En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires aparecieron distintos carteles con mensajes sobre las cosas que irritan a las mujeres. Precisamente, en los barrios de Palermo, Belgrano, Almagro, Constitución, Villa Urquiza, Chacarita, Once y Villa Crespo leyendas como “Me irrita que cuestionen mis pelos” o “Me irrita tener que estar siempre depilada” invadieron los famosos chupetes publicitarios y las paredes porteñas.
Se trata de una campaña anónima que, hasta el momento, ninguna persona o entidad se atribuyó y que invita a las mujeres a preguntarse y compartir sus críticas sobre los distintos estándares sociales que se ejercen sobre ellas.
De hecho, la mayoría de los mensajes apuntan a los parámetros de belleza impuestos sobre las mujeres: “Me irrita tener que tapar mis estrías”, “Me irrita que hablen sobre mi cuerpo”, son algunas de las críticas anónimas que se expusieron en un país en el que todavía se viven muchas situaciones cotidianas en las que las mujeres se ven obligadas a actuar, vestir, hablar y comportarse de determinada manera.
Esta realidad se refleja en los números, ya que Argentina es el segundo país en el mundo con más trastornos de conducta alimentaria (TCA), según la Sociedad Argentina de Pediatría. Además, la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (ALUBA), indica que entre un 10 y un 15% de la población tiene algún trastorno alimentario.
En esta línea, las propuestas estéticas, la moda de talles chicos y pantalones tiro bajo, y el bombardeo publicitario para que las mujeres encajen en los parámetros de belleza hegemónica aumentan cada vez más y se replican notoriamente a través de las redes sociales.
De hecho, tal es la invación social, digital y comercial que no se salva nadie de la mirada y el prejuicio ajeno. La reciente muerte de Silvina Luna refleja cómo actúa la industria estética sobre los deseos, inseguridades y la salud de las mujeres.
También, está el caso de Luciana Milessi, una influencer que contó en TikTok cómo sufrió una parálisis facial luego de exponerse a una liposucción múltiple debido a las inseguridades que le generaron los comentarios sobre su cuerpo.
Bajo esta consigna, consultamos a nuestra audiencia femenina cuáles erán los motivos por los que más se sentían irritadas y respondieron cosas como:
“Salir a comer y que se dirijan a mi novio y que le den la cuenta a él aunque pague yo”, “Qué asuman que no me gusta algo por ser mujer”, “Qué comenten sobre mi cuerpo”, “Que me digan que me calme”, “Tener que seguir avisando que llegué bien a mis amigas” “Sentarme en un rincón del bondi porque los hombres se sientan con las piernas abiertas”, Que siempre se tilde a las mujeres de mala madre y nadie se pregunte del rol del padre”.