Los mensajes de cuidado personal nos bombardean desde los paquetes de toallitas femeninas, hasta en publicidades de agencias de viajes. Y sí, el autocuidado está de moda y se ha convertido en un slogan perfecto para vender productos. De repente, todos necesitamos velas aromáticas, baños de sales, clases de yoga, máscaras faciales, escapadas de fin de semana y verduras orgánicas.
Pero no todo se puede fabricar y vender en masa. De hecho, posiblemente la solución (o mejoría) del estrés y la angustia no está en desenfundar la tarjeta de crédito una vez más. Incluso puede hacernos sentir peor. Según la licenciada en Psicología Ariatna Dalotto, “es fundamental distinguir el autocuidado de una idea relacionada al consumo porque si no estamos simplemente respondiendo al mercado que nos vende fórmulas. Así, empezamos a creer que lo que necesitamos son clases de yoga o ciertos alimentos, cuando no necesariamente eso está en conexión conmigo mismo. En esos casos nos ponemos en un lugar de culpa y pasamos a creer que todo depende de la voluntad, de la meritocracia, del esfuerzo, del poder conseguir esas actividades que me venden un afuera. Y, sinceramente, el autocuidado está muy alejado de eso”.
En contraste, el autocuidado es, según Dalotto, “el conocimiento en constante evolución acerca de uno mismo: qué es lo que nos regula y cómo encontramos la calma, más allá de cognitivamente soltar el estrés. Por otro lado, es ser conscientes de la responsabilidad que tenemos con ese conocimiento, es decir, saber qué límites poner, buscar actividades que nos hacen bien y darnos el espacio para realizarlas. Es entender que, una vez que somos adultos, no hay otras personas que vayan a ocuparse de eso”.
Por su parte, la psiquiatra Pooja Lakshmin le contó a The Guardian que muchos de sus pacientes creen que es su culpa sentirse tan mal porque no se están cuidando bien y agregó que esta idea de autocuidado superficial “es una curita mercantilizada y orientada al consumo que nos han vendido para ayudarnos a afrontar la realidad de vivir en una sociedad que no se preocupa por nosotros”.
En su libro Real Self-Care: A Transformative Program for Redefining Wellness. Crystals, Cleanses, and Bubble Baths Not Included (en español, Autocuidado real: un programa transformador para redefinir el bienestar. Cristales, limpiadores y baños de burbujas no incluidos) Lakshmin profundiza sobre esta idea: "Nos mantiene mirando hacia afuera, comparándonos con los demás o esforzándonos por alcanzar cierto tipo de perfección, lo que significa que es incapaz de nutrirnos verdaderamente a largo plazo".
El efecto dominó del autocuidado
Según aclara Dalotto, las medidas de autocuidado que podemos tomar se ajustan a cada individuo y a cada momento, pero “primero requieren un trabajo bastante movilizador de autoconocimiento”. En este sentido, es importante el foco en la conciencia corporal. “Más allá de las estrategias cognitivas de afrontamiento, de mis habilidades sociales y de mis capacidades de poner límites, tengo que explorar e identificar qué es lo que trae calma a mi cuerpo, a mi sistema nervioso", precisa. Por ejemplo, puede ser simplemente un aroma que nos trae buenos recuerdos de la infancia.
Por otro lado, la psicóloga hace dos observaciones fundamentales. Primero, que el autocuidado “es una disciplina, que en la vorágine puede quedar relegada, pero que requiere de un esfuerzo por enfocarnos”. Y, en segundo lugar, explica que si una persona no tuvo la experiencia de haberse sentido cuidada, “aprender a cuidarse no va a ser tan fácil”.
La verdadera solución, dice Lakshmin, “son cientos de pequeñas decisiones a lo largo del tiempo. Eso es lo que realmente funciona y te lleva a un cambio sostenible. El verdadero bienestar no suele ser algo del tipo de grandes fuegos artificiales dramáticos, sino que suele ser bastante mundano”. En definitiva, como reflexiona el artículo en The Guardian, “si estás estresado, necesitás llegar a la raíz de lo que está causando ese estrés. Con un poco de suerte, esto tendrá un efecto dominó”.
Por último, Dalotto resalta que una característica clave del autocuidado es que siempre es en red: “Yo puedo cuidar de mí mismo y ser responsable de mí porque hay otros que también están pudiendo ser responsables de sí. Porque yo no soy solo, soy con otros”.