Mes a mes, Vaca Muerta supera sus límites de producción y tiene en la mira aumentar sus exportaciones. Para ello, extraer petróleo y gas con bajas emisiones tiene ventajas claras: la llegada «a los mercados, la competitividad y el acceso al financiamiento», expuso el director de Negocios y Desarrollo de Genneia, Gustavo Anbinder.
El especialista participó del webinar «Electrificando Vaca Muerta«, organizado por el Mercado Electrónico de Gas SA (Megsa). Allí expuso las ventajas de pensar en descarbonizar el sector petrolero y porqué las empresas apuntan a reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y metano, que son los principales gases que se producen en la industria.
El primer punto que destacó Anbinder tiene que ver con los accesos a los mercados. El europeo, Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón y Canadá cuentan con legislaciones sobre los contenidos de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que tienen los productos que van a importar.
Los gases están en distintos segmentos: el CO2 tiene que ver con el consumo de hidrocarburos, y el metano tiene que ver con la producción. «En cuanto a volumenes de producción a nivel anual, el CO2 se emite en 100 veces más que el metano en la industria. Si bien hay mayor producción de CO2 el efecto que tiene sobre el medio ambiente y el cambio climático es una centécima de lo que produce el metano«, expuso.
En cuanto a la permanencia de estos gases en la atmósfera, «el metano si bien es más nocivo para el medio ambiente desde el punto de vista GEI, permanece en la atmósfera poco más de una década y después desaparece. El CO2 está varios siglos en la atmósfera y sigue generando los efectos nocivos», indicó.
En la Unión Europea, existen dos sistemas de regulación. Por un lado, el Régimen de comercio de derechos de emisión de la Unión Europea (European Union Emissions Trading System), que estudia el consumo de hidrocarburos en el mercado. Por otro lado, está el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (Carbon Border Adjustment Mechanism) que es una regulación que mide el contenido de CO2 en los productos importados.
El objetivo de estos sistemas es tratar de prevenir la acción comercial con productos que superen los límites de emisiones. Tiene alcance extraterritorial, «por eso nos importa a nosotros», expresó. La única manera de saltearlo es pagar una especie de impuesto al carbono cuando se superan las medidas que están definidas en la regulación, que son estrictas.
Para el 2027 se espera que las compañías que van a exportar petróleo crudo y sus derivados hacia esos mercados tengan un sistema de medición y reporte. En el 2030, ya todos los contratos de importación tienen que ajustarse a la intensidad de carbono y de metano de la Unión Europea. «Entonces, pensar en estudiar el nivel de Metano y CO2 y poder reducirlos van a tener ventaja competitiva«, expresó Anbinder.
El otro aspecto es el acceso al capital. Desde 2016 se comenzó a notar un cambio en la forma de analizar los futuros receptores de financiamiento. Según el referente, las agencias calificadoras de crédito se ven influenciados por la comunidad en general y por los organismos e instituciones científicos reconocidas que empiezan a generar documentación de los efectos de los GEI y de la manera de mitigarlos.
«Las agencias de crédito valorizan aquellas compañías que tienen un plan para bajar el contenido de gases de efecto invernadero de su producción. Para estas calificadoras, el riesgo climático, tanto sea desde el punto de vista regulatorio, legal, económico, político, social y financiero, se volvió una nueva categoría de riesgo crediticio», marcó.
Qué puede hacer la industria para trazar la ruta de reducción de emisiones
Desde la industria hay varios pasos por hacer. «Lo primero es medir la huella, definir los alcances que le vamos a dar. El 1 tiene que ver con lo que tenemos bajo nuestro control, el 2 es un alcance más amplio, donde ya incorporamos proveedores, clientes y el 3 es un alcance extendido donde ponemos todo lo que interviene en hacer nuestro producto y en la cadena de comercialización», detalló.
Después, hay dos aspectos a trabajar: por un lado, la eficiencia en la producción. «Trabajar sobre las posibles fugas en metano, trabajar en la eficiencia de equipos, en el flare. Tratar de pasar todo lo que se pueda por un filtro de eficiencia, es seguramente el primer paso y el que más conocen las compañías», expresó el referente.
El otro aspecto, que es mucho mayor en ahorro de emisiones, tiene que ver con la electrificación de las operaciones. «Hay dos niveles: uno va a tratar de cambiar todos aquellos equipos que están alimentados con diesel o con el mismo gas de producción del pozo. Tratan de que el consumo en campo hacerlo sobre una base eléctrica y poder construir con eso la infraestructura de electrificación del campo», señaló.
Es un trabajo que lleva bastante tiempo, porque si bien los campos tienen su red interna de distribución en media tensión «en algunos casos están muy lejos de la red comercial así que esto también requiere buscar cuál es la subestación más cercana, o generar una nueva para conectarse al Sistema Argentino de Interconexión y generar el flujo de energía renovable», explicó el referente.
Este contenido fue originalmente publicado en RÍO NEGRO y se republica como parte del programa «Periodismo Humano», una alianza por el periodismo de calidad entre RÍO NEGRO y RED/ACCIÓN.