Con más de cinco millones de casos de dengue y 5.000 muertes por esta enfermedad en el mundo, el año 2023 registra el máximo histórico. Del total de casos, 80 por ciento fueron en las Américas, según el reciente informe mundial sobre dengue presentado por la Organización Mundial de la Salud.
Los mosquitos son los responsables de transmitir esta enfermedad, así como también otras como zika y chikunguña.
Por eso, cuando Waldeir Barbosa da Silva —que vive en Niterói, una región de Brasil donde los mosquitos y sus enfermedades asociadas son un problema grave de salud pública— le explicó a su familia que su nuevo trabajo con la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) consistía en liberar en sus calles cientos de miles de estos insectos infectados con una bacteria llamada Wolbachia, sus reacciones fueron de extrañeza.
La clave de su trabajo en realidad yace en esa bacteria, presente naturalmente en muchos insectos. Desde 2009, gracias a investigaciones de Scott O’Neill, fundador del Programa Mundial de Mosquitos (WMP, en inglés) y colegas, se sabe que cuando los mosquitos son portadores de Wolbachia, su capacidad de transmitir virus disminuye. Así que diseñaron una estrategia para producir muchos mosquitos infectados y liberarlos en lugares con altos índices de esas enfermedades.
El primer logro de esta técnica fue transferir una cepa en particular —wMel Wolbachia— a un mosquito de la especie Aedes aegypti, que no la porta naturalmente. “La bacteria fue inyectada a los huevitos de mosquitos”, señaló Sandra Patricia Zapata Giraldo, tecnóloga ambiental que trabajó con el WMP en el Barrio Paris, Colombia, durante la intervención más reciente realizada por esa iniciativa.
En esa experiencia, según un estudio publicado en PLOS Neglected Tropical Diseases, la liberación de estos insectos en las ciudades de Bello, Medellón e Itagüí (departamento de Antioquia) redujo más del 94 por ciento la incidencia de dengue con respecto a infecciones anteriores.
Según otro estudio sobre la experiencia en Brasil publicado por la misma revista en 2021, en Niterói se redujo 69 por ciento en la incidencia del dengue, 59 por ciento de chikunguña y 37 por ciento de Zika.
Introducir la bacteria a los huevos de mosquito se llama microinyección embrionaria, y es una técnica demasiado compleja para producir en masa. “Por suerte, Wolbachia se transmite verticalmente de la madre a la descendencia”, dijo Gabriela de Azambuja García, veterinaria en un laboratorio de Fiocruz, colaboradora del WMP pero que no participó en esta investigación.
Así, luego de que se establece el primer grupo de mosquitos con Wolbachia en el laboratorio, solo es necesario cruzar hembras con machos recolectados en donde se van a liberar.
Para la siguiente fase, Barbosa da Silva entra en acción: “Salgo de casa a las 4:30 am. En Fiocruz voy directo a donde están los tubos con los mosquitos, unos 150.000 o 200.000, y retiro la cantidad que me toca liberar. Cada día en un área diferente”.
Pero antes de ese punto también fue necesario explicar cómo liberar mosquitos puede ayudar a reducir el dengue, cuando antes la estrategia para bajar la transmisión era evitar que se reprodujeran.
Para eso, las intervenciones del WMP empiezan con trabajo comunitario. “El involucramiento de la comunidad es lo más importante de lo que hacemos. Muchas intervenciones no tienen éxito porque la gente no entiende o no confía”, explicó Peter Ryan, entomólogo y líder de la investigación realizada en Colombia.
Por ejemplo, para los niños, tienen un programa llamado “Wolbito en la escuela” (“wolbito” es el nombre de cariño que se le ha dado en Brasil a los mosquitos con Wolbachia), que consiste en llevar a las escuelas algunos huevos con la bacteria para que observen su crecimiento.
“El involucramiento de la comunidad es lo más importante de lo que hacemos. Muchas intervenciones no tienen éxito porque la gente no entiende o no confía”.
Peter Ryan, entomólogo y líder de la investigación realizada en Colombia
“Este año hicimos todo el desarrollo, de observar las larvas, las pupas, los mosquitos, y los niños reportaron los detalles a través de dibujos y escritura. Hicimos un pequeño libro que se puso a disposición en la biblioteca de la escuela”, explicó Karine Cardoso Duarte, maestra de primaria en Nitéroi.
Por su parte, Zapata Giraldo evidenció el cambio de actitud de las instituciones sanitarias. Después de liberar wolbitos, parte de su trabajo era colocar contenedores con líquido cubiertos con una red, donde quedaban atrapados los insectos. Sin embargo, el personal de la Secretaría de Salud en Colombia “muchas veces los botaban porque no hay que tener agua depositada en recipientes” para evitar la propagación de mosquitos. Con el tiempo, las autoridades se informaron sobre la estrategia y pudieron continuar colocando las trampas.
Esta es una de las últimas etapas de las intervenciones y permite saber si la bacteria logró propagarse a través del apareamiento de las hembras infectadas. En el estudio de Colombia se demostró la eficacia de la intervención con una prevalencia de mosquitos con Wolbachia de más del 60 por ciento en la mayoría de las áreas trabajadas.
Pero tanto ese dato como la disminución de enfermedades tras la liberación de mosquitos no asegura que la Wolbachia sea la responsable de disminuir la transmisión de los virus, según Luciano Moreira, coautor del estudio del WMP en Niterói.
Para demostrar la relación causal entre las intervenciones y la reducción del dengue, en Belo Horizonte, Brasil, se desarrolla un ensayo clínico ciego: algunas localidades serán intervenidas con mosquitos infectados y otras con insectos sin la bacteria. No se revelará dónde están los wolbitos hasta obtener los resultados en 2025.
Actualmente, el principal reto del WMP es la demanda. Además de las cinco ciudades donde están en Brasil “tenemos más de 40 que nos contactaron y quieren que apliquemos el programa”, explica Moreira.
Por eso, este año anunciaron la construcción de una fábrica de mosquitos para ampliar el programa. Además, están comenzando a usar huevos de mosquitos en vez de hacer liberaciones de insectos adultos.
Aunque mira con optimismo los resultados obtenidos en Bello, Medellín e Itagüí, Azambuja García matiza que Wolbachia no es una solución final. “En un futuro próximo, el escenario ideal implicaría el uso racional de múltiples técnicas para el control de los mosquitos y que colaboraran sinérgicamente para combatir la propagación de enfermedades transmitidas por vectores”, concluyó.
Este artículo fue producido por la edición de América Latina y el Caribe de SciDev.Net