La cultura digital cambió la definición de lo que significa ser una persona pública. De acuerdo con gran parte de los tratados internacionales de derechos humanos, todos tenemos derecho a la privacidad. Esto significa, básicamente, que deberíamos poder vivir nuestras vidas sin la interferencia de los medios de comunicación o del Gobierno.
Pero la historia en redes sociales es otra. Tal como argumenta el experto en ética Yonason Goldson: "Las redes sociales han convertido a muchos de nosotros en voyeurs, exhibicionistas o ambas cosas. Nos hacen buscar el reconocimiento como sea, a menudo a costa de los demás".
El contenido cringe es un elemento importantísimo en esta ecuación. En TikTok, el hashtag cringe tiene más de 43.000 millones de visualizaciones y fails más de 37.000 millones. Tal como distingue el canal Contrapoints en su famoso análisis del fenómeno, no podemos igualar la situación de personas que hacen videos para dar cringe adrede y quienes se viralizan como objeto de cringe sin su conocimiento (respecto a la primera situación hablamos en nuestra nota Genealogía del Cringe).
De todas formas, tal como advierte la youtuber, también hay casos en los que no podemos estar seguros de que las personas que hacen videos saben a qué juego online se entregan o cómo serán consumidas (como sucedió con Chris-Chan).
En el extremo opuesto de la ecuación tenemos los videos de personas que se viralizan sin ningún tipo de consentimiento o poder de decisión, ya que son filmadas estando en la calle o viviendo su vida normalmente. Esta nota de Mashable cuenta varios casos virales (muchos en la red social Tiktok) en los que los límites de la privacidad fueron puestos en duda:
- El primero es un TikTok sobre una chica que rompió en llanto en el Times Square. En un entorno con carteles parpadeantes, vendedores y artistas callejeros y multitudes, la angustia estalló después de que le tocaran el hombro pidiendo un “choque los cinco”. Su hermana luego explicó en un video en la misma red que estaban de viaje juntas y que la reacción intensa se debía a que está diagnosticada con autismo. El video original tuvo 400.000 visitas antes de ser eliminado.
- También en TikTok, el influencer Harrison Pawluk se graba a sí mismo haciendo un “acto de bondad aleatorio”, un formato que usa seguido para su contenido. Este video en particular consiste en entregarle un ramo de flores que le entrega a una señora sentada sola en una mesa de un shopping. El nombre de esta mujer es Maree y el video superó 50 millones de visitas. En una entrevista ella comentó: “Interrumpió mi momento de tranquilidad, filmó y subió un vídeo sin mi consentimiento, convirtiéndolo en algo que no era... Siento que está ganando bastante dinero con eso. Me sentí como un clickbait con todas esas personas comentando que era una historia desgarradora”. Si bien Pawluk se disculpó, luego comentó que seguiría realizando estos “actos de bondad”.
- Un último caso es el TikTok de una mujer mayor saliendo de la sala de cine a solas al final de la película Barbie (con una canción bastante dramática agregada, por cierto). ¿Qué nos pasa con la gente mayor sola? Tal como comenta Mashable, en primer lugar, es imposible saber que estaba sola. En segundo lugar, no hay nada triste en realizar actividades en soledad. Y, por último, filmarla le quita completamente su privacidad, convirtiéndola en objeto de escrutinio en internet sin su conocimiento o consentimiento.
Sin embargo, distinto es el caso cuando el contenido es de interés público por razones legítimas. Por ejemplo, en Estados Unidos está la excepción de que siempre es legal (e incluso, en algunos casos, incentivado) filmar a las fuerzas de seguridad. Esto es considerado una potente herramienta en contra de la brutalidad policial y fue crucial en la condena del expolicía Derek Chauvin por el asesinato de George Floyd.
Por fuera de estos casos particulares, tenemos que tratar el asunto con cierta delicadeza. Cuando estemos filmando en lugares públicos, recordemos estas cifras de Statista: “entretenimiento” es la categoría más popular en redes sociales a nivel mundial y la categoría “pranks” (bromas que suelen involucrar a terceros sin su consentimiento) cuenta con más de 79.000 millones de visitas.
El funcionamiento de TikTok muchas veces ocasiona un efecto bola de nieve: su algoritmo está diseñado para sobrecargar el feed de un usuario con contenido con el que ha interactuado y, si interactúa con un vídeo de este tipo, verá muchos más. Tal como explica Joe Karasin, fundador de la compañía de marketing digital Karasin PPC, "en el momento en que interactúes con un vídeo de este tipo, puedes esperar ver más de lo mismo,y TikTok empezará a compartir el contenido con más perfiles. Como este tipo de contenido ya es popular, básicamente sucumbe al efecto 'pile-on' de conseguir una exposición inmediata". Según las condiciones de uso, los usuarios son los responsables de cualquier contenido que publiquen y por cada 1.000 visualizaciones, un creador puede ganar entre 2 y 4 dólares.
A la hora de postear, es útil recordar que una vez que algo está en internet (y se viraliza), se vuelve prácticamente imposible de eliminar. Es decir, ya no nos pertenece, le pertenece al mundo. En este contexto, las intenciones valen poco. Aunque no lo hayamos filmado buscando humillar o reírnos del comportamiento de alguien, muchas personas navegando internet pueden tomar a una persona de punto para desquitarse. ¿No fue ese siempre el conflicto del hate, lo fácil que es criticar desde el anonimato?
Además de que cada uno de nosotros como usuarios de redes sociales podemos y deberíamos prestar más atención cuando creamos contenido potencialmente dañino para la vida de alguien, es fundamental que los dueños y reguladores de las redes diseñen políticas más tajantes y articuladas sobre lo que se puede publicar.