“Los pueblos originarios son uno de los más vulnerables en términos de acceso a la salud. Por ejemplo, son aquellos con más muertes de niños y mujeres gestantes y, precisamente, uno de los objetivos de la Asociación Civil Surcos es trabajar en esos lugares para mejorar sus condiciones de vida y darles la posibilidad a las gestantes de tener un parto seguro”, dice Alejandra Sánchez Cabezas, médica, especialista en ginecología y fundadora de esta organización que viene trabajando desde 1999 en diferentes regiones. Bajo la premisa de que la salud es un tema colectivo, vinculado a cómo vive una comunidad, Surcos trabaja en cada sitio a partir de diagnósticos grupales, construyendo —entre sus habitantes, organismos provinciales, el Estado y organismos internacionales— programas que den respuesta a los problemas más urgentes y promuevan entornos saludables.
“Lo primero que hacemos al llegar a un lugar es definir las prioridades, cuáles son las cosas que más les importan a los miembros de la comunidad y sobre eso elaboramos estrategias que pueden ser capacitaciones, talleres prácticos, planificaciones conjuntas incluyendo a funcionarios de los municipios y otros organismos. De esa manera se arma toda una red que luego sigue en funcionamiento sin necesidad de nuestra presencia”, explica la médica.
Esta esla metodología que emplean en el Programa Salud Perinatal para pueblos indígenas que se desarrolla desde 2021 en las provincias de Salta, Chaco y Misiones. Al llegar al lugar comenzaron a dialogar con los trabajadores de salud de las maternidades, centros de salud, enfermeros, médicos, obstetras y referentes de pueblos originarios para tener en claro cuáles eran las cosas que se podían mejorar, ya que la problemática de esos lugares es que las poblaciones originarias tienen mayor riesgo de mortalidad materna e infantil, en muchos casos por ausencia de controles y carencia de servicios de salud. En efecto, todas las principales causas de mortalidad infantil (infecciones respiratorias agudas, diarreas, sarampión y malnutrición) se pueden resolver con una atención médica segura y a tiempo. Lo mismo sucede con las causas de muertes maternas debido a septicemia, hemorragias, hipertensión y parto obstruido.
Ante esta realidad, una de las acciones que se puso en marcha fue la de afianzar los controles prenatales periódicos. Para ello, los agentes sanitarios son los encargados de coordinar y asegurar la concurrencia de las embarazadas a los hospitales o centros de salud. La idea es evitar que lleguen al momento del parto sin haber sido controladas.
La falta de educación sexual es, a su vez, la consecuencia de que haya muchos embarazos en niñas menores de 15 años. Además, la mayoría de las jóvenes abandona la escolaridad ante el embarazo temprano.
A partir del intercambio de saberes se armó una red de cuidados. Y esto se hizo a través de talleres y capacitaciones teórico-prácticas para garantizar que todas las mujeres y niñas que provienen de estas comunidades tuvieran acceso a servicios de salud de calidad antes, durante y después del parto.
“Nuestro trabajo —sigue Sánchez Cabezas— involucra gestionar la atención de salud desde una perspectiva intercultural que implica varias cosas: desde cómo hacer un protocolo de atención, cómo atender un parto que viene con problemas, cómo diagnosticar rápidamente una hipertensión durante el embarazo, cómo abordar una hemorragia hasta enseñarles a los jóvenes cuáles son sus derechos para tener acceso a una salud sexual reproductiva, para que puedan decidir cuándo y con quién tener relaciones sexuales”.
Si bien los profesionales del lugar conocen las prácticas medicinales, en este trabajo en equipo lo que se hizo fue fortalecer sus capacidades a la hora de atender a estas pacientes que tienen hábitos y cultura diferentes. Más allá de la empatía o sensibilidad que los expertos en salud tengan, es importante que respeten la cultura y los hábitos de sus pacientes y las puedan integrar en sus prácticas de salud, explicándoles la importancia de los controles y cuán seguros son. El objetivo es tratar de que estas mujeres y sus bebés tengan las mismas oportunidades que el resto de la comunidad a la hora de recibir una buena atención médica.
También se equiparon a los servicios de atención primaria y a los hospitales cabecera gracias al aporte económico de UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia).
La tarea realizada beneficia a 23.000 mujeres embarazadas por año y ya logró equipar a 9 áreas de Maternidad y 29 centros de salud.
El rol de los facilitadores
La dinámica de trabajo es muy amplia e incluyó la participación de personal de salud, autoridades provinciales, directivos de los hospitales de Tartagal y de Orán (Salta), y también a facilitadores indígenas que son miembros de la comunidad que actúan de puente entre las pacientes y los lugares de atención. Muchas veces, las jóvenes y adolescentes no saben ni siquiera cómo llegar al hospital ni cómo hablar con los médicos. La función de estos facilitadores indígenas es guiarlas y acompañarlas para que sean atendidas y escuchadas.
En el Hospital de Tartagal se armó una oficina especial, la primera en la Argentina, donde estos facilitadores se ocupan de recibir a las mujeres de los pueblos originarios que no hablan bien el castellano y actúan como nexo ayudándolas a despejar todas sus dudas, a que se hagan los controles periódicos, etc. Además brindan contención cuando las futuras madres necesitan internación ofreciéndoles información en sus lenguas originarias.
La creación de este espacio rompe con las barreras administrativas, una dificultad que muchas personas de estas comunidades manifiestan porque les cuesta o no saben cómo pedir los turnos médicos, conseguir recetas o gestionar estudios complementarios.
En este trabajo de reducir la brecha al acceso a la salud de mujeres embarazadas indígenas, UNICEF ha aportado camillas de parto, colchonetas y esferodinamia para hacer del trabajo de parto algo más placentero. “Las pacientes ahora pueden elegir cómo parir”, dice la doctora Mónica Campos, del Servicio de Obstetricia del Hospital de Tartagal.
Con el fin de mejorar la atención perinatal, hasta el momento más 1.600 agentes de salud recibieron capacitación para estar en condiciones de brindar una atención que respete y contemple la diversidad cultural. La idea sobre la que se trabajó fue que tanto este hospital como otros centros de salud de estas provincias del norte fueran inclusivos. Los pacientes que provengan de los pueblos originarios deben sentirse cómodos y con los mismos derechos que el resto de la comunidad. Otros 604 agentes sanitarios provenientes de pueblos originarios tuvieron una capacitación específica sobre salud reproductiva y detección temprana de enfermedades de transmisión sexual.
A su vez, se realizaron talleres de salud sexual y reproductiva. En Chaco, varios participantes destacaron que aprendieron, entre otras cosas, cómo cuidarse para no contraer enfermedades de transmisión sexual.
Por otra parte, en Chaco, trabajando con el equipo enfocado en mejorar la salud de las embarazadas se detectó que había casos de abuso infantil. Ante estas situaciones de violencia y de abuso es imperioso armar un sistema de protección –explica Sánchez Cabezas. Esto implica involucrar a todos los organismos nacionales, provinciales y municipales encargados de la protección de niñas, niños y adolescentes. Eso incluye salud, educación, sociedad civil, fuerzas policiales y Poder Judicial. “Fue necesario —sigue Sánchez Cabezas— explicar a través de charlas y capacitaciones cómo detectar cuando un menor está siendo abusado, de qué forma se lo puede ayudar y también cómo prevenir. Para eso armamos diferentes equipos de trabajo, y fue clave instruir a las fuerzas policiales y al Poder Judicial. Esto permitió organizar entre todos un circuito de denuncias, de atención y de cuidado para resolver este problema”.
En cada lugar, el equipo de Surcos necesita permanecer por lo menos tres años hasta que todo lo planificado empiece a funcionar. “Lo interesante es dejarles la capacidad instalada de cómo resolver los problemas que tienen –dice la doctora—, para que la comunidad en su conjunto trabaje de manera articulada”.
Recursos y ayuda solidaria
Para llevar a cabo sus proyectos, Surcos cuenta con el aval de fundaciones como Emergencias, Navarro Viola, y empresas como Pérez Companc, Banco Galicia, Pan American Energy, Supervielle, entre otras. La directora de la fundación invita a que más empresas se sumen a este proyecto. “Muchas veces —explica— hay empresas interesadas en hacer una inversión social y no saben dónde. “Nosotros —sigue— contamos con una consultoría y una asistencia técnica que orienta a los interesados que quieran hacer una inversión en salud social acerca de cuáles son los lugares y las personas que con su ayuda pueden beneficiarse”.
El equipo de esta asociación civil está formado por diez personas estables y en cada proyecto nuevo que encaran suman más integrantes.
Según la fundadora, la mayoría de los lugares a los que llegan no cuentan con los elementos básicos y por eso necesitan donaciones de manera constante.
Si alguien quiere replicar la metodología de trabajo que utilizan, Surcos los invita a la organización para capacitarse y reproducir esta manera de trabajo en otros lugares.
Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones, una alianza entre Río Negro y RED/ACCIÓN.