En un centro de día para hombres del oeste de Belfast (Irlanda del Norte), Phil Keaveney explica que, a sus 60 años, es el más joven del grupo.
Nacido en Escocia y residente en Belfast desde hace 38 años, Keaveney sufre problemas articulares y de salud mental, pero participa regularmente en el taller Gort Na Móna donde construye de todo, desde muebles hasta lapiceras.
Alrededor de 20 hombres forman parte del grupo, incluidos 10 miembros “incondicionales” que lo visitan más a menudo. “La mayoría son discapacitados, pero hay algunos jubilados que no tienen nada que hacer. Si no, se quedan sentados en casa viendo la tele”, explica Phil al Irish News.
Iniciado en 2019, el grupo se estableció en antiguos probadores donados por Gort Na Móna, con constructores y empresas locales brindando todo, desde la plomería y maquinaria de taller, así como también té y galletitas.
Durante la pandemia el grupo se mantuvo en contacto por WhatsApp antes de volver definitivamente a la presencialidad.
“El salón de té es el lugar más utilizado, es estupendo que la gente pueda entrar. A menudo son personas a las que no hemos visto en años”, explica. “Vienen a tomar una taza de té y a contar historias, lo que demuestra que el espacio funciona. Para ser sincero, es mejor que ir al psicólogo: yo tengo problemas en la vida y esto me ha sacado de mi burbuja”.
Además de un montón de oportunidades para practicar el “hágalo usted mismo” (DIY por sus siglas en inglés), para los hombres de la generación de Phil, el grupo ofrece una primera oportunidad de probar clases de cocina y arreglos florales.
“Francamente, son cosas que los hombres no hubieran hecho en nuestra época. Yo no había cocinado en mi vida antes de esto. Es bueno para la salud mental, la diversión es increíble y, desde luego, necesitas tener ‘piel gruesa’”.
Participar del grupo es gratis, lo que significa una gran ventaja en un momento en que el presupuesto familiar es limitado.
“Intentamos utilizar materiales reciclados. El precio de la madera está por las nubes, pero la gente nos la sigue donando”.
“Hacer algo en el taller en lugar de estar sentado en casa sin hacer nada supone una gran diferencia”.
Además de ayudar a los miembros del club a relajarse, el centro proporciona un alivio a los seres queridos y a los cuidadores en casa. “Para ser sincero, mi mujer también necesita alejarse de mí. Así que cuando me voy un rato, ella se alegra, porque a veces puedo llegar a ser molesto”, dice Phil.
Para alentar a quienes se sientan nerviosos por unirse a un nuevo grupo, Phil dice que hablar de sus problemas personales no da tanto miedo como parece.
“Surge de forma natural. Alguien empieza y, antes de que te des cuenta, dices algo que nunca antes habías dicho”, explica.
“Todos hemos sufrido de cosas como muertes, pero nos ayudamos mutuamente. Uno cree que tiene problemas, pero después escucha lo que les pasa a otras personas. De por sí, cambiar la vida de alguien es una victoria, y yo creo que estamos haciendo una gran diferencia.”
Esta historia fue publicada originalmente en The Irish News, y es republicada dentro del Programa de la Red de Periodismo Humano, apoyado por el ICFJ, International Center for Journalists.