Que el cine ha sido (y en muchos casos continúa siendo) un ámbito no solo dominado por hombres sino incluso con unas cuantas prácticas machistas es algo sabido, pero también es cierto que en los últimos años las desigualdades se han ido achicando de forma progresiva. En ese sentido, Argentina es uno de los países donde las realizadoras (y también las directoras de fotografía, las editoras, las responsables de casting, de arte o de otros rubros) más terreno han ido ganado.
Hay políticas oficiales activas para combatir las históricas diferencias de género (en los concursos del INCAA, por ejemplo, se otorgan puntos adicionales a proyectos que tengan mayor diversidad en su equipo), pero sobre todo se debe al talento de las artistas y a la lucha de un colectivo que encuentra en pioneras como Emilia Saleny, Renée Oro y, más acá, en Narcisa Hirsch dentro del cine experimental; y María Luisa Bemberg, dentro del más comercial, una muy rica tradición y una insoslayable fuente de inspiración.
En la última década una de cada cuatro películas nacionales fueron dirigidas por mujeres y, si bien queda claro que aún se está muy lejos del necesario 50/50, en los últimos tiempos la proporción sigue mejorando. Y los resultados están a la vista.
La semana pasada se estrenó en salas comerciales “No me rompan”, comedia con impronta feminista de Azul Lombardía protagonizada por Carla Peterson y Julieta Díaz que debutó en el tercer puesto de la taquilla con casi 40.000 entradas vendidas e ingresó así en el Top 10 del cine argentino del año, donde también figuran “Blondi”, ópera prima de y con Dolores Fonzi; y “La Uruguaya”, segundo largometraje de Ana García Blaya. Porque, aunque todavía los productores locales se resistan a contratar a mujeres para dirigir los “tanques” locales con un Ricardo Darín o un Guillermo Francella, ellas demuestran que sus películas pueden conectar con un público masivo.
Casi no hay semana en la que no se estrene al menos un film dirigido por una mujer. En la actual, se lanzó en 15 salas (en muchos casos la distribución es limitada y eso conspira contra la posibilidad de una convocatoria mayor) “Unicornio”, tercera película de Natural Arpajou luego de “Yo, niña” y “Libre”, que narra precisamente una historia de encuentro, solidaridad y empoderamiento de cuatro mujeres en crisis (Carolina Ramírez, Nancy Duplaá, Sofía Dieguez y Camila Azul Sosa).
Pese a la resistencia de los sectores más conservadores, los tiempos cambian y el audiovisual no hace más que acompañar ese fenómeno felizmente irreversible. Hace pocos meses la mítica revista inglesa Sight & Sound publicó su tradicional encuesta sobre las mejores películas de la historia (se hace cada diez años) y por primera vez ganó una mujer, la belga Chantal Akerman, con “Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles (1975)”.
Por su parte, los medios cinéfilos locales La Vida Útil, Taipei y La Tierra Quema organizaron una encuesta similar para elegir las 100 mejores películas del cine argentino y allí volvió a ganar una mujer, Lucrecia Martel, con su ópera prima “La ciénaga” (2001). Hoy Martel, incluso con una filmografía bastante reducida, es una de las mayores referencias femeninas a nivel global.
Y el fenómeno no se detiene: por estos días se está realizando en España el 71º Festival de San Sebastián, uno de los más prestigiosos del mundo y clave para el cine iberoamericano, y en ese ámbito se presentaron nada menos que seis largometrajes argentinos realizados por mujeres: “Puan”, de María Alché (codirigido con Benjamín Naishtat); “El viento que arrasa”, de Paula Hernández; “Los impactados”, de Lucía Puenzo; y tres óperas primas como la mencionada “Blondi”, de Dolores Fonzi; “Alemania”, de María Zanetti; y Clara se pierde en el bosque, de Camila Fabbri. Y todas fueron recibidas no solo a sala llena sino incluso con mayoría de reseñas entusiastas por parte de la prensa especializada.
En breve volverán a las pantallas varias de las directoras más premiadas y prestigiosas del panorama local con propuestas muy distintas: Anahí Berneri regresará con “Elena sabe”, una producción de Netflix con Mercedes Morán y Erica Rivas basada en la novela de Claudia Piñeiro, pero también se espera con ansiedad lo nuevo de Celina Murga (“El aroma del pasto recién cortado”, protagonizada por Joaquín Furriel y la mexicana Marina de Tavira, y nuevamente con el apoyo de Martin Scorsese); y Lucrecia Martel (el documental político “Chocobar”), por citar solo algunas.
Más allá de las amenazas vertidas por algunos candidatos presidenciales respecto de importantes recortes presupuestarios (o directamente sobre el cierre del INCAA), queda claro que las mujeres tienen mucho para contar, decir y filmar en el contexto del siempre amplio, diverso y estimulante del cine argentino.