Mauricio Capart nació hace 46 años en Esquel, provincia de Chubut. Cuando tenía 18 años sufrió un tumor que le comprimió la médula espinal en la zona lumbar y, luego de dos intervenciones quirúrgicas, comenzó a movilizarse en silla de ruedas. La discapacidad, sin embargo, lo hizo recorrer nuevos caminos. Desde lo geográfico, lo impulsó a mudarse a la Ciudad de Buenos Aires en busca de mejores prestaciones. Pero también desde lo vocacional, ya que se dedica a brindar charlas sobre distintas facetas de la inclusión y sobre superación personal. Gran parte de esto lo aprendió con el deporte: es el principal referente de esquí náutico adaptado en Latinoamérica.
Desde el Ministerio de Trabajo, Capart asesora a empresas para lograr mayor inclusión laboral a partir de las políticas públicas y programas nacionales. En paralelo, brinda charlas motivacionales sobre discapacidad en escuelas y organizaciones.
—¿Cuál sería el principal mensaje que buscás transmitir?
—Que más allá de todas las adversidades, se puede. Por supuesto, siempre depende de la situación de cada uno, pero siempre se puede. Yo voy a esquiar a muchos lugares que no están adaptados, en los que, por ejemplo, me tienen que ayudar a llegar al muelle o necesito asistencia para acomodarme en la lancha. Pero cuando estoy en el agua me olvido de todo lo demás. No voy pensando “uh, qué garrón”.
—El deporte te ayudó mucho a forjar esa actitud de superar barreras…
—Con el deporte aprendí a trabajar la conducta, a ser más constante y a que si uno no le pone garra y corazón no se logra nada. Por ejemplo, aprendí a “ganarle a los días feos”. Este es un deporte en el que uno mira mucho el pronóstico y también aprendés que no siempre se puede, porque a veces la lluvia o el viento impiden esquiar. Pero igual en esos días gano amigos, charlas mientras esperamos que calme el clima mientras miramos el lago. En otros, tras esperar, puedo entrenar.
—¿Cuándo comenzaste con el esquí adaptado?
—Hace unos 10 años cuando unos amigos me invitaron al río en Tigre. Hace un tiempo me propuse tomármelo más en serio. Me armé los equipos a medida (tuve que mandarlos a fabricar copiando modelos de afuera, poniendo cabeza y usando el ingenio de lo que quería que me hicieran, porque es complejo) conseguir la indumentaria necesaria (trajes de neoprene, chaleco, guantes, manillar y soga) y darle continuidad a las prácticas durante todo el año.
En marzo del año pasado, Capart logró que se incluyera la categoría del esquí náutico adaptado dentro de los torneos nacionales convencionales. “Las reglas de una competencia son básicamente las mismas que en el esquí náutico convencional, como la medida de la cancha, las velocidades, el largo de soga, altura de la rampa, o distancia entre boyas mini pista y pista grande, etc. Solo se hacen algunos ajustes sobre ciertas reglas, principalmente sobre la adecuación de los equipos que nos permitan el mejor desempeño posible”, explica Capart. En el esquí náutico adaptado participan tres grupos de discapacidad, la visual, la motriz y la auditiva.
Capart logró marcas que le permiten competir a nivel internacional. El problema es que, al igual que en Argentina, en el resto de Latinoamérica casi no existen muchas competencias de esquí adaptado. Por eso, para poder medirse con los mejores esquiadores de otras latitudes, apuesta a competir en el Mundial de septiembre, que se va a realizar en Sacramento, California.
Para eso, se entrena físicamente tres veces por semana y los fines de semana realiza prácticas en el agua. En paralelo, impulsa una colecta en redes sociales, con el fin de juntar lo necesario para viajar y participar del Mundial. También convoca a empresas que quieran patrocinar su participación en la competencia.
Si querés apoyar esta iniciativa, podés contactar a Mauricio Capart por mail o sus redes sociales.