¡Buenos días! La sequía brutal de 2022 en la Argentina y los calores extremos que soportan ahora los países del Hemisferio Norte recuerdan que el cambio climático es mucho más que un punto en la agenda de la ONU. Los públicos, cada vez más, esperan que las empresas impulsen acciones concretas y efectivas para atenuar el calentamiento global.
Compartí esta newsletter o suscribite
1
Infierno. Hace pocos días se conoció la cantidad de muertos que dejó el calor en Europa el verano pasado: 62.000. Niveles pandémicos, sólo superados por el récord de 2003 —absolutamente excepcional, según los meteorólogos—, en el que murieron 70.000 europeos. Este verano, a medida que el horno boreal sigue aumentando la temperatura, la cifra de muertos crece sin que nadie sepa hasta dónde llegará. Mientras, el termómetro en los Estados Unidos deja marcas que parecen de ciencia ficción: 56,9 grados centígrados en el Parque Nacional Death Valley, con brutales 48,9 grados a las doce de la noche, con la luna brillando en el cielo. Los expertos no dan crédito a sus propios ojos.
Estos datos hacen juego con lo que arroja consistentemente el Edelman Trust Barometer desde hace años: las consecuencias del cambio climático son, después del temor a perder el trabajo, la mayor preocupación de los más de 35.000 encuestados de todo el mundo. Como si el espíritu de la todavía adolescente Greta Thunberg se hubiera adueñado de sus conciencias, cuanto más jóvenes y educados, más preocupados están. Y con razón. El futuro asoma caluroso: la mayoría de los expertos, con tono apocalíptico, insisten en que cada año el termómetro marcará un nuevo récord.
Bajo este sol abrasador, las empresas y otras organizaciones se van quedando sin opciones: tienen que tomar una posición sobre el problema climático. Un primer acercamiento al problema aconseja:
- Entender el contexto. Gustos y preferencias aparte, existe la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU. Y genera tendencias legislativas en todo el mundo. Y está vigente el Acuerdo de Escazú, con lineamientos específicos para los países de América Latina. Y una buena parte de la opinión pública presiona sobre los políticos para que el ambientalismo se traduzca en leyes y medidas concretas. Ignorar esto es meter la cabeza en un agujero, como el avestruz.
- Tener un punto de vista e implementar acciones consistentes con ese punto de vista. Cada sector tiene sus desafíos y de cada empresa, según sea su actividad, se espera una definición de prioridades: cuidado del agua, reducción de emisiones de carbono, manejo de residuos, uso de material reciclable, ahorro de energía… Todo vale, pero hay que elegir. Y que las obras acompañen el discurso.
- Trabajar para alinear la cadena de valor. Puertas adentro y puertas afuera: compromiso para mejorar procesos internos y acciones concretas para asegurar que los proveedores y socios están alineados. De poco sirven las lámparas de led en la planta si los productos llegan y se van en camiones que consumen gasoil y despiden humo con estándares de 1970.
- Evitar la superficialidad y el green washing. La sustentabilidad está llena de paradojas: si se dejara de usar el papel —un objetivo que parece deseable— muchos bosques se sustituirían por cultivos menos beneficiosos para el ambiente. Cuando los autos eléctricos sustituyan a los actuales —es la meta en Europa para 2035—, la demanda de litio y de cobre impulsará la minería, a menos que se nos ocurran mejores modos de almacenar y transmitir la electricidad. Nada es tan simple.
- Desarrollar una narrativa efectiva. Ser y parecer: hacer y contar lo que se hace. Y por qué. Y asesorados por qué expertos. Y con qué criterio de medición. Y cuánto se viene progresando año a año. Y cuál es el objetivo final. Lo que no se cuenta, no existe.
El mundo se cuece a fuego lento mientras la opinión pública Argentina, urgida por otras prioridades, se enfoca en el corto plazo. Tarea de los profesionales de la comunicación: interpretar cómo el resultado de las inminentes PASO puede impactar en los negocios y a la vez recomendar acciones de sustentabilidad para la próxima década. Atajar y hacer goles, todo al mismo tiempo.
2
Tres preguntas a Laura Casamitjana. Es una periodista española, columnista de la newsletter Ethic, de la Fundació Periodisme Plural. Ha sido Productora de Contenidos de TVE e Investigadora de la Universitat Autònoma de Barcelona.
―¿En qué consisten los llamados “refugios climáticos”?
―Una frase veraniega típica es: “Vamos al shopping, que está fresquito”. La gente se pasa la tarde vagando, sin comprar nada, y alarga tres horas el consumo de una Coca-Cola. Esta búsqueda de un espacio refrigerado que ayude a paliar las altas temperaturas es algo recurrente en la naturaleza. Los humanos de alguna manera somos como conejos que buscan una madriguera. Esto está impulsando la creación de políticas orientadas a la búsqueda de madrigueras más democratizadas, públicas y sostenibles que los shoppings. Son los que se conocen como “refugios climáticos”. El Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) de España los define como “zonas naturales o urbanas que ofrecen unas condiciones ambientales benignas para protegerse de un contexto desfavorable, como el exceso de calor” y se encuentran en “un parque, un paseo o una rambla con arbolado y zona de fuentes o con acceso a agua natural, como pueden ser un río o una playa”.
―¿Por qué se necesitan “refugios climáticos” en las ciudades?
―Las grandes urbes están sometidas con frecuencia al fenómeno “isla de calor”. Según los expertos, esto responde al hecho de que la combinación de grandes edificios y cantidades ingentes de asfalto acumulan temperaturas altas con el paso de las horas. Este cúmulo se va liberando y propicia que incluso en las noches haya temperaturas más elevadas de lo que es natural. Un estudio publicado en The Lancet concluye que esta problemática ―hay que diferenciarlas de las olas de calor, ya que las islas de calor responden a un problema de la concepción urbanística― ha llegado a generar veranos en las ciudades con temperaturas medias 1,5 grados por encima que en sus entornos. A partir del análisis de 93 ciudades, se ha determinado que más de 6.500 muertes se deben a este fenómeno, y se afirma que un tercio de ellas se podría haber evitado si se hubiera plantado un 30 % más de árboles. Las ciudades necesitan contrarrestar esta situación, y de ahí surge la idea de los refugios climáticos.
―¿Hay ya ejemplos de ciudades que están manejando esto adecuadamente?
―Barcelona se erigió como pionera con el Plan Clima 2018-2030, en el que se establecía la creación de una red de refugios climáticos. En el mismo estudio se plantea la necesidad de que en 2030 cada habitante tenga un refugio climático accesible a menos de cinco minutos de su casa, puesto que estos espacios se necesitarán cada vez más: Barcelona ha sufrido ocho olas de calor en los últimos 34 años. Según las proyecciones del Servicio Meteorológico para Barcelona, esta frecuencia aumentará significativamente y a finales de siglo podría haber entre una y cuatro al año, según el escenario considerado. Barcelona quiere que, para 2030, cada habitante de la ciudad tenga un refugio climático a menos de cinco minutos de casa. En contraste, Madrid todavía no ha puesto a disposición de la ciudadanía propuestas concretas para paliar las temperaturas y tendrá que trabajar seriamente para enfrentar los problemas relacionados con el cambio climático.
Las tres preguntas a Laura Casamijtana se tomaron del artículo publicado en Ethic con el título “La era de los refugios climáticos”. Para acceder a la nota completa podés hacer click acá.
3
La revolución verde. Casi todos los síntomas del progreso, incluyendo el avance de la Inteligencia Artificial, presentan una contracara amenazante. Este artículo se enfoca en la excepción que significan los parques eólicos, que aún con su impacto estético en paisajes antes limpios de molinos, constituyen una opción energética limpia y sustentable prácticamente sin contraindicaciones. La revolución verde: una transformación “tangible y honesta”.
4
Academia. El cambio climático, entre otros efectos, está causando migraciones masivas forzadas por desastres naturales. Este artículo establece algunas precisiones conceptuales para entender el fenómeno y usar con propiedad el lenguaje para referirse a las llamadas “migraciones climáticas”, definidas como “el movimiento de una persona o grupos de personas que, predominantemente por razones de cambio repentino o progresivo en el ambiente debido al cambio climático, se ven obligadas a abandonar su lugar de residencia habitual”. Pasó antes en la historia del planeta. Está volviendo a suceder.
5
Oportunidades laborales
- Sanofi abrió la búsqueda de Public Affairs & Communications Head - South Cone.
- Accenture Argentina busca Corporate Strategy Sr. Manager.
- Edelman mantiene activa su búsqueda de Director de Comunicación Digital.
Hasta acá llegamos esta semana. Todas tus ideas, propuestas o consultas son bienvenidas. Podés escribirme a [email protected]
¡Hasta el próximo miércoles!
Juan
Con apoyo de
Media Partner
* El contenido de Comms no necesariamente representa la posición institucional del Círculo DirComs. El Círculo de Directivos de Comunicación (DirComs) es una asociación civil que busca promover el intercambio de conocimiento y experiencias entre los máximos responsables de comunicación corporativa, relaciones institucionales, asuntos públicos y gubernamentales de las principales empresas del país. *