"Me lee desde la hija de Maradona, hasta el tío de González Catán, que vive bajo un techo de chapa, es increíble", expresa Damián Quilici, un escritor que nació en Las Tunas, Tigre, uno de los asentamientos más grandes del conurbano bonaerense. Asegura que aprendió a leer a los tres años y comenzó a escribir a los catorce, encontrando en los libros una vía de escape y superación.
Bajo el seudónimo de "El Freud de la Villa", Damián ha encontrado en las palabras una herramienta para inspirar a otros, principalmente lo hace desde sus redes sociales (con más de 168 mil seguidores). Entre sus obras se encuentran: "Crónicas Marginales", “Mamá Luchona” y “Me hacés mal”, libros publicados por Editorial Sudestada donde relata sus propias vivencias con honestidad y valentía, desafiando los prejuicios sociales arraigados.
Criado por su madre, Damián tuvo que abandonar la escuela secundaria y empezar a trabajar a los trece años para llevar comida a su casa. "Pienso que si la literatura no hubiese estado, hubiese elegido el camino fácil de la delincuencia o en una fábrica como venía trabajando hasta el 2012, no tenía muchas herramientas en aquel momento", expresa.
Asegura haber tenido una buena infancia: "tuve una niñez feliz y con muchas cosas, muchas historias por detrás que merecían ser contadas”. A pesar del entorno de pobreza y escasez, Damián encontró refugio en los libros desde muy joven. Aprendió a leer a los tres años, gracias a la influencia de su abuelo materno, quien le transmitió el amor por la literatura. "Todas las mañanas leíamos el diario Crónica", recuerda Quilici. "Mi abuelo fue el que compraba el diario y el que me enseñó a deletrear. A los tres años ya sabía leer. Y cuando entré al jardín ya sabía escribir".
"Creo que lo mejor y más desafiante de crecer en un barrio lleno de carencias es que sos vos contra el mundo, no tenés nada. Y ahí es donde te enfrentas a vos mismo, te preguntas, ¿qué hago? O muero acá o salgo adelante. No hay otras opciones, no tenés plazos fijos, no tenés dólares, no tenés nada. Es levantarte y salir adelante", relata.
En el año 2012, luego de años de trabajar en una fábrica como operario, tuvo un problema de salud "la ART me mandó a ver a un psicólogo en Palermo, no entendía lo que pasaba, sufrí mi primer ataque de pánico y fui al hospital”. Allí conoció un psicólogo, que le cambiaría su vida: “un especialista que había estado en la cárcel, hablaba mi mismo idioma, el de la calle, y no me juzgó, Conocerlo tuvo mucho impacto, le debo el seudónimo 'El Freud de la Villa', le debo un montón. Porque a partir de eso empecé a mostrar mis escritos, Si no, no hubiese sido posible", expresa.
Además decidió incursionar en el mundo del stand-up en un bar de la Avenida Corrientes, utilizando su humor ácido para relatar las realidades de los barrios marginales. Su autenticidad y estilo crudo lo destacaron en un entorno donde la representación de los barrios vulnerables era escasa.
"La mejor manera de llegar a los jóvenes con la literatura es contando historias que los interpelen. Hay mucha literatura para gente de clase media, clase alta, donde los pibes no se sienten parte, entonces hay que escribir para ellos, para los que están ahí, los que se sienten rotos, y la literatura es una opciòn, yo estoy yendo a dar charlas a muchos barrios, leyendo poesía, mucha gente de barrios populares que se suben al laboratorio de letras a escribir y nunca han leído un libro y eso para mí es fantástico” Expresa orgulloso
Damián ha utilizado su voz para dar visibilidad a las realidades de aquellos que viven en las periferias de la sociedad. Se convirtió en parte del ciclo de charlas TEDxBarrio San Nicolás, donde compartió sus experiencias con un lenguaje sencillo pero impactante. Su compromiso con su comunidad se refleja en su obra, donde busca desmitificar estereotipos y generar un cambio real en la percepción de las villas.
Sin embargo, explica: "Yo creo que todavía hay parte de la literatura que es elitista, pero estamos ganando la batalla cultural, que los pibes de los barrios, las cárceles y en todos lados empiecen a leer ya es un montón. Y sí, el público es muy diverso".
Durante la cuarentena, cuando todo se volvió virtual, brindó talleres literarios por Zoom, y así surgió la idea del Laboratorio de Letras. "Pensé, ¿por qué no hacerlo por WhatsApp? Quería que fuera accesible para todos, sin importar su nombre o apellido, incluso si querían usar un nombre ficticio. Así que hace tres años, nació el Laboratorio de Letras. Desde entonces, casi seis mil personas han participado. Es increíble ver cómo ha crecido y cuántas vidas ha tocado en tan poco tiempo", expresa y profundiza: "Y la literatura fue eso, una forma de salir adelante, de salir del barrio sin irme del barrio"