Madonna cerró este sábado su Celebration Tour con un show récord en Río de Janeiro, Brasil. El escenario se armó en las playas de Copacabana, fue gratis para todos los que se acercaran al lugar, y asistieron más de 1,6 millones de personas. Los seguidores de la reina del pop, que tiene 65 años de edad y cuatro décadas en la música, viajaron de todas partes de Brasil y Latinoamérica para poder verla cantar y bailar en vivo.
El show de Madonna resultó histórico no solamente para la carrera de Madonna, sino también para Brasil y para la historia de la música. El precedente de un espectáculo similar en Río es Reveillon, el evento que se hace cada noche de año nuevo en la playa, donde millones de personas se juntan a ver los fuegos artificiales. Pero comparando con un show musical, no hubo antes nada igual.
Solo Rod Stewart superó esta cantidad de espectadores cuando en 1994 reunió 4 millones de personas en Copacabana. Ese recital aparece en el Guinness World Records como el concierto de rock gratuito más grande de la historia. Pero como esa noche coincidía con la noche de año nuevo, la comparación no sería del todo correcta. El último registro de convocatoria récord considerando solo un show había sido el de los Rolling Stones, también en Río de Janeiro, en el año 2006, con 1,2 millones de personas.
En cuanto al historial de Madonna, su concierto más convocante había sido el de Parc des Sceaux de París en 1987, con 130.000 fans. Lo de este fin de semana no fue el doble, ni el triple: fueron diez veces más. Para comparar con un venue argentino: había más de diez canchas de River viendo a Madonna.
Camila Gutierrez, periodista de Los 40 y Feat, viajó para cubrir el espectáculo y cuenta a RED/ACCIÓN que la experiencia del show no fueron solamente las dos horas que Madonna no paró de bailar y cantar, sino también los días previos y posteriores. “Desde que llegabas al aeropuerto todo era Madonna, toda la ciudad estaba empapelada con su cara, había carteles por todos lados, gente disfrazada, vendedores ambulantes, y en cada local que entrabas a comprar algo sonaban sus canciones”, detalla.
El recital se realizó en el barrio de Copacabana sobre la Avenida Atlántica, la costanera del mar. La gente se repartió para ver el show entre la arena de la playa, las calles —que estaban cortadas a muchísimos metros a la redonda—, los edificios de la Avenida e incluso embarcaciones desde el agua. “En la playa había gente desde el día anterior guardando su lugar al rayo del sol, eso me pareció increíble”, cuenta Gutiérrez.
Para salir del hotel Copacabana Palace, que estaba rodeado de fans, Madonna se mandó a hacer una pasarela aérea que la dejó directamente en el escenario. La ciudad entera se vivió como un verdadero Carnaval de Río pero en versión pop. Fue gente de todas partes del mundo y de Latinoamérica pero, principalmente, personas de todas partes de Brasil, del norte y del sur.
Franco Mozotegui, productor de televisión de Canal 13, también es fan de la artista y repasa su experiencia en el show. Entre los momentos más emocionantes, destaca el instante que Madonna decidió dedicar a todas las personas que sufrieron y murieron de SIDA. "Madonna hizo mucho por la comunidad LGBTIQ+, muchos gays y transexuales empezaron a tenerla como ícono de referencia cuando se empezó a hablar del SIDA en los años ochenta porque ella siempre luchó en contra de la discriminación y a favor de la comunidad", destaca.
“Aunque había 1,6 millones de personas, desde todas partes se veía y se escuchaba bien, porque cada cierta cantidad de metros se repetía el sistema de audio y pantallas a lo largo de la playa”, relata Gutiérrez tras su experiencia. Las torres de sonido eran 18 en total. Y agrega que aunque para llegar y salir del show se tardaron horas a pie, la seguridad estuvo muy bien organizada para evitar incidentes. "La organización fue impecable: nosotros nos quedamos en la playa hasta las ocho de la mañana, y vimos que para las tres ya se había desarmado el escenario y la playa ya estaba limpia", cuenta Mozotegui.
El show fue el broche de oro de una gira con la que Madonna se dedicó a celebrar sus 40 años de carrera. Celebration Tour habia empezado en Londres en octubre de 2023 y pasó por distintos escenarios de Canadá, Estados Unidos y Ciudad de México. Los hits sonaron todos, Like a Virgin, Like a Prayer, Into the Groove, Hung Up y muchos más. Para los artistas invitados, eligió a dos brasileños que comparten su pasión por el pop: Anitta y Pablo Vittar. El regalo a su público local se completó con escenografía y camisetas de la selección de fútbol brasileña.
A lo largo del show, en ningún momento Madonna dejó de cantar y bailar. Cada canción y cada momento instrumental fue una performance diferente. La reina del pop se cambió de look decenas de veces y los bailarines, la escenografía y las pantallas se transformaron para cada canción como un verdadero videoclip. Las dos horas de show resumieron sin dudas su carrera y su esencia, pero definitivamente fue el público el que se encargó de inmortalizar el nivel de su impacto y su influencia mundial.