“La cultura y el arte son fundamentales para visibilizar muchas situaciones vinculadas a la discapacidad. A través de las obras se logra que las personas entiendan lo que a veces no se puede explicar con palabras”. Eso opina Nika Pedro, que tiene 30 años, autismo y fue el creador del Museo Internacional de la Discapacidad – María Kodama, un espacio itinerante con 200 obras que busca sensibilizar y promover la reflexión sobre la inclusión de personas con discapacidad.
El espacio se inauguró este jueves 3 de agosto en la Universidad de Belgrano (Zabala 1837 de la Ciudad de Buenos Aires) y se puede visitar hasta el 10 de agosto en esta primera etapa. Para ir, es necesario reservar una visita guiada por WhatsApp al número +5491126581015.
“A través de los cuadros se puede sentir el placer, la felicidad o el dolor que provocan las distintas situaciones. Por ejemplo, logros que para quienes tenemos una discapacidad son enormes, pero para otros resultan pequeños, como hacer una fila, ir al supermercado solo o completar una carrera académica”, reflexiona Pedro, quien trabajó en el proyecto durante los últimos 12 años, además de haber publicado libros y materiales lúdicos adaptados para personas con discapacidad, con dibujos y poemas. “En este tiempo, fui reuniendo el patrimonio y guardando lo que hoy se convirtió en un conjunto de obras del museo”, cuenta Pedro.
El museo fue creado dentro del Foro Internacional Suizo-Argentino de la Discapacidad, una organización que también ideó Pedro y que trabaja en el desarrollo e integración de decenas de jóvenes, a través de métodos y espacios tan diversos como la equinoterapia, un centro de recreación y una escuela de modelaje, entre otros.
El museo fue anunciado por primera vez el 1 de agosto, en el Día Nacional de Suiza, ante todo el cuerpo diplomático de este país en Argentina. De hecho, el museo cuenta con el apoyo de la Embajada Suiza. En estos cuatro días se invitó a familiares y personas cercanas a visitar las obras.
“Muchas de estas personas se van emocionadas, algunos lloran o mandan largas reflexiones escritas sobre lo que el museo les dejó”, cuenta Pedro.
Entre las 200 obras del museo se incluyen pinturas, fotografías, esculturas y materiales históricos de distintos artistas con y sin discapacidad, y que promueven la reflexión.
Un museo singular
Una particularidad del museo es que contará con distintas sedes. A esta primera, que es en la Universidad de Belgrano, se sumará en octubre una en la Facultad de Medicina de la UBA. A partir del año próximo, las obras también estarán en Suiza y en Guatemala. Pero lo curioso es que, además, se abrirán sedes en forma simultánea en una misma ciudad: cuando en octubre el museo abra en la UBA, también estará abierto en la Universidad de Belgrano. Así lo explica Pedro: “La idea de que el proyecto esté distribuido por diferentes sedes es que imite la distribución de la cabeza de muchas personas que tenemos dificultades en el neurodesarrollo y dejamos expandir nuestros deseos, pero siempre con el mismo concepto. Por eso, para llegar de un salón a otro, las personas van a tener que subirse a un auto y viajar, algo similar a lo que para nosotros implica a veces cambiar de una habitación a la otra en un mismo edificio”.
Otra curiosidad del museo es que incluye en su nombre a la escritora y viuda de Jorge Luis Borges. “Ella me apoyó a lo largo de los años en mis proyectos. El museo lleva su nombre porque se lo merece”, señala Pedro. Y destaca la actitud inclusiva de Kodama, por ejemplo, al hacer que funcione una escuela de Lengua de Señas Argentina en la Fundación Borges.