Che, canta bien el pibe, me gusta. ¿Quién es?
– Sí, es muy bueno. Matías Nápoli se llama, es de acá.
Manolo Galván estaba en la cocina de La Barca, en pleno centro neuquino, cenando. Era viernes por la noche, una antes de su presentación en el lugar. El popular cantante español quedó encantado con la voz del joven interprete, una verdadera rara avis de le escena neuquina de fines de los 90.
Nacido en Buenos Aires, en 1979, Matías Napoli lo ya vivía en Neuquén cuando, metafóricamente pero no tanto, vio el mundo. Criado en esta ciudad, es, diría Andrés Calamaro, de la quinta que vio y escuchó Use Your Illusion de los Guns N’ Roses. Y de los que fantaseó con tocar, pero, sobre todo, cantar su música.
Sin embargo, una serie de factores lo llevaron a las veredas de enfrente de la música donde encontró su lugar, un lugar extraño, es cierto, pero del que supo hacer su lugar en el mundo de la música.
Un poco a pedido de sus compañeros, un poco por el ADN sonoro, un poco (bastante) por el registro vocal, Matías Nápoli supo que su lugar en la música el de la canción melódica. Eso fue lo que escuchó Manolo Galván aquella noche desde la cocina de La Barca.
Veinticinco años, cuatro discos y muchas canciones después, Matías Nápoli, el cantante de un género no siempre bien tratado en Argentina pero que, aun así, apostó hacerlo siempre desde la Patagonia, se presentará en Luna Park. Nada mal, por cierto.
Autor de casi cien canciones que surfean las calmas aguas el pop melódico, Matías será parte, este domingo, de la segunda edición del Festival Patria, que tendrá lugar en el mítico estadio del Bajo porteño y del que también serán parte Lito Vitale, Juan Carlos Baglietto, Víctor Heredia, el Indio Lucio Rojas entre otros artistas populares.
Del rock al pop latino «made in Neuquén»
La vida musical (y la que no también) de Matías Nápoli se divide en dos: antes y después del nacimiento de su hijo. Antes, probó cantar como Axl o Jon Bon Jovi, pero no le salió tan bien como cantar como Luis Miguel, se puso a estudiar piano y a escribir canciones, grabó un disco, conoció a Manolo Galván y a Celia Cruz, viajó a España donde cantó mucho y bien, volvió, siguió escribiendo y cantando, intentó grabar un segundo disco, pero no le cerraron los números, cantó ante una cancha de Cipolletti llena el día que Claudio Basso ganó Operación Triunfo. Stop!
En 2005, cuando su hijo nació, Matías Nápoli dejó la música tal como la venía haciendo hasta entonces para enfocarse en la paternidad. No cantó, pero tampoco dejó de escribir canciones. De hecho, los tres discos que grabaría más adelante, cuando decidió que había que volver, están hechos de aquellas canciones.
¿Por qué un adolescente neuquino de mediados de los 90 querría ser un cantante pop melódico? Buena pregunta, dice Matías entre risas. “Hay algo interno que tiene que ver con lo que yo escuchaba en mi casa. Yo escuchaba mucha música a la que se le daba mucha importancia a la letra y la melodía. En la música italiana la melodía es muy importante y las voces de pegar gritos, voces potentes y yo me contagiaba de eso”.
“Pero -sigue contando- también era un adolescente que escuchaba a los Guns N’ Roses: Use Your Illusion me partió. Yo soy fanático de los Guns, Bon Jovi, Def Leppard, Aerosmith, Depeche Mode… sacaba todos los temas con la guitarra. El punto es que cuando me sentaba a tocarlas en la secundario todos me decía que mejor hiciera una de Luis Miguel (risas) Y yo les decía que se las tocaba en la guitarra pero que las cantaran ellos, pero siempre terminaba cantándolas yo (risas) Porque me di cuenta de que mi registro era barítono medio y Axel Rose era tenor y la voz me quedaba súper tirante, así que olvidate de cantar Guns N’ Roses (risas) Todas esas bandas tienen los altos bien arriba. Si quería hacer rock tenía que cantar Héroes del Silencio”.
De una canción, un disco
“Yo estaba convencido sobre un tema, ‘No me olvides’, quería grabar ese tema”, dice Matías sobre el tema que terminaría dándole nombre su primer disco. Quería grabar ese tema para tener algo para mostrar. Una grabación con la que decir así canto yo. Con esa idea se fue a Buenos Aires. A la vuelta, un amigo suyo puso el tema en la FM Houston de Neuquén, entró en el ranking de el radio, lo llamaron para un reportaje, después a otro, empezó a tener más prensa y la pregunta fue inevitable: ¿para cuándo el disco? “Tuve que ponerme a trabajar en todos los temas necesarios para grabar un disco porque no era como ahora que vas sacando de a uno, a medida que los vas teniendo. En aquella época, si entrabas a grabar tenías que tener listos todos los 12 o 13 temas”.
Matías tenía casi 30 canciones como para llevar al estudio, pero tenía que elegir y lo que hizo fue organizar una especie de casting de canciones con un jurado conformado por familiares y amigos. Un focus group ante el que iba a cantar cada canción y cada cual, sin mirar al otro, iba a elegir las once que más le gustaran. “Hay uno que lo detestaba”, reconoce. “Pero no tuve otra que aceptarlo. Hoy lo escucho y me da vergüenza ajena (risas) Me dijeron fue que me estaba faltando un tema medio latino, bailable, pero a mí no gustaban, no me sentía cómodo. Me gustaban las baladas, el pop, el rock, pero no los bailables. En aquel tiempo, todos los discos de baladas tenías un tema latino que se bailaba, medio Chayanne”.
Con un disco grabado y apenas 19 años, Matías Nápoli cantaba en Las Barca, el clásico local del Alto neuquino cuando el dueño del local le avisó que Manolo Galván lo estaba escuchando desde la cocina. “Che, me encantó, muy buena voz, sos muy pendejo, te felicito”, dice Matías que le dijo Manolo Galván exactamente hace 25 años. “Hablamos, le conté que tenía un disco, le di una copia y el me pasó el número de teléfono, en esa época era la gloria (risas)”.
Cuando vayas Buenos Aires, recuerda que le dijo. Cuando Matías fue a Buenos Aires obviamente que lo llamó. “Venite a casa, me dijo. Me tomé el tren hasta Bella Vista, que era donde vivía. Me fue a buscar a la estación, me hizo unos ravioles y se puso a escuchar el disco completo. Qué tenés que hacer dentro de dos semanas?, me preguntó. ¡Nada! (risas) Me propuso que lo acompañara al festival de Gualeguaychú. Me llevó como soporte y canté en el festival. Luego, me recomendó a Music & Marketing, que era su compañía. Me hicieron una oferta para hacer la réplica de los discos, pero necesitaba mucha plata y no lo hice. También me recomendó a Celia Cruz. La fui a ver y me recomendó a Music & Récord, de España. Fui con esa idea, estuve un tiempo allá, no se dio lo de la compañía, pero estuve un tiempo allá tocando. Una experiencia increíble”.
De vuelta de España, Matías siguió un tiempo más hasta que fue papá y decidió parar, aunque siguió escribiendo canciones. “El guitarrista que tuve en el primer disco se había ido a Estados Unidos y cuando volvió, en 2016, me llamó, nos encontramos y me preguntó qué estaba haciendo y si seguía componiendo. Le dije que sí. ‘Me propuso que nos juntáramos y que le mostrara las canciones. Le gustaron mucho y me dijo hagamos un disco. Así que me dio una mano importante, lo grabamos acá y lo terminamos de mezclar en EE. UU., en Arlington, Texas, No viaje, pero fue una experiencia muy linda la de volver a grabar después de tanto tiempo. Pude aprovechar todas esas composiciones. Empecé a tener otro tipo de contactos, empecé a escribir para otros cantantes, los productores me pedían composiciones y empecé a trabajar también como compositor”.
La vuelta de Matías fue con “Quisiera” (2017), al que le siguieron “Veo en tus ojos” (2019) y “Sin tu luz” (2022). A la par de su trabajo musical, también desarrolló labores actorales en obras de teatro y cine, sobre todo en cortometrajes regionales.
Con un disco en la mano, Matías comenzó a pensar en cómo seguir o, lo que es lo mismo, en cómo grabar su siguiente disco. Pero las cosas no resultaron como imaginaba que serían. “A medida que vas creciendo, te vas profesionalizando más y todo se pone más caro, la producción, la grabación… ya no es tan simple. Con un disco grabado pensé que el segundo iba a ser más fácil, pero no”.
“Lo que se consume acá de baladas viene de afuera. De hecho, hasta Ricardo Montaner, que es argentino, se tuvo que ir a Venezuela para triunfar».MATÍAS NÁPOLI
En aquel momento, fines de los 90 y comienzo de los 2000, la industria todavía funcionaba a la antigua: para grabar te tenía que fichar una discográfica. Matías hizo el recorrido habitual por las compañías, se contactó con representantes de las compañías, fue a los canales de televisión, golpeó puertas, pero, lo dirá él mismo sin vueltas: “no me dieron mucha bola”. Eso sí, le ofrecieron ser parte de un grupo de cumbia: “Yo tenía pelo largo, cantaba bien los ritmos pop latinos, cerraba el estilo que ellos querían. ¡Pero no, ni loco! Yo decía si canto esto no vuelvo más (risas). El grupo terminó saliendo y se llamó Epidemia”.
Matías no se corrió de su eje y siguió trabajando el pop melódico, un género que en Argentina le sigue disputando terreno a su versión latina, más poderosa y mejor desarrollada. ¿Quién hace pop melódico aquí? Luciano Pereyra, Axel, cierto Abel Pintos, un poco Diego Torres. Quizás lo más cercano geográficamente a Matías Nápoli sea el también neuquino Jorge Rojas, en su etapa posNocheros. Guillermo Guido, allá lejos. Y no mucho más.
“Lo que se consume acá de baladas viene de afuera. De hecho, hasta Ricardo Montaner, que es argentino, se tuvo que ir a Venezuela y volver ‘venezolano’ para triunfar, no sólo acá sino en todo Latinoamérica”, sostiene Matías. Yo fui por el lado de las composiciones propias que no era lo habitual para este género, que da más hacer temas de otro”.
La llegada de Matías al Luna Park comenzó a gestarse en pandemia. Como casi todos los músicos en aquel tiempo, Matías subió música a las redes y, como suele suceder a veces, esa música llegó a los oídos de un productor al que le gustó lo que oyó. “Hubo un productor al que le empezó a gustarle lo mío y que me decía como puede ser que no la rompas con la música que hacés y demás, y me empezó a hablar para tocar en Buenos Aires. Cuando cierro el contrato con él me ofrece hacer el teatro Astros. Imaginate: ¡500 butacas! Yo con cincuenta ya me conformaba (risas) Trabajé un año y pico hasta que se liberaron bastante las restricciones por la cuarentena e hice los shows. De ahí pasé a shows en otras salas, hice un junto a Manuel Wirtz en parque Lezama y el año pasado me invitaron al festival Patria, que eran cuatro noches en el Broadway. Participé ahí, gustó mucho y este año se hace una sola noche en el Luna Park. Para mi tocar ahí va a ser una cosa increíble”.
Matías Nápoli no se fue nunca de Neuquén. Prefiere viajar a Buenos Aires las veces que san necesarias, pero seguir viviendo en la ciudad que lo vio crecer. Alguna vez le dijeron que tarde o temprano iba a tener que irse de la Patagonia. Fue el periodista Luis Ventura, al final de una entrevista para la revista Paparazzi, quien le preguntó si iba y venía desde Neuquén todo el tiempo. “Vos sabés que te vas a tener que venir a vivir acá, si no no se puede”, le dijo el mediático periodista. “Quizás yo sea el primero que lo pueda hacer”, le respondió Matías.
Este contenido fue originalmente publicado en RÍO NEGRO y se republica como parte del programa «Periodismo Humano», una alianza por el periodismo de calidad entre RÍO NEGRO y RED/ACCIÓN.