Empezar la dieta, empezar el gimnasio, empezar un nuevo proyecto… ¿por qué no empezar un nuevo hábito sustentable? O más bien el interrogante podría ser, ¿por qué no cambiar un hábito cotidiano para que sea sustentable?
Yo lo hago cada año y por eso quiero invitarte al desafío. Lo ideal es comenzar por acciones que ayuden a reducir tu huella de carbono, es decir, aquellas emisiones más contaminantes que contribuyen al cambio climático como nuestro uso de la energía, la manera en que nos movemos por la ciudad y hasta qué comemos. Para los dos primeros casos, el cambio es simple. En primer lugar, ser eficientes en el uso de la energía: usarla sólo cuando sea necesario. En segundo lugar: caminar o usar la bicicleta para distancias cortas, y priorizar el transporte público por sobre el vehículo particular para distancias más largas.
La alimentación merece un párrafo aparte. El más reciente informe especial del Panel Intergubernamental en Cambio Climático (IPCC) sobre un calentamiento de la temperatura del planeta en 1.5°C, mencionaba en sus recomendaciones el reducir el consumo de carne. Otros estudios anteriores también consideraban esta medida como crucial. ¿Acaso es por el cariño de los investigadores con los animales? No, sino el impacto que la producción de carne genera en el ambiente. Desde la cantidad de emisiones de metano (sí, los propios gases de la vaca) y carbono que genera hasta la huella hídrica que contiene (es decir, el agua que se utiliza a lo largo de todo el proceso de producción). ¿Es racional que utilicemos 15.000 litros de agua por cada kilo de carne vacuna? Sé que en “el país del asado” es difícil decirte que comas menos carne y más verduras, pero al menos comenzar a reducir las cantidades diarias o semanales es un pequeño paso que puede marcar una diferencia. El diario británico The Guardian elaboró un interesante artículo al respecto (en inglés): ¿Por qué comer menos carne es lo mejor que podés hacer por el planeta en el 2019?
Comencé SUSTENTABLES allá el 14 de noviembre hablando del 2018 como el año de la lucha frente a los plásticos, así que quiero retomar brevemente el tema aquí con una simple, pero compleja pregunta: ¿Qué plástico de un sólo uso te proponés sacar de tu rutina en el 2019: los sorbetes, los vasos de café, las botellas, las bolsas?
Cómo modificar hábitos para que sean más sustentables
- Analizar tu rutina y descubrir cuál es el mayor impacto ambiental que generás. En mi caso, usaba muchas bolsas para juntar las necesidades de mi perra (honestidad!) así que empecé a reutilizar envases de pan lactal, sachets de leche o fideos.
- Elegí un cambio por vez. Si hacemos todo junto es más probable que no tengamos éxito. En 2017 incorporé el vaso reutilizable para tomar café y reemplazar los descartables. En el 2018 sumé una cuchara/tenedor de aluminio plegable que va conmigo siempre en la cartera para, por ejemplo, tomar un helado. ¿2019? Se los contaré en unas semanas desde Nueva York.
- Incorporá el cambio de hábito a tu rutina de la forma más natural, ¡que no sea un problema! Al empezar a separar los residuos, organizá los cestos separadores de forma tal que la separación sea sencilla y práctica.
- Compartí con otros, pero… ¡no obligues! Es genial contarles a los demás lo que estás haciendo para cuidar al ambiente, pero cada uno tiene su propio tiempo. Incluso en una convivencia, vas a ver que de a poco la otra persona adopta tus hábitos sin la necesidad de pedirles que lo hagan. Cuando conocí a mi novio, él comía carne y hoy ya prácticamente lleva una alimentación vegetariana, no por pedido mío sino por propia elección 🙂
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