viviendas, casi el 70 % de la población argentina reside en los 31 aglomerados urbanos más grandes del país. Aunque las ciudades son centros de crecimiento económico y de innovación, también pueden tener implicaciones significativas para el bienestar de sus habitantes. De hecho, diversos estudios asocian los estilos de vida citadinos con el estrés crónico y la fatiga mental.
Para ofrecer una alternativa, investigadores de la Universidad de Bangor (Reino Unido) y del Instituto de Tecnología de Israel de Technion demostraron cómo la simple observación de elementos naturales durante paseos urbanos puede beneficiar significativamente la salud mental.
La psicóloga Silvia Nieto explica a este medio que "los entornos naturales proponen una restauración, es decir, una mejora de la atención de una manera completamente distinta a los estímulos de la ciudad, que son muy exigentes y muy variados". Y agrega: "Los estímulos que produce el campo, el bosque, los árboles, la puesta de sol, no exigen una gran concentración, pero producen un efecto muy, muy importante en la restauración de la atención".
¿Qué observó el estudio?
La investigación publicada en la revista People and Nature muestra que las personas que se centraron más en las características verdes durante las caminatas informaron una disminución de la ansiedad y una mayor sensación de “restauración”. Por el contrario, aquellos que pasaron más tiempo viendo elementos grises informaron una mayor ansiedad y una menor "restauración".
Otros datos interesantes fueron que la cantidad de tiempo viendo elementos naturales no estuvo relacionado con la cognición. Y, además, observar árboles mostró la asociación más fuerte con medidas de bienestar en comparación con otros elementos naturales.
¿Cómo se registraron los resultados?
El equipo de científicos dio a los voluntarios gafas llamadas Tobii Pro 2, que contienen cámaras infrarrojas para rastrear los movimientos oculares. En concreto, 117 participantes adultos sin trastornos neurológicos o psiquiátricos realizaron una caminata al aire libre de 45 minutos que simula una caminata hacia y desde el trabajo, en la que examinaron medidas previas y posteriores de cognición, afecto, ansiedad y capacidad de restauración percibida. Se pidió a los participantes que dirigieran su atención a la naturaleza, al gris de las construcciones o a una mezcla de ambos elementos. Luego, analizaron los movimientos y patrones oculares de los voluntarios con la atención visual con los elementos naturales.
¿Cómo se pueden trasladar estos hallazgos a la vida diaria?
Un simple cambio de comportamiento, como dirigir la atención visual a elementos de la naturaleza en lugar de elementos grises, puede producir beneficios para la salud mental. Además, “comprender qué elementos naturales confieren estos beneficios es clave para transformar las ciudades en hábitats más saludables tanto para los humanos como para la vida silvestre”, dijeron los autores del estudio.
Nieto, por su parte, recomienda una práctica llamada Shinrin - yoku, que propone "absorber el bosque o el campo espacios naturales con los cinco sentidos".
La psicóloga concluye: "La naturaleza es especialmente buena para las personas que tienen ese efecto mental que se llama rumiación, o sea, los pensamientos que vuelven en forma obsesiva a la mente y que a menudo causan estrés, ansiedad, angustia, depresión. Diversos estudios demuestran que la corteza prefrontal, que es la que se ve afectada por esa mayor actividad de los pensamientos, al caminar por la naturaleza se modera o se modula muchísimo. Otras investigaciones muestran que, a través de formas naturales sin tener que llegar a medicaciones, las personas puedan restaurar la atención, pueden sentirse mejor y descubrir bienestar en sí mismas", en contacto con la naturaleza".