Arqueólogos de la Universidad de Burdeos (Francia) reconstruyeron una base de datos de ornamentos personales utilizados en la Europa de la Edad de Hielo. Según el estudio publicado en la revista Nature Human Behaviour, estos funcionaban como marcadores culturales y transmitían información sobre la afiliación grupal y el estatus social.
El descubrimiento desafía las concepciones anteriores de homogeneidad cultural durante este período, ya que se identificaron nueve grupos cazadores-recolectores culturalmente distintos, cada uno marcado por patrones únicos de ornamentos. A diferencia de las nociones anteriores de una Europa de la Edad de Hielo culturalmente homogénea conocida como la cultura gravetiense, los resultados sugieren más diversidad.
Los especialistas analizaron 134 tipos de accesorios de 112 sitios en toda Europa, desde Paviland en Gales hasta Kostenki en Rusia, que datan entre 34.000 y 24.000 años atrás. De acuerdo con Scientific American, algunos objetos fueron encontrado en entierros, pero la mayoría procedían de viviendas antiguas. Estos adornos personales eran muy diversos: marfil modelado en forma de búho, cuentas talladas para parecerse a pechos humanos, colgantes de ámbar, caracoles con agujeros y una amplia variedad de dientes de animales.
A través de estos ornamentos se revela un lenguaje cultural único que trascendía las barreras geográficas, subrayando la riqueza y la diversidad de la Europa de la Edad de Hielo de la zona. Jack Baker, arqueólogo y estudiante de doctorado de la Universidad de Burdeos, afirmó a Science: "A pesar de las 'horrendas' condiciones en las que vivían, sus expresiones artísticas sugieren que estas personas no sólo estaban sobreviviendo, sino que estaban prosperando".
Los grupos que estaban estrechamente relacionados no siempre usaban las mismas joyas. Cosimo Posth, paleogenetista de la Universidad de Tubinga quien no participó en el estudio, afirmó a Science: "Algunos pueblos con ascendencia compartida puedan desarrollar diferentes identidades culturales, reflejadas en sus modas y otros comportamientos, y a la inversa, que distintos grupos genéticos puedan mezclarse culturalmente".
Un ejemplo de ello es que los grupos antiguos que vivían en lo que hoy se conoce como Italia compartían ascendencia, pero algunos enterraban a sus muertos con caracoles de cauri y otros colocaban vértebras de peces y cuentas de marfil en las tumbas. También, en el territorio de Francia y Bélgica, las personas con diferentes ascendencias tenían adornos parecidos, lo que podría implicar fronteras culturales más bien porosas y cambiantes