Según los últimos registros (de 2023), hay al menos 16 orcas ibéricas en el Estrecho de Gibraltar, subespecie que dieron en llamar "Orca Gladis". Desde 2020, estos animales tienen un comportamiento que los expertos no pueden explicar: golpean y hunden las embarcaciones que pasan por su territorio.
Según Alfredo López, portavoz de la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (CEMMA), ya son siete las embarcaciones hundidas por las orcas Gladis, siendo el último caso el velero Alboran Cognac el pasado 12 de mayo. La peculiaridad del evento causó una ola de memes en redes sociales, donde se caracterizan como justicieras que se enfrentan a los propietarios de yates.
Según el Ministerio de Transición Ecológica (MITECO) de España, "las interacciones entre los cetáceos y embarcaciones no son agresivas, sino más relacionadas con un comportamiento de juego o socialización". Por eso, aclararon que la palabra "ataque" es inapropiada y no debería aplicarse a estos encuentros.
"A pesar de que no he leído demasiado sobre orcas particularmente, sí detecto un problema general que es que tendemos a humanizar demasiado a los animales. En el libro Mamíferos marinos de Ricardo Bastida, se comenta que el nombre de la orca viene de una palabra en latín que significa monstruo misterioso de extraño aspecto. En inglés, el nombre es 'killer whale' (ballena asesina) porque se come a los cachorros de otras especies. Si lo pensamos en términos humanos, nos impresiona y las consideramos agresivas. Pero la orca es un animal más, con sus hábitos alimenticios. Incluso en los videos de sus encuentros con las embarcaciones, las orcas no lastiman a nadie y parecería como si estuvieran investigando. Hay que recordar también que son el mayor de todos los delfines y son muy inteligentes", comenta la bióloga Cecilia Scafaroni en diálogo con RED/ACCIÓN.
Según las legislaciones de España y Portugal, se trata de una especie vulnerable y en peligro de extinción, que cuenta con menos de 40 ejemplares en el mundo. Por ello, está prohibido desde darles muerte hasta capturarlas, perseguirlas o molestarlas.
"Cuando los animales tienen un lugar como sitio para cría o alimentación, muchas veces no advertimos que los estamos invadiendo. Por ejemplo, en la ciudad de Recife (en Brasil) todo el mundo se queja de que hay tiburones. En realidad, los tiburones estaban ahí. Ese era su sitio, su área de cría y la ciudad se construyó ahí. Entonces, el problema es que estamos invadiendo zonas que son naturales de reproducción o de alimentación de los animales", explica Scafaroni.
Sobre cómo reducir el riesgo ante un encuentro, hubo desacuerdo entre las instituciones españolas; mientras que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) recomendó navegar hasta la costa más cercana, el CEMMA consideraba que "la velocidad para las orcas es una motivación. El 60 % de las ocasiones en las que se paró el barco los animales perdieron interés".
Finalmente, el protocolo establecido fue el de navegar a la costa más cercana, y el Ministerio de Transporte compartió una serie de instrucciones para notificar estos encuentros. Los estudios continúan en marcha para comprender mejor este comportamiento.