Presentado por
¡Buenos días! Queremos destacar un trabajo maravilloso: es de la Red Creer, que trabaja con distintas organizaciones para brindar oportunidades de inserción sociolaboral a personas privadas de su libertad y liberadas.
Compartí esta newsletter o suscribite
1
Una dificultad que tiene la sociedad moderna, y que tal vez lleva años, décadas, es la de generar empleo. El empleo que es no solo por una necesidad económica que todos tenemos, sino también como una actividad que dignifica. El empleo nos hace humanos, nos da un lugar en la sociedad, hace sentir que uno genera, produce, crea.
Hay un lugar obviamente difícil desde el cual pensar en conseguir trabajo: la cárcel, la prisión. Somos una sociedad encantadora, una comunidad admirable. Pero tenemos nuestros propios prejuicios. No es inocente pensar que, si para cualquier persona es difícil encontrar un empleo, lo es mucho más para alguien que acaba de dejar la cárcel.
Esta es una reflexión difícil, porque tiene que ver con el perdón, la misericordia, el resentimiento, el enojo, las heridas producidas. Con algo que se hizo mal, con un delito. Pero también con la posibilidad de cambiar de vida, con la oportunidad para esa persona que estuvo privada de su libertad de reinsertarse en la sociedad.
Esto que pareciera una reflexión filosófica o religiosa, en la vida cotidiana es algo complejo.
Queremos iluminar la tarea de una red que conocimos: la Red Creer. Con la fuerza que tiene el concepto de “red” y la fuerza que tiene el concepto de “creer”. Que crean en uno es un tremendo sustento para estar de pie. Por supuesto, conlleva responsabilidad. “Te creo” genera en el otro firmeza, seguridad.
Esta red se dedica exactamente a intentar permanentemente que las personas que estuvieron presas tengan un empleo formal y digno.
Y trabajan junto con otros actores que también dan su voto de confianza. Multinacionales, negocios de barrio, cooperativas o pymes que también dicen: “te creo”. Que generan oportunidades. Si esta reflexión sirve para que una sola persona más consiga un trabajo digno luego de dejar la cárcel, entonces esta newsletter va a tener otro motivo de festejo La Red Creer es una organización maravillosa, entre otras cosas porque nos ayuda a volver a creer. Para que creamos todos en la posibilidad de transformar el dolor. Y cambiarnos.
2
Según cuentan en su sitio web, la Red Creer es “un espacio colaborativo integrado por más de 130 organizaciones de los sectores público, privado y social que diseña, implementa y evalúa distintas iniciativas de impacto colectivo orientadas a la inclusión socioeconómica de personas privadas de la libertad, liberadas y sus entornos directos”.
En una nota de RED/ACCIÓN, contábamos que “el propósito de la Red Creer es generar un proceso de reinserción replicable y sustentable y la construcción de herramientas y soluciones innovadoras para problemáticas comunes. La forma de trabajo es la de organizar y articular la participación activa de los sectores público, privado y social y de visibilizar y posicionar la problemática, mientras se aporta a la consolidación de nuevos paradigmas”.
Llevan implementadas iniciativas en más de 100 localidades de todo el país y en más de 15 unidades penitenciarias ubicadas en Buenos Aires, Jujuy, Mendoza y Salta. Han generado la inserción sociolaboral de más de 50 personas producto de la articulación de 7 organizaciones del sector privado, 6 del sector público y 3 organizaciones de la sociedad civil.
Además, han hecho tareas de sensibilización en cientos de organizaciones, brindado múltiples talleres de oficios, emprendimientos y habilidades socioemocionales.
3
Una breve entrevista con Florencia Sequeira, coordinadora general de la Red Creer.
—¿Qué es lo que más tienen que trabajar en las personas privadas de su libertad o liberadas que buscan reinsertarse socioeconómicamente? ¿Cómo lo hacen?
—Desde la Red Creer (a partir de estudios, diagnóstico y trabajo con organizaciones con experiencia en contextos de encierro y con el sistema penitenciario y áreas del Gobierno involucradas en el proceso) podemos decir con certeza que las personas privadas de su libertad deben trabajar al menos en dos líneas sobre el fortalecimiento de capacidades. Por un lado, en fortalecer habilidades técnicas, es decir aprender sobre un oficio o emprendimiento. Y por otro lado las habilidades socioemocionales, es decir lo relativo a los vínculos y a los proyectos de vida, el proceso más emocional que hace la persona que atravesó un contexto de encierro. Estas dos líneas que deben ir juntas. Por eso planteamos formaciones de este tipo dentro y fuera del contexto de encierro. Y esto lo logramos articuladamente con organizaciones que vienen dando estos talleres, en algunos casos con empresas que brindan formaciones en habilidades técnicas y por supuesto en articulación con los servicios penitenciarios federales como provinciales.
—¿Cómo trabajan para avanzar contra prejuicios que están muy presentes sobre las personas privadas de su libertad o que estuvieron en la cárcel?
—Una de las líneas de acción de la red es el trabajo con medios de comunicación y formadores de opinión, mediante actividades como conversatorios, formaciones, compartiendo historias de vida. Buscamos así visibilizar cuestiones más positivas en torno a esta población y que ayuden y fomenten que medios y periodistas puedan transmitir las noticias desde una perspectiva de derechos humanos que colabore a la desestigmatización de esta población. También hemos compartido el decálogo de la Red Creer, con información de buenas prácticas para tratar información que involucre a esta población. Creemos que se ha avanzado bastante en esta materia de concientización pero aún hay mucho trabajo por hacer.
—¿Cuál es el valor de la “red” en el trabajo que hacen, de trabajar en colaboración con otras organizaciones?
—Uno de los principales valores o fortalezas que tenemos dentro de la red es que con este modelo de trabajar en alianzas promovemos un proyecto de gran impacto, colectivo y colaborativo. Siempre conversamos con las organizaciones que el impacto que puede lograr una organización sola tiene un alcance mucho más chico que el que se puede generar trabajando articuladamente. Por eso promovemos trazar puentes, contactos, vínculos para conocer los recursos y necesidades de cada organización y así que se complementen para generar un impacto mucho mayor en la inclusión socioeconómica de quienes pasaron por la cárcel.
— ¿Qué le dirías a un empleador a quien le genera temor la sola idea de contratar a una persona liberada?
—Lo primero que le decimos, y esto lo conversamos con distintos organismos del sector privado, es que es sumamente importante generar políticas que incluyan a esta población. Que desde el sector privado se genere un cambio de paradigma desde la contratación. Es muy importante el acompañamiento a la empresa, por eso tenemos un programa de inclusión laboral con el cual los empleadores sienten más confianza. Instamos a las empresas a contratar a personas que vienen de contextos de encierro. Primero porque sabemos que tienen una necesidad muy urgente y que obtener un empleo ayuda a bajar los niveles de reincidencia. En ese sentido, trabajamos con las empresas en brindarles conocimientos y que entiendan que con estas contrataciones no solo colaboran con la persona empleada, sino con toda la sociedad. Pero también porque sabemos por nuestra experiencia que las personas que vienen de contextos de encierro son personas muy dispuestas a trabajar bajo empleabilidad, a aprender y muy comprometidas con que alguien (una empresa, una organización social o el Estado) esté dispuesto a generar estas oportunidades. En su mayoría, las personas contratadas demostraron que son experiencias no solo satisfactorias sino exitosas por el nivel de compromiso que tienen con sus empleadoras.
—¿Qué es lo que más satisfacción les genera de lo que lograron?
—Lo que más satisfacción nos genera es que al menos alguna persona que haya pasado por el modelo que proponemos haya sido incluido en un puesto de trabajo o haya sostenido un emprendimiento que le permita generar ingresos y no volver a la cárcel. Haber pasado por estos procesos, hablar con chicos y chicas que transitaron la empleabilidad o pusieron en marcha proyectos que tenían planificados nos llena de orgullo. Sabemos que son procesos muy necesarios, complejos y muchas veces largos. Pero valen la pena. Compartir lo que los chicos sienten es lo que nos da mayor satisfacción.
—¿Qué aprendiste gracias al trabajo en Red Creer?
—Creo que una de las primeras cosas que aprendí fue a quitarme muchos prejuicios que tenía sobre personas privadas de su libertad y liberadas. Sobre lo que pasa con ellos, sobre cuán predispuestos están a tener alternativas distintas de vida. Es producto del desconocimiento que tenemos en la población sobre lo que sucede en unidades penitenciarias y a lo que pasa con personas liberadas y a su ida y entornos directos. También de la propia estigmatización que tenemos por no conocerlos. Hay muchas cosas que colaboran a generar una imagen que no es del todo real. Se desconoce, por ejemplo cuáles son los derechos que se deben cumplir para personas privadas de su libertad. Muchos piensan que no debieran tener derechos a alimentación, a educación o trabajo. El único derecho que se le quita a una persona privada de su libertad es la libre circulación. Tampoco conocer cuántos obstáculos hay para que una persona no vuelva a reincidir. Es importante que conozcamos más como sociedad para generar otro tipo de compromiso. Y entender por qué es necesario trabajar con esta población para generar oportunidades reales de inserción laboral.
Pan American Energy busca ser un promotor activo en el desarrollo de las comunidades en las que opera. Por ello, lleva a cabo acciones de triple impacto para crear valor económico, social y ambiental a través de la articulación público-privada. Su trabajo en Sustentabilidad se basa en cuatro ejes estratégicos: educación y cultura, salud y deporte, desarrollo local y ambiente. En el último año, con sus más de 100 programas, la compañía alcanzó a más de 300.000 personas.
Conocé más en pan-energy.com/sustentabilidad
4
Esta edición de OXÍGENO no es la primera vez en la que desde RED/ACCIÓN buscamos mostrar el trabajo que hacen organizaciones que buscan dignificar a personas privadas de su libertad.
Un caso es el de Liberté, la primera cooperativa del país cuyo consejo directivo está integrado 100 % por personas presas. Y que el año pasado abrieron un restaurante atendido por los mismos internos de una cárcel de máxima seguridad.
También te contamos sobre un emprendimiento en un penal de Uruguay que da empleo a 30 personas privadas de su libertad.
En este texto repasamos las causas que inciden en la reincidencia y el rol clave de programas educativos y de reinserción laboral en las cárceles.
Por otra parte, el deporte también es una poderosa herramienta para el desarrollo de quienes cumplen una condena en prisión. Hay varios proyectos que dan cuenta de ello.
También hablamos de proyectos comunicativos que buscan visibilizar los derechos de personas privadas de su libertad, como estos dos de Rosario. Además, te dejamos acá un video que tiene bastantes años pero que cuenta una historia increíble: la de Carlos Mena, un hombre que aprendió a leer a los 33 años, mientras cumplía una condena. Y que, cuando su pena terminó, regresó a la cárcel pero para enseñar literatura a otras personas presas.
5
Cerramos esta edición con otros contenidos de RED/ACCIÓN que nos oxigenan.
Hay varias iniciativas que se llevan adelante para avanzar en la inclusión de personas con discapacidad. Por ejemplo, en la Universidad Nacional de La Plata desarrollaron un "glosario académico accesible" para estudiantes que usan Lengua de Señas Argentina.
Además, en estos días se puede visitar al Museo Internacional de la Discapacidad “María Kodama”. Cuenta con 200 obras mediante las cuales se busca “que las personas entiendan lo que no se puede explicar con palabras” acerca de la discapacidad.
Además, ayer contamos sobre El Granero, un centro terapéutico con un modelo disruptivo, que aborda los tratamientos de personas con discapacidad de una manera, integral, que involucra también a sus familias.
Cuidate mucho, cuidalas mucho, cuidalos mucho.
Te mandamos un gran abrazo.
Juan y David