Referente del Arte Pobre, aquel que usa elementos cotidianos para sus creaciones, el artistas italiano Michelangelo Pistoletto visitó por primera vez Buenos Aires.
En una entrevista con RED/ACCIÓN, Pistoletto habla sobre qué conmueve a los jóvenes y por qué hay que pensar una nueva democracia.
Ataviado con saco, camisa y pantalón negro. Ahí está el reconocido artista italiano Michelangelo Pistoletto, por primera vez en Buenos Aires, en el entrepiso de un lujoso hotel del centro porteño, whisky en mano, dispuesto a la entrevista. El epílogo de ese relato -el de su atuendo- es el sombrero Panamá que deja sobre una mesa cercana, apenas empieza la conversación.
Llegó para participar en una conferencia en la Bienal del Sur y con la idea de explorar, además, lugares para presentar su obra en el 2019. Es uno de los referentes ineludibles del Arte Povera (“Arte Pobre”). Aquel que a fines de los ’60 propuso como imperativo trabajar con materiales cotidianos: entre otros; tierra, troncos, telas, cartón y espejos.
Estos elementos se transformaron en una constante en su trabajo. Alcanza con recordar la pieza División y multiplicación del espejo (creada en 1973) exhibida entre el 2016 y el 2017 en el Centro Cultural Kirchner en el marco de una muestra sobre el universo borgeano.
A los 85 años, Pistoletto sostiene su propia escuela, la CittadellArte, en Biella, su tierra natal, y continúa realizando performances por todo el mundo. Antes, estuvo en el Museo de Arte Contemporáneo de Chile adonde está expuesta “El Tercer Paraíso”, obra que surge del proyecto homónimo y que es versionada en las embajadas que este movimiento tiene en diferentes países. Se trata de una forma similar a la del infinito, aunque con tres círculos: uno de los extremos representa lo natural, el otro lo artificial y la interacción es el símbolo del equilibrio, donde el arte no es otra cosa que el motor de las transformaciones sociales.
¿Qué recuerda de los inicios del Arte Povera?
-Representaba volver a lo esencial, sacar lo superfluo, lo accesorio. Fui parte del Arte Pop, aunque no del glamour consumista del arte norteamericano sino que mi referente está en lo humano. El Arte Povera es radical. Tiene que ver con la relación del hombre con la naturaleza, como la cultura que pone la tierra y el artificio en conexión. Mi trabajo de ahora es una evolución de lo que fue el Arte Povera.
¿Cómo se da el proceso creativo? ¿Primero trabaja con la forma o con el material?
-Primero la forma. La forma es una fórmula de la creación y puede tomar cualquier materialidad, depende de los intereses y del lugar. El proyecto “El Tercer Paraíso” tiene doscientas embajadas en el mundo. Cada uno tiene su símbolo de “El Tercer Paraíso” y cada material está conectado a la situación local.
“El Tercer Paraíso” expuesto en Chile está hecho con tela de ropa ¿por qué?
-Por la moda, porque crea vestido y después, una vez que pasa, el vestido se transforma en trapo. Esta obra propone la regeneración de los trapos, dándoles otra vida.
Los jóvenes contemporáneos son muy diferentes a los de su época, están atravesados por la revolución tecnológica ¿Qué cree que los inquieta?
-Existe un homo sapiens y un homo tecno, como artista tengo una pierna sapiens y otra tecno. Hay que aprender a caminar con las dos. Quiero que los estudiantes trabajen en la creación de este equilibrio. Es la combinación del primer paraíso, el natural y el segundo, el artificial. El tercero es la unión de la naturaleza y el artificio. El vocablo artificio tiene como base la palabra arte. El mundo social es un mundo organizado para el arte, para que pueda producir comunicación, inteligencia y todo lo existente en la sociedad. El arte asume la primera responsabilidad de la sociedad.
¿Siempre pensó así?
-Sí, siempre. A fines de los años 50 empecé la búsqueda sobre mi identidad; quién soy yo, por qué soy yo, cómo es el mundo en el que vivo y cuál es mi responsabilidad. Todo lo que el mundo había organizado para mí era degradante y desilusionante. Iba a una escuela que era tan cristiana como fascista (“Creo en Dios y creo en Mussolini”) Después los norteamericanos bombardearon mi ciudad. Una bomba cayó donde vivíamos pero no explotó. Estoy vivo de milagro. Al mismo tiempo los alemanes de las SS se llevaban a las personas a la cámara de gas. Después llegó el miedo atómico ¡Cómo iba a confiar en la sociedad! La humanidad era una desilusión total y yo no quería formar parte de eso. Pensaba que tenía que encontrar el sistema justo para vivir y para que la sociedad funcione.
En ese momento, ¿quién era su referente?
-Piero della Francesca. Cuando vi “La Resurrección de Cristo” entendí que había hecho una obra fenomenológica que era la perspectiva. La resurrección no era lo importante sino que era una excusa para trabajar la perspectiva. Entonces me pregunté: ¿es posible crear una nueva perspectiva para la sociedad?
Y en la vida diaria ¿quién era su maestro?
-Mi padre que era pintor. Él pintaba la naturaleza muerta y mi madre tomaba lo pedazos ya pintados y los cocinaba ¡Estoy alimentado del arte de mi papá y mi mamá! Con mi padre aprendí a restaurar obras antiguas, pero mi madre creía que el futuro estaba en la publicidad y me inscribió en una escuela. Durante el día trabajaba como restaurador y a la noche en publicidad. A través de la publicidad descubrí el arte moderno.
Si se considera que el arte y la política son indisociables y que en este momento existen avanzadas de gobiernos de derecha, como el de Jair Bolsonaro en Brasil...
-Eso es una situación inevitable.
¿Por qué?
-Porque el sistema democrático falló. O superamos el momento ideológico de forma práctica (lo que propone con “El Tercer Paraíso”) o estamos completamente invadidos por los sistemas totalitarios y populistas. Se tiene que organizar un nuevo sistema para realizar la democracia.
¿Cómo sería?
-Estamos trabajando en eso. Soy un artista capaz de usar la creación como nuevo sistema político. Eso se llama demopraxis (demopráctica). La palabra cratos (poder) se sustituye por praxis (práctica). La vida avanza a través de la práctica y no de la ideología que se aleja de la práctica. El poder es el de la práctica. Eso existe en todas las asociaciones, organizaciones y fundaciones, en lo privado y en lo público.
Lo cierto es que ese poder al que alude ya se está materializado en encuentros que primero se realizan hacia adentro de las organizaciones y que después, a través de un representante, participan de un fórum, ampliado, donde se discute en torno a los 17 puntos sobre la sosteniblidad que propone la Organización de Naciones Unidas (ONU). Este nuevo sistema se está experimentando en Cuba y en embajadas de “El Tercer Paraíso”. ¿Lo próximo? La búsqueda de nuevos embajadores en América Latina. En esa tarea está Pistoletto, en la generación de nuevos paraísos.