Desde sacarle fotografías al cielo a diseñar un plan para lanzar una nave al espacio, la vida de Axel Straschnoy serpentea entre el arte y la ciencia, dos universos que podrían presentarse como antagónicos pero que encuentran múltiples puntos de contacto que pueden explorarse en su proyecto "Brave the heavenly breezes", que presenta en la Galería del Inifinito un conjunto de borradores, pruebas, estudios y maquetas -como un gran cometa dorado- que reflejan su plan astronáutico.
Straschnoy es un artista visual nacido en Buenos Aires en 1978 pero que vive en Helsinki (Finlandia). En diálogo con Télam, recuerda que su padre trabajaba en publicidad y asegura que las filmaciones en las que lo acompañó, lo marcaron.
Así fue que decidió ir a estudiar a la Universidad del Cine, carrera que dejó en el primer año para cambiarse a la Universidad de Buenos Aires en la Licenciatura en Artes. En ese momento, comenzó a hacer fotos: "Siempre aparecía alguien que decía 'Qué linda foto. Es una obra de arte'. Y yo decía, bueno, no sé si es una obra de arte ... ¿Qué es una obra de arte? Se me ocurrió que tenía que investigar si mis fotografías eran o no una obra de arte. No tenía idea cómo determinar si algo era arte o no", recuerda. Al tiempo empezó a exponer muchas de esas fotografías.
El acercamiento a las estrellas
Pero ¿cuándo empezó a filtrarse la pregunta por el universo? Ya en el 2002, cuando a Straschnoy lo invitan a una muestra en el Museo de Arte Moderno de Sao Pablo, se percibía su interés por el cielo. "Era una muestra sobre nefelibatas, que es una expresión en portugués de personas que se la pasan mirando el cielo y están, por así decirlo, en la luna de Valencia", evoca.
Después, el artista se acercó cada vez más y más al espacio interestelar. En 2012, lanzó una película que realizó junto a un equipo para el Planetario de Buenos Aires. Este trabajo tenía otro precursor: un film sobre las auroras boreales para el Planetario de Finlandia, el país en el que eligió radicarse hace más de una década.
"En los primeros 2000 me di cuenta de que mis posibilidades de salir a exponer fuera de Argentina dependían de mi habilidad para cumplir las fantasías de los curadores europeos sobre qué eran los artistas argentinos y qué era una obra argentina. Salir del país me permitía cambiar los términos de ese diálogo", contó.
El apego a la cohetería
"Finlandia fue el resultado de una cadena de accidentes pero es cierto que su sistema de apoyo a las artes funciona muy bien para obras como la mía. Fui como estudiante de intercambio en 2005, volví a Buenos Aires y a fines de 2006 me mudé", acota Straschnoy, quien con el tiempo detectó que su fascinación por las imágenes tenía un trasfondo filosófico: el artista empezó a preguntarse sobre la conservación del medio ambiente y a leer sobre planes de emergencia post desastre climático. Entre las lecturas, encontró dos teorías: una de Elon Musk que proponía "colonizar Marte" y otra que planteaba "cohetes de emergencia".
"Entonces me empecé a preocupar por los cohetes y como vivo en Finlandia, me enganché con algo que según la traducción sería la Sociedad Finlandesa de Investigaciones Astronáuticas y del Espacio", cuenta el artista como punto de inflexión en su carrera.
En esta sociedad, Straschnoy encuentra una paradoja: "Es el lugar de mayor conocimiento sobre la astronáutica en Finlandia pero al mismo tiempo es un lugar de hombres blancos, heterosexuales y toda la perorata, que se juntan y lanzan cohetes de modelismo juntos una vez por mes", dice con una risa irónica y señala: "Al mismo tiempo es súper sofisticado y un hobby ridículo que tienen los hombres",
"Voy a ser como ellos y lanzar mis cohetes" pensó y tomó la decisión de unirse a la sociedad, que por estos días cumplió 64 años. Fue fundada por estudiantes que estaban por finalizar la secundaria y estaban interesados en las naves que los estadounidenses y soviéticos enviaban al espacio, según cuenta Straschnoy. A prueba y error, comenzaron a fabricar sus propios cohetes.
La sociedad fue cambiando con el tiempo. "Hoy la actividad más importante que hace es la de modelismo de cohetes. Obviamente no es lo mismo hacer un motorcito para llegar a un kilómetro de altura Que levantar una tonelada", cuenta el artista.
¿Cómo fue empezar a aprender sobre astronáutica viniendo del ámbito artístico? "Todo autodidacta. En la sociedad me enseñaron a construir estos cohetes de modelismo que son los que están ahora expuestos en la muestra", responde Straschnoy.
"Encontré que existe una técnica de viaje espacial que se llama la vela solar, que es una técnica real, que funciona, que existe y que se usa. Johannes Kepler escribe a Galileo cuando él descubre que hay lunas alrededor de Júpiter. Dice que seguramente debe haber gente viviendo en Júpiter, porque si hay lunas y nosotros no las vemos, las lunas tienen que estar ahí para la gente que vive en Júpiter, porque si no, para qué existirían lunas alrededor de Júpiter si no hay nadie para verlas", recapitula el artista.
Antes, dice Straschnoy, "surcar el océano era peligrosísimo". Entonces, la propuesta de Kepler fue: "Si creamos una vela hecha para las corrientes celestiales, podemos surcar este océano, este espacio".
De acuerdo a los fundamentos del proyecto que el artista viene trabajando sí se podría lanzar una pequeña vela solar al espacio, aunque "probablemente tardaría miles de años en salir del sistema solar, pero movida por la escasa tracción de los pocos fotones que captará seguiría avanzando", sostiene. Y explica: "Por muy sencillo que sea crear una pequeña vela solar, aún habría que lanzarla más allá de la órbita terrestre, lo que, por el momento, supone un coste de lanzamiento imposible. Sin embargo, una vela solar es muy parecida a una cometa: una cometa sin cola, hilo ni peso. Construir cometas y probarlas puede ser una forma de desarrollar una vela solar".
"También es verdad que al final del día, para ser sinceros, tampoco estoy lanzando cohetes de verdad", señala Straschnoy y agrega: "Pero el arte también tiene esa cosa donde la fantasía, el juego y la ficción también suplen ese deseo".
Un espacio de todos
Al espacio, las naves y satélites no se envían porque sí; tienen una misión. Para lanzar su nave, Straschnoy decidió que su misión era "la falta de misión". En contra de la idea capitalista de que todo debe resultar en un producto o en una ganancia, el artista propone pensar en "cómo habitar el espacio". "Presiento que uno puede ir al espacio a habitar el espacio, a estar en el espacio y porque en realidad el espacio no es solamente de la NASA o de Elon Musk, o de no sé de la Estación Espacial China, el espacio de todos".
El proyecto que está mostrando ahora en galería Del Infinito juega "con la diferencia de escala entre la enorme ambición y los escasos medios en una exigencia de hacer el espacio exterior accesible a todos", explican desde el espacio sobre la propuesta en la que el artista pone en tensión, por un lado, la investigación individual y la imaginación amateur con la sofisticación de la tecnología a gran escala, posible gracias grandes empresas u organismos internacionales.
"Brave the heavenly breezes" se puede visitar - o conocer- en avenida Pte. Manuel Quintana 325, PB, CABA, de lunes a viernes de 10 a 18.