El viernes 10 de noviembre la Selección Argentina de Talla Baja se consagró campeona del primer mundial de la especialidad, que se disputó en el microestadio Malvinas Argentinas, de Argentinos Juniors, en la Ciudad de Buenos Aires.
En la final, el conjunto local enfrentó a Paraguay, que abandonó el partido cuando caía 3 a 1 y tras quejarse de fallos arbitrales. Más allá de esa situación, el certamen sirvió para visibilizar la disciplina y, especialmente, para mostrar una imagen digna del colectivo, según destaca Facundo Rojas, quien es capitán del equipo argentino y creador de la Federación Internacional de Fútbol de Talla Baja.
—¿Creés que el retiro de Paraguay en la final opacó un poco la consagración argentina?
—Sin dudas que sí, mucho. Debería haber sido una fiesta y se tiñó de gris por esta actitud maliciosa. No es la primera vez que la selección paraguaya tiene este tipo de gestos.
—¿Cómo evaluás al mundial desde lo deportivo?
—Tanto desde lo deportivo como desde lo social fue un mundial extraordinario. Desde lo deportivo, el nivel de juego viene en aumento año a año. Todas las selecciones han mejorado colectivamente. No se ven diferencias tan grandes entre selecciones (antes muchos partidos terminaban 12 a 0), los partidos son muy reñidos, con mínimas diferencias. Eso habla de un trabajo excelente de las organizaciones de cada país.
—¿Qué balance hacés en cuanto a la organización, considerando todas las dificultades logísticas de las que me habías contado?
—Teniendo en cuenta los escasos recursos que hubo y el poco interés que se despertó en la previa a la hora de conseguir apoyos, creo que se hizo un trabajo sobresaliente. A todas las delegaciones se les dio traslado, alimentación y alojamiento y esto fue gracias a un gran grupo humano que trabajó para que cada una fuera bien atendida. Pese a la crisis económica del país se pudo resolver la organización de forma estupenda. Sin dudas hay mucho por mejorar. Nos hubiera gustado que las delegaciones estuvieran todas juntas alojadas en el mismo predio y cerca del estadio.
—¿Cómo viste la respuesta de la gente? ¿Notás que, a lo largo del tiempo, estos eventos contribuyen a concientizar sobre la inclusión de personas de talla baja?
—Nos llena de orgullo e ilusión el respeto que se generó en la gente. Que se comience a usar la expresión “talla baja” —en lugar de términos despectivos— te da otros ánimos. Se nota a la hora de andar por la calle y que te preguntan si sos parte de la selección de talla baja que ganó. Se percibe un cambio en la mirada de la sociedad y eso lo más lindo, lo que estamos buscando: que mejore la calidad de vida de las personas con talla baja. Estos eventos ayudan porque muestran a las personas con talla baja de una manera distinta: siempre se buscaba mostrarnos con fines cómicos. No diría que esto está terminando, pero gracias a Dios se tiene cada vez más una imagen digna de las personas con talla baja, y ese es el orgullo más grande tras tantos años de trabajo.