El 15 de junio de 1991 el monte Pinatubo, en Filipinas, arrojó toneladas de gases y cenizas a la atmósfera. Esas pequeñas partículas llegaron a la estratosfera y desde allí reflejaron más energía del Sol hacia el espacio que lo habitual.
Los científicos encontraron en esa anomalía una idea que impulsó una de las investigaciones más importantes de los últimos tiempos: la geoingeniería solar. Este campo de estudio busca promover una solución temporal para reducir la temperatura global de la Tierra y frenar el impacto del cambio climático.
“Las temperaturas aumentan cada vez más rápido, las olas de calor son cada vez más frecuentes y graves, el hielo se está derritiendo, los niveles del mar están aumentando y tenemos sequías, incendios forestales e inundaciones. Los impactos del cambio climático están aquí y ahora y están empeorando con cada tonelada de dióxido de carbono que bombeamos al cielo a través de nuestras propias acciones”, dijo Inés Camilloni en su charla TEDxRíodelaPlata 2022.
Según Camilloni, doctora en Ciencias de la Atmósfera por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y miembro del programa de Geoingeniería Solar de la Universidad de Harvard, la idea es ganar algo de tiempo mientras se atacan las causas principales de la crisis climática, como la reducción inmediata de la cantidad de energía generada por el petróleo y el carbón, y la deforestación.
¿En qué consiste la geoingeniería solar?
En principio, se trata de un conjunto de técnicas diseñadas para modificar el clima con el fin de aliviar el calentamiento global. Bajo este paradigma, los científicos se dieron cuenta que podrían reproducir el efecto que se provocó tras la erupción del volcán aquel 15 de junio de 1991, que disminuyó la temperatura global alrededor de los 0,5°C, para combatir el cambio climático hoy.
El objetivo es crear una especie de sombrilla hecha de pequeñas partículas que rodeen al planeta y reflejen la luz solar hacia el espacio. El inconveniente principal es que, para llevar los aerosoles a la estratosfera, se necesitan aviones especiales que vuelen varias veces al día y alcancen alturas de hasta 20 kilómetros.
Sin embargo, en esta investigación que parece sacada de una película de ciencia ficción no todo es color de rosa. Camilloni afirma que en el proceso “habría ganadores y habría perdedores”, ya que con esta propuesta se tendría un nuevo clima con bajas temperaturas, pero con la misma cantidad de dióxido de carbono, menos hielo y menos bosques. Por eso, los investigadores están trabajando para poder identificar cuáles son esos riesgos de la geoingeniería solar, incluso a nivel ético.
Hasta el momento, el proyecto avanza mientras se abren varias preguntas. ¿La humanidad tiene derecho a intervenir en el clima? ¿Quién tendría la autoridad para decidir si utilizamos la geoingeniería o no?
Incorporar la geoingeniería solar al debate
En paralelo, una startup estadounidense pasó por encima todos los controles y estudios, y lanzó a la atmósfera globos meteorológicos que liberaron partículas reflectantes de azufre con el objetivo de incorporar a la geoingeniería solar a la discusión en los medios de comunicación y los Gobiernos.
De todas formas, Janos Pasztor, director ejecutivo de la Carnegie Climate Governance Initiative, advirtió: "El estado actual de la ciencia no es lo suficientemente bueno como para rechazar, aceptar y mucho menos aplicar la geoingeniería solar". También aclaró que “seguir adelante con la aplicación en esta fase es una muy mala idea", según indicó Página 12.