La compañía Spotify nació hace 15 años en Suecia y hace tiempo que es la plataforma más elegida para reproducir música en el mundo. Le gana a los otros streamings, le gana a la música en formato físico y sin embargo, en el último año perdió cientos de millones de dólares y tuvo que despedir cientos de trabajadores.
A partir de la explosión de internet y las redes sociales, el streaming de canciones creció a pasos agigantados y para alcanzar el terreno ganado, Spotify supo captar y unir dos necesidades: la del público, de escuchar música de manera rápida, sencilla y (casi) gratis; y la de los artistas, de distribuir sus canciones a todo el mundo de forma legal.
En 2022, el streaming representó el 84 % de los ingresos por música grabada, los medios físicos (cds, cassettes, vinilos) representaron el 11% y las descargas digitales, el 3 %. Pero, paralelamente, la plataforma más utilizada nunca obtuvo rentabilidad por esto. En el mismo año y con casi 500 millones de usuario en el mundo —de los cuales 200 millones pagan por el servicio— perdió 430 millones de euros y tuvo que despedir a 600 empleados.
La explicación es una forma común en los negocios tecnológicos de esta escala: la estrategia consiste en permitir que las empresas dominantes pierdan dinero durante años con tal de monopolizar el sector a largo plazo. Sin embargo, la compañía continúa buscando formas para, en algún momento, comenzar a ganar dinero.
El problema principal de Spotify son las regalías, su mayor costo operativo. Es decir, poder pagarles a todos los artistas que tiene en su plataforma como corresponde. Del otro lado, aunque una pequeña porción de los músicos se llevan una buena cantidad de dinero, la mayoría de los músicos realmente recibe poco.
Para poder hacerle frente a este gasto y mantener en un mismo lugar toda la música posible, Spotify continúa intentando que sus usuarios decidan pagar para usar la aplicación (la cuenta Premium tiene funciones exclusivas y, sobre todo, permite escuchar sin publicidad). Por otra parte, y para subsanar que los artistas reciban poco dinero, ahora por ejemplo les ofrece la posibilidad de vender merchandising y entradas para shows a través de sus perfiles.
Según cuenta John Herrman en New York Magazine, en 2020 el director ejecutivo Daniel Ek defendió a su compañía explicando que los tiempos cambiaron: “Algunos artistas, en el pasado, grababan música una vez cada dos o tres años y les iba bien. Ahora el panorama es distinto, y esa frecuencia no es suficiente“. Esto también podría explicar por qué ahora es más común que se lancen canciones sueltas y no discos enteros, y por qué los artistas del momento están continuamente estrenando música nueva.
Mientras tanto, bandas y solistas siguen luchando por vivir de la música. Algunas décadas atrás, vender muchos discos, que sus canciones se escucharan, podía hacerlos ricos. Ahora, por muchas reproducciones que obtengan, el negocio solamente está en los shows. A los más exitosos les funciona: basta con ver cuánto sale un ticket para ir a un concierto en Argentina y qué tan rápido se agotan las entradas de un show. Spotify, por su parte, seguirá buscándole la vuelta el negocio sin perder el poder de controlar qué se escucha a lo largo del mundo.