Con emoción hemos entrado en el mes más festivo del año: diciembre. Durante esta época, en Occidente mucha gente está inmersa en la alegría de la Navidad, lo que equivale, más allá del mero significado religioso, a disfrutar de la familia y los amigos.
Esto no es muy distinto a lo que se vive en China, donde la gente también se prepara para la llegada del Año Nuevo chino.
El Año Nuevo chino (también conocido como el 春节, “Festival de Primavera”) cae el primer día del primer mes del calendario lunar. Tradicionalmente, China utiliza dos calendarios al mismo tiempo: el calendario solar, que se utiliza para la producción agrícola, y el lunar.
El primero, que depende del movimiento del sol, coincide completamente con el que utilizamos en Occidente (12 meses y 365 días al año). El calendario lunar, por su parte, depende del movimiento del satélite que le da nombre y se divide en 12 meses y 360 días al año para coincidir con las cuatro estaciones (con un mes bisiesto cada cuatro años). Este último es el que pone fecha a las fiestas.
El próximo Festival de Primavera, según el calendario gregoriano, se celebrará el 10 de febrero de 2024. El año del conejo de agua dará entonces paso al año del dragón, el único animal mítico entre los doce signos del zodíaco, una criatura que simboliza poder, nobleza, honor, suerte y éxito.
Igual que la Navidad “occidental” está repleta de fiestas hasta que llega el 31 de diciembre, China también celebra tres importantes festivos tradicionales hasta la llegada del Festival de Primavera: el Festival de Laba (腊八节), Xiaonian (小年) y la víspera del Año Nuevo chino (除夕).
Festival de Laba (腊八节)
La palabra Laba (腊八) significa “día 8 de diciembre”, por lo que este festival se celebra en esa fecha según el calendario lunar (18 de enero de 2024 en el calendario gregoriano).
La presencia del número ocho no es casual. Dicen que se originó en la tabla china de Tai Chi-Bagua (太极八卦图), que, según el Tai Chi, representa, junto al yin y el yang, los ocho fenómenos naturales que componen el mundo: cielo, tierra, trueno, viento, agua, fuego, montaña y luz. Se cree que estos fenómenos fueron dados por Dios y por eso el ocho es el número de la suerte para los chinos.
En el budismo existe una hermosa leyenda sobre el Festival de Laba. Según esta, cuando el Buda Sakyamuni era joven, observó cómo todos los seres vivos sufrían a través de las etapas de la vida: nacimiento, vejez, enfermedad y muerte. Para buscar el verdadero significado de la existencia y la liberación tanto de la vida como de la muerte, abandonó su prosperidad y se hizo monje. Finalmente, se iluminó y se convirtió en Buda. Esto sucedió el 8 de diciembre del calendario lunar.
Para conmemorar este día, los budistas comenzaron a cocinar gachas de Laba, un plato tradicional chino muy rico en nutrientes y de sabor dulce. Como sugiere el nombre, la gacha de Laba se elabora a partir de semillas de ocho tipos de plantas. Generalmente incluye arroz, mijo, judías rojas y negras, dátiles rojos, semillas de loto, maní, maíz y cebada.
La medicina tradicional china cree que las semillas contienen la energía necesaria para el crecimiento de la vida, lo que convierte a este plato en uno muy beneficioso para la salud. Comerlo este día significa que se tendrá una vida dulce y saludable durante el nuevo año.
Festivo de Xiaonian (小年)
Xiaonian se traduce literalmente como “año pequeño”: el “año pequeño” que da paso al “año grande”, es decir, al Año Nuevo chino. El Xiaonian se suele celebrar el 23 de diciembre en el norte y el 24 en el sur (2 y 3 de febrero de 2024 respectivamente, según el calendario gregoriano), debido a la gran extensión de territorio que conforma el país oriental.
Este día por la mañana, todos los hogares preparan comida tradicional para el Dios de la Cocina (el más importante de los dioses domésticos, que protege el hogar y la familia). Después de comer, el Dios de la Cocina regresa al Palacio Celestial (lugar donde viven las deidades en la mitología China) para informar al Emperador de Jade (Dios supremo) del comportamiento de la familia durante el año.
Por ello, en la ceremonia de despedida del Dios de la Cocina se suele ver el siguiente verso: “上天言好事,下界降平安” (“Por favor, Dios de la Cocina, háblele bien de nosotros al Cielo, y tráiganos paz cuando vuelva a la Tierra”). Estas palabras expresan los buenos deseos de la gente para el próximo año.
Tras esta ceremonia, también se lleva a cabo el sǎoshè (扫舍), la limpieza de las casas, fundamental antes de dar la bienvenida al nuevo año.
Festivo de Chuxi (除夕)
El “Festivo de Chuxi” en China equivale a la Nochevieja occidental. Durante esa noche, con una tradición de más de dos mil años, toda la familia se reúne para comer comida tradicional china, tomar té, charlar y recibir felizmente el nuevo año. Además, los padres suelen entregar a sus hijos sobres rojos con dinero (红包 hóng bāo o 压岁钱 yā suì qián, “dinero de la suerte”).
Esta tradición tiene su origen hace miles de años, cuando se utilizaban monedas de cobre. Estaban grabadas con patrones de animales de la buena suerte como dragones, fénix, tortugas, grullas y peces, así como expresiones chinas como 千秋万岁 (“longevidad”) o 天下太平 (“paz en el mundo”). Los padres se las daban a sus hijos deseándoles que reprimiesen los espíritus malignos, creciesen saludables y estuviesen seguros y felices el próximo año. Lo hacían en sobres o hilos rojos, el color del sol en el cielo y de las flores en la tierra.
El rojo se ha consolidado como el color festivo tradicional de China. Las calles se vuelven carmesíes y se colocan carteles –tiras de papel con versos– del Festival de Primavera en las puertas y rejas de las ventanas. También se cuelgan linternas, entre otros accesorios decorativos –todos rojos–, para dar la bienvenida al nuevo año.
En definitiva, a pesar de que la Navidad occidental y el Año Nuevo chino parecen fiestas muy diferentes, durante estas fechas damos importancia a lo mismo: la salud, la felicidad y la familia.
¡Les deseamos a todos una Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo!
圣诞节快乐!新年快乐!
*Anabel Mederos Cedrés, Personal investigador de lengua española, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria; Lili Wang, Profesora de lengua y cultura china, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, and María-Teresa Cáceres-Lorenzo, Profesora e investigadora de la ULPGC, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.