Las mujeres están presentes en todos los eslabones de la cadena productiva agropecuaria: son pequeñas y grandes productoras, acopiadoras, corredoras, ganaderas, tamberas, apicultoras, agricultoras, emprendedoras, técnicas, científicas, ingenieras y empresarias. Sin embargo, el campo aún se ve como un espacio masculino. Por eso fue histórico el encuentro realizado recientemente en la sede de la Bolsa de Comercio de Rosario: allí, mujeres referentes del campo se reunieron para visibilizar los desafíos que enfrentan en el sector.
Mirian Duré (Escuela El Embudo), Mónica Lucero (Las Chicas del agro), Guadalupe Covernton (Red de Mujeres Rurales) y Anaclara Dalla Valle (Sostenibilidad y Fundación BCR) participaron de un panel conducido por Ingrid Beck, periodista y activista por los derechos de las mujeres.
“Hace 14 años que trabajo en áreas comerciales relacionadas a la agroindustria. Podría decir que tuve dos desafíos. El primero, relacionado a lo personal: no sobreadaptarme ni masculinizarme. Intentar seguir siendo yo misma, tener mi propia impronta y no tratar de pasar desapercibida para ser una más. El segundo, entender que si bien en el agro trabajamos muchas mujeres, al ser menos que los hombres, a veces nos sentimos solas. Entonces, trabajar en equipo es clave”, expresó Lucero. Ella es gerenta de Línea de Producto para Sudamérica en una agroexportadora y cofundadora de “Las chicas del agro”, una asociación civil que tiene como fin inspirar, incorporar y acompañar la trayectoria de las mujeres en la agroindustria.
Otra de las referentes que participó de la jornada fue Guadalupe Covernton, integrante de la Red de Mujeres Rurales. Ella se mostró optimista sobre cómo evoluciona el sector. “El objetivo es potenciar, dar visibilidad y ayudarnos entre nosotras. No somos la primera generación que se dedica a esto, pero nos falta para lograr un cambio profundo. Es importante que las mujeres tengan acceso y no tantas limitaciones, que puedan ocupar puestos en la toma de decisiones”, agregó.
A propósito, un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señala que en la Argentina las mujeres participan en tareas de agricultura, en organizaciones rurales, cooperativas y asociaciones en igual medida que los hombres. No obstante, casi no ocupan puestos de liderazgo.
La misma investigación de la FAO señala que las mujeres rurales son un cuarto de la población mundial, responsables de más de la mitad de la producción de alimentos. “Si hoy se cumplieran los derechos de las mujeres rurales se podrían producir entre un 20 % y un 30 % más de alimentos en el mundo. Lo que significa 150 millones de personas menos con hambre en el planeta, casi cuatro veces la población de la Argentina”, resalta el informe.
Por su parte, Anaclara Dalla valle, gerenta de Fundación y Sostenibilidad de la Bolsa de Comercio de Rosario, consideró: “Hay un desafío en cómo instalamos estos temas y hackeamos el sistema para que eso que nos conmueve no se nos vuelva en contra. Es poderoso llegar a estos lugares y que se den estos debates. Tenemos que generar equipo desde las diferencias”. En esa misma línea, destacó: “Luchamos contra un modelo cultural, con exigencias que son estereotipadas”.
“No hay tareas para hombres o mujeres”
Miran Duré es directora de la escuela rural N°45 “Martin J. Thompson” en las islas de Victoria, Entre Ríos. También es apicultora y trabajadora rural desde pequeña, y fue una de las articuladoras clave en un proyecto de desarrollo de comunidades en las Islas, que se realiza desde 2020 en conjunto con la Fundación de la Bolsa y otras entidades de Rosario. “Acá la mujer no toma protagonismo, es muy difícil estar en una zona fuera de las redes, de la ciudad, donde no conocen otra manera de vivir”, señaló.
Una investigación de la Comisión Interamericana de Mujeres mostró que gran parte de las mujeres rurales trabajan en el sector informal y con remuneraciones inferiores a las del hombre por las mismas tareas, lo que genera que tengan mayores dificultades en el acceso a la tierra, a los créditos y a la educación.
Desde su lugar, la docente busca cambiar este paradigma. “En mis años de trabajo demostré que no hay tareas de hombres o de mujeres. Mis estudiantes reconocen eso y no tienen límites”, dijo en el encuentro en Rosario.