Todos están advirtiendo sobre los peligros de la inteligencia artificial. Y por algo es. Esta semana uno de ellos se materializó. El actor Stephen Fry, la voz detrás de todos los audiolibros de Harry Potter, aseguró que la IA fue utilizada para imitar su distintivo acento para un documental para el cual él no había expresado su consentimiento (ni tenía idea que existía).
Nuevas herramientas de acceso público como Rask, que permiten el doblaje y la reproducción de voces en menos de minutos con el mismo timbre, ritmo y acento, están ganando popularidad. Con ello, salen a la luz este tipo de prácticas de las cuales fue víctima el famoso actor de Hollywood.
"No dije ni una palabra de eso: era una máquina. Y sí, me impactó", dijo Fry en el Festival CogX en Londres según reporta el New York Post. "Utilizaron mi lectura de los siete volúmenes de los libros de Harry Potter, y a partir de ese conjunto de datos se creó una IA de mi voz e hizo esa nueva narración”, afirmó.
Así, el actor manifestó su preocupación acerca de los límites que debería tener el uso de esta tecnología."Podría hacerme leer cualquier cosa, desde una convocatoria de asalto al Parlamento hasta porno duro, todo ello sin mi conocimiento y sin mi permiso”, profundizó.
Hace unos días, cuando sus representantes tanto en Estados Unidos como en Europa escucharon esta imitación por primera vez, no supieron qué hacer. Según cuenta Fry, nadie creía esto posible. Si bien el actor no declaró si iba a presentar cargos a los responsables de la pieza documental, sí aprovechó el espacio para poder advertir sobre los riesgos de esta tecnología en cuanto no tenga límites establecidos.
“La tecnología no es un sustantivo, es un verbo, siempre está en movimiento. Lo que tenemos ahora no es lo que será. En lo que respecta a los modelos de IA, lo que tenemos ahora avanzará a un ritmo más rápido que cualquier tecnología que hayamos visto nunca", afirmó Fry.
La inteligencia artificial, punto clave en la huelga de Hollywood
La cuestión del deepfake impulsada por la IA afecta, en gran medida, a todos aquellos que utilizan su imagen y voz para trabajar. En este caso, los actores. Hace cuatro meses, Tom Hanks se adelantó a esta situación y aseguró que dentro de la industria “lo veían venir”. La IA, hoy, tiene la capacidad de recrear voces, caras, cuerpos, audios con exactitud.
En consecuencia, esto se ha convertido en uno de los principales puntos en las continuas huelgas de Hollywood que ya llevan más de 120 días. “Es una frontera absolutamente nueva para los guionistas y actores a la hora de negociar, y piden una mejor regulación de cómo se utiliza en la industria del entretenimiento para no ser sustituidos por completo”, explica Jules Roscoe, periodista especializada en tecnología, en una entrevista para PBS News.
A su vez, según explica Holly Willis, profesor de cine de la Universidad del Sur de California, en una nota para The Conversation los guionistas temen que, en un futuro, se los contrate para editar guiones redactados por la IA y que su trabajo creativo se transforme en bases de datos que alimentan a las herramientas de escrituras. Mientras, los actores temen que las tecnologías deepfake se conviertan en la norma y que ya no se necesitan actores reales.
"Si no nos mantenemos firmes ahora, todos vamos a tener problemas. Todos vamos a correr el riesgo de ser sustituidos por máquinas", afirmó Fran Drescher, presidenta de la Screen Actors Guild-American Federation of Television and Radio Artists (más conocida como SAG-AFTRA), según informa NBC News.
El caso de Stephen Fry parece ser solo el comienzo de este camino de la industria del entretenimiento junto con la inteligencia artificial. La solución para minimizar los efectos y prácticas injustas parece recaer en una firme regulación. Discusión que, cada día, está más presente.
La semana pasada, Mustafa Suleyman, cofundador de DeepMind y Yuval Harari, historiador, se juntaron para un debate impulsado por The Economist y ambos, a pesar de sus grandes diferencias sobre cómo ven la inteligencia artificial, acordaron en algo: se necesita una coalición de voluntades para poder regular esta tecnología.