Quizá por culpa del cine y la televisión, muchos todavía asocian la hipnosis a números de magia o a practicantes de oscuros sortilegios que nos arrebatan la voluntad. Pero si la despojamos de los mitos que la rodean, veremos que se trata de una técnica bien asentada en la evidencia científica y que nos puede deparar determinados beneficios en ciertas circunstancias. Nada más y nada menos.
La polémica sobre qué es realmente la hipnosis surgió desde sus mismos orígenes. Normalmente se definía como sueño inducido, puesto que las inducciones estaban asociadas al sueño o la relajación.
Sin embargo, esta característica de somnolencia o pasividad tuvo pronto detractores. En 1924, el psicólogo Wesley Raymond Wells acuñó el concepto de “hipnosis despierta”, proponiendo un método de inducción en el que la persona se mantenía en vigilia y alerta.
Hoy, podemos definirla como un estado de atención concentrada unido a una disociación de pensamientos y sensaciones que quedan fuera de la conciencia. Es decir, se trata de una técnica que ayuda a centrar la atención y dejar a un lado la distracción.
Aunque resulta difícil llegar a un consenso sobre el concepto de hipnosis, ya que influye la orientación teórica del investigador o del terapeuta, sí podemos abordar las siguientes preguntas, como apuntábamos al principio: ¿hasta qué punto está avalada por la ciencia? ¿Para qué casos es realmente eficaz?
Evidencias científicas
En el siglo XX, las investigaciones se centraron en el estudio de la sugestión, que fue condiderada como parte esencial e indisoluble de la hipnosis. O sea, la predisposición que tenemos ante el estímulo hace que vivamos la experiencia de una forma u otra.
En la actualidad, existen muchos estudios sobre los indicadores psicológicos y fisiológicos de la hipnosis, así como sus bases neurológicas. Y también sobre los factores cognitivos relacionados y la experiencia subjetiva de los sujetos hipnotizados.
La disponibilidad de técnicas de imágenes funcionales y la creciente aceptación del “inconsciente cognitivo” en la configuración de la experiencia y el comportamiento han brindado oportunidades para que los neurocientíficos exploren los correlatos neurocognitivos de la hipnosis y la sugestión. Así, trabajos como los de David A. Oakley y Peter W. Halligan y Michael H. Connors con resonancias magnéticas funcionales han podido vincular áreas específicas del cerebro al estado hipnótico.
Concretamente, los científicos han detectado una disminución en la actividad del cingulado anterior dorsal (encargado de focalizar de la atención); un aumento en las conexiones entre la corteza prefrontal dorsolateral y la ínsula (que procesa y controla lo que sucede en el cuerpo); y conexiones reducidas entre la corteza prefrontal dorsolateral y la red de modo predeterminado. Esta última consiste en una disociación entre acción y reflexión que permite a la persona emprender actividades sugeridas por él mismo o, por ejemplo, un médico.
De todos modos, se trata de hallazgos recientes que deben estudiarse más a fondo y replicarse en otros estudios para poder utilizarse en psicoterapia.
Otra gran vía de estudio estriba en examinar la eficacia de la hipnosis clínica para abordar diversos trastornos psicológicos. Se sabe que es útil en el manejo del dolor y otros problemas médicos, como la depresión, los trastornos del sueño, el tabaquismo, la obesidad, el asma, la enuresis infantil, el control de hábitos, la ansiedad y el estrés postraumático.
Por ejemplo, los estudios sobre hipnosis y tratamiento del dolor han confirmado que la analgesia hipnótica es un proceso inhibitorio activo en el que están implicados los sistemas cerebrales relacionados con los procesos atencionales.
Siete falsas creencias
Desde hace siglos, los falsos mitos acompañan a la hipnosis, ya sea por interpretaciones erróneas o por creencias infundadas. Estas ideas están en la conciencia colectiva de la sociedad y condicionan su aceptación. A continuación desmontamos las más asentadas:
- La hipnosis implica una pérdida de la voluntad. Como ya hemos visto, si no hay voluntad para ser hipnotizado, no habrá hipnosis. No puede inducirse sin la colaboración de la persona sugestionada.
- Es una forma de sueño. Cuando hablamos de sugestión y de hipnosis, muchos piensan: “me van a dormir”. Esa creencia lleva pareja la sensación de pérdida de control y, consecuentemente, acarrea la negativa de muchas personas a que se las hipnotice o se las sugestione. Cerrar los ojos simplemente facilita la concentración, pero se puede hipnotizar a una persona con ellos abiertos.
- La persona hipnotizada se encuentra bajo el control del profesional. Esto es totalmente falso, ya que quienes se someten a esta técnica conservan intacta la capacidad de tomar decisiones.
- Entrar en un estado de “superconcentración” se debe al poder del hipnotizador. No, cualquier persona con una preparación adecuada puede inducirlo.
- Las personas no pueden recordar lo que sucedió mientras estaban superconcentradas. Salvo excepciones, la mayoría se acuerda de todo o de casi todo lo que hizo mientras se hallaba en ese estado.
- Las personas hipnotizables son mentalmente débiles. Este mito se alimenta con los espectáculos televisivos donde los voluntarios “hacen” lo que se le pide para ganar audiencia.
- Es una técnica peligrosa. La hipnosis no puede controlar ni perjudicar la mente de nadie más que cualquier conversación.
No es una terapia, sino una técnica útil
El interés por la utilidad de la hipnosis como intervención psicológica ha experimentado un auge progresivo. Sin embargo, no es una terapia en sí misma, sino una técnica especializada o un complemento que puede incorporarse a situaciones terapéuticas particulares.
Los procedimientos hipnosugestivos se deben utilizar como catalizadores de una terapia más amplia. Su objetivo es facilitar el proceso de cambio y ofrecer a los pacientes estrategias para potenciar capacidades personales y mejorar su adaptación cognitiva y emocional ante los problemas de la vida.
Antes de aplicarla, siempre se debe comprobar la capacidad de sugestión del individuo a través de ejercicios. Estos se basan en la imaginación y en la activación de sensaciones olfativas, gustativas, musculares, etc.
Así que, al margen de leyendas esotéricas, podemos afirmar que la hipnosis es una intervención clínica valiosa para tratar una amplia variedad de problemas psicológicos y médicos.
Fátima Servián Franco, Dra. en Psicología aplicada al ámbito Clínico y de la Salud. Directora del Centro de Psicología RNCR y PDI en la Universidad Internacional de Valencia, Universidad Internacional de Valencia
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.