La inclusión de las personas con discapacidad implica garantizar todos sus derechos: a la educación, el acceso al trabajo, a la no discriminación, a una vida independiente y, entre varios otros, a disfrutar del turismo. Claro, muchas veces hay barreras en los servicios turísticos que las excluyen: desde la falta de una rampa en un hotel o en el acceso a un balneario a paseos que no tienen intérpretes de lengua de señas argentina o museos sin braille. O transportes a los que no se puede subir con sillas de ruedas. O aeropuertos que no contemplan la asistencia o espacios para personas con autismo, a quienes esos entornos ponen muy ansioso. Los casos son muchos más.
De ahí nace la necesidad turismo accesible, un concepto que avanza en el mundo.
Qué es el turismo accesible
Según la ley 25.643, de 2002, conocida como Ley del Turismo Accesible, es aquel que garantiza “la plena integración —desde la óptica funcional y psicológica— de las personas con movilidad y/o comunicación reducidas, obteniendo durante las mismas la satisfacción individual y social del visitante y una mejor calidad de vida”.
O, según lo define la Organización Mundial de Turismo, se trata de “una forma de turismo que implica un proceso de colaboración entre los interesados para permitir a las personas con necesidades especiales de acceso (en distintas dimensiones, entre ellas las de movilidad, visión, audición y cognición) funcionar independientemente, con igualdad y dignidad, gracias a una oferta de productos, servicios y entornos de turismo diseñados de manera universal”.
Qué tipo de servicios debe incluir el turismo accesible
La legislación argentina señala que los servicios turísticos accesibles “deben cumplir con el diseño universal y la accesibilidad. El diseño universal se cumple cuando los productos y servicios están pensados para que todos, incluidas las personas con discapacidad, puedan usarlos. La accesibilidad se cumple cuando se eliminan las barreras de todo tipo que impiden la participación de personas con discapacidad”.
A propósito, la OMT aclara que el diseño universal no debería excluir las ayudas técnicas para grupos particulares de personas con discapacidad en los casos en los que se necesiten.
En la Argentina, desde el 2008 se lleva adelante el Programa de Directrices de Accesibilidad Para Alojamientos y Servicios Turísticos, que capacita a prestadores y certifica aquellos que cumplen criterios de accesibilidad.
La accesibilidad en el turismo debería abarcar toda la cadena. Algunos ejemplos de accesibilidad en el turismo son:
- Publicidades con formatos alternativos (como el braille o la lengua de señas argentina) y sistemas de reserva que sean accesibles (por ejemplo, que no sean solamente telefónicos).
- Transportes a los que se pueda acceder en silla de ruedas y terminales de transporte con rampas o elevadores.
- Alojamientos con habitaciones, lugares comunes y salidas de emergencias en los que personas con movilidad reducida puedan desplazarse libremente.
- Playas con pasarelas y rampas.
- Museos, teatros o paseos que contemplen las necesidades de comunicación de personas sordas, ciegas o con discapacidad intelectual.
En esa línea, Roby Ullmann, responsable de la agencia de turismo accesible Viajá Sin Barreras, nos contaba en una campaña del mes que “un servicio turístico puede ser accesible en la medida de que atienda las necesidades específicas de cada persona”. Como ejemplo, decía que “un restaurante que tenga rampas y baños adaptados es accesible para personas usuarias en silla de ruedas, pero si no cuenta con menús adaptados para personas diabéticas o celíacas deja de ser accesible para esta población”.
Quiénes se benefician
El turismo accesible no solo incluye a las personas con discapacidad (que son alrededor de 5 millones de personas en la Argentina), sino también a personas con movilidad reducida por lesiones o enfermedades circunstanciales, personas mayores o embarazadas. También, por ejemplo, a quienes por alguna enfermedad o discapacidad visceral tienen que, llevar una dieta especial y no pueden comer ciertos alimentos.
Por otra parte, la OMT calcula que por cada persona con discapacidad que viaja la acompañan un promedio de 1,5 personas, por lo que el turismo accesible también beneficia a todo el grupo.
Si te interesa leer más sobre turismo accesible y diseño universal, te recomiendo estas notas: