Claudine Gay renunció a su puesto como presidenta de la Universidad de Harvard el pasado martes 2 de enero. La decisión fue consecuencia de una serie de polémicas que incluyen una acusación de plagio por parte de la académica y, además, un silencio costoso ante el antisemitismo que se desencadenó en la institución.
Los ataques de Hamas a Israel el pasado 7 de octubre desataron una guerra que aún está en curso. Pero, también, provocó protestas a lo largo y a lo ancho de todo el mundo: algunas de ellas pidiendo por la liberación de rehenes capturados y otras, por la liberación de Palestina.
Particularmente en las instituciones de alto prestigio de Estados Unidos, conocidas como las Ivy Leagues, marchas “pro-palestina” crecieron exponencialmente y en ellas suscitó un antisemitismo preocupante ante los ojos del mundo. Pocos días después del inicio del conflicto, alumnos de Harvard escribieron un comunicado oficial en el cual culpaban a Israel por los ataques, según informa The New Yorker.
En efecto, una audiencia en el Congreso de Estados Unidos cuyo objetivo era confirmar la seguridad de los alumnos judíos fue el escenario en donde asistieron Sally Kornbluth, presidenta del MIT, Elizabeth Magill, de la Universidad de Pensilvania y Claudine Gay, de la Universidad de Harvard.
“¿Velar por el genocidio de los judíos viola las reglas de la universidad de bullying y acoso?”, le preguntó Elise Stefanik, una congresista republicana a las tres presidentas. Gay, por su parte, respondió que “puede ser, dependiendo el contexto”. Mientras que Magill afirmó que “si el discurso se convierte en conducta sí”. Kornbluth señaló que “eso se investigaría como acoso si fuera generalizado y grave".
En un intento fallido y poco acertado para defender la libertad de expresión en las universidades, los líderes quedaron sometidos a una fuerte acusación. En The New York Times, Bret Stephens, un columnista de opinión especializado en políticas internacionales y temáticas culturales, explicó que el problema profundo de sus testimonios se trataba de un doble estándar que, al final del día es una forma de antisemitismo.
“Colegios y universidades que durante años han sido notablemente censores en lo que se refiere a la libertad de expresión parecen haber descubierto de repente sus virtudes sólo ahora, cuando el discurso en cuestión tiende a ser especialmente hiriente para los judíos”, profundizó.
Agregado a esto, la carrera académica de Gay fue condicionada debido a las acusaciones de plagio que salieron a la luz estos últimos días. Las denuncias fueron publicadas el pasado 1 de enero por el diario The Washington Free Beacon, un medio conservador que sostuvo una posición muy firme contra la académica desde su audiencia.
El documento, publicado sin firma, muestra más de 40 ocasiones ejemplificadas en las cuales se encuentra plagio en el trabajo de la ex presidenta de Harvard. Además, de acuerdo con CNN, investigaciones de Harvard encontraron instancias en las que la académica ejerció el uso de citación inadecuada en su tesis doctoral y en dos artículos.
"Creo que ya era hora de que Claudine Gay dimitiera", dijo Yoel Zimmerman, un investigador visitante de Munich, Alemania, que estudia física en Harvard para The Associated Press. "Hizo demasiadas cosas mal, especialmente con su testimonio en el Congreso. Creo que ese fue el punto de inflexión final que debería haber llevado a su destitución inmediata"
Al anunciar su renuncia, Gay, primera presidenta negra de Harvard y segunda mujer en dirigir la universidad, puso fin a su mandato que comenzó el pasado mes de julio y que se corona como el más breve de todos los presidentes de Harvard desde su fundación en 1636.