Se denomina “cuerdismo” a la discriminación contra las personas que tienen padecimientos mentales. Se trata de un tipo de estigmatización que existe desde la Antigua Grecia y que persiste pese a que aumentan nuestros conocimientos sobre salud mental.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2019 casi mil millones de personas ―entre ellas un 14 % de los adolescentes de todo el mundo― estaban afectadas por un trastorno mental. De ellos, la depresión es el más común: afecta a cerca de 350 millones de personas en el planeta.
Además, el mismo organismo calcula que el 25 % de las personas padecen uno o más trastornos mentales o del comportamiento a lo largo de su vida. Además, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) señala que los trastornos mentales y neurológicos representan el 14 % de la carga mundial de enfermedades a nivel mundial y el 22 % a nivel de América Latina y el Caribe.
A pesar de estos datos, la estigmatización sigue existiendo. “Los efectos de la discriminación por la condición de tener un diagnóstico de salud mental son múltiples. Desde la pérdida de relaciones personales debido a la incomprensión, pasando por una indefensión aprendida, asumiendo las limitaciones que la sociedad les impone como propias”, explica en una entrevista el psicólogo clínico español Nacho Arteaga. “En ocasiones, esto obstaculiza más el proceso de recuperación que los propios síntomas", agrega.
Cuando hice esta nota sobre el cumplimiento de la Ley de Salud Mental en la Argentina, entrevisté a varias personas con padecimientos mentales. Y las palabras “discriminación” y “estigmatización” fueron recurrentes para describir lo que vivían.
De todos modos, lentamente se avanza en erradicar estos estereotipos. “Hay una cuestión de estigma, que si bien sigue existiendo, hay más trabajo en salud mental y hay más conocimiento. Antes a lo mejor no se consideraba que alguien que tenía un bajón profundo tenía un problema de salud mental”, contaba en una entrevista la psicóloga argentina Dévora Kestel cuando se desempeñaba como directora de Salud Mental de la OMS. Y señalaba que, en esa línea, es muy influyente cuando famosos cuentan que atraviesan padecimientos mentales.
