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¡Buenos días! Hoy es el Día Mundial del Refugiado. Y creemos que es necesario reflexionar en este fenómeno que crece: el de las personas que deben escapar de sus hogares. Y que buscan que las recibamos con los brazos abiertos.
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Aproximadamente por cada 75 personas en el mundo, una es una persona desplazada: alguien que por miedo, amenazas, porque su vida o la de su familia corría peligro, tuvo que abandonar su lugar de origen. En cada manzana hay una, dos o tres personas que llegaron desplazadas, con sus miedos, angustias y el impacto tremendo que significa migrar, y hacerlo de golpe. En total hay más de 100 millones de personas en todo el planeta en esta situación. Es más de la población de dos argentinas. Todas esas personas dan vueltas al planeta buscando un abrazo, un abrigo, una vivienda digna.
Y es una situación que crece, especialmente ante situaciones como la guerra.
El concepto de refugiado es técnico, pero tiene algo de humano. Es una persona que no puede estar en su propio país por miedo a ser perseguida por sus opiniones religiosas, políticas, por su elección sexual, por su raza o por ser víctima de situaciones de violencia.
Una persona refugiada tiene los mismos derechos que cualquier ciudadano de un país: a ser protegido, a la educación, a ser parte de la sociedad. A ser protegido contra la expulsión contra su país de origen.
Técnicamente hay casi 16.000 personas con condición legal de refugiadas en Argentina. Y 160.000 personas en nuestro país necesitan protección internacional. Son números enormes si consideramos que el sufrimiento de una sola persona ya es algo tremendo. ¡Cuántas demandas de abrazo y de humanitarismo!
En nuestro país se generaron corrientes migratorias. Son miles y miles de personas las que llegaron desde Venezuela. También vinieron migrantes de Siria, con las dificultades de idioma, buscando el abrazo que buscan todos. Y ya llegaron casi 300 personas ucranianas en esta tragedia que les toca vivir en su país. Mientras tanto, también llegan familias rusas que también escapan del contexto bélico.
Hay una diferencia técnica entre desplazados y refugiados. Los desplazados se mueven, pero dentro del país: igualmente, están obligados a dejar su vida anterior. Es posible que el mundo, en los próximos 10, 20 o 30 años tenga que considerar este fenómeno como algo cada vez más presente, como parte de la globalización. Hay una parte triste: el dolor y la angustia de dejar la tierra propia. Pero hay una esperanzadora: el encuentro humano y cultural, algo conmovedor y maravilloso.
Ningún país está exento de sufrir una crisis que impulse desplazamientos de sus habitantes. Por eso, así como se globalizó la economía y luego la tecnología. Así como se globalizó la salud (de lo cual las vacunas son un ejemplo maravilloso). Ahora se requiere un nuevo proceso de globalización: de la solidaridad.
Alguien dijo, un poco en broma y un poco en serio, que así como evolucionamos al homo sapiens, para dar respuesta a la crisis humanitaria global debería aparecer un nuevo hombre: el homo solidarius. Alguien pleno y lleno de la cultura de la solidaridad.
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Como dijimos, la cantidad de personas refugiadas desplazadas en el mundo va en aumento.
El informe Tendencias Globales de Desplazamiento Forzado, la publicación anual más importante de ACNUR, reveló que a finales del 2022 el número de personas desplazadas por guerras, persecución, violencia y violaciones de los derechos humanos llegó a 108,4 millones (la guerra e Ucrania y la crisis en Afganistán fueron los principales factores que explican este aumento). Es la cifra más alta de la que se tiene registro, y marca un aumento de 19,1 millones en relación con el año 2021. Y la tendencia sigue: el estallido del conflicto en Sudán ha hecho que para mayo de este año ya se contabilicen 110 millones de personas desplazadas en el planeta. De estas 10 millones de personas, 35,3 millones son refugiadas
“Estas cifras nos muestran que algunas personas deciden con mucha rapidez entrar en conflictos, pero no son tan rápidas para buscar después soluciones. La devastación, el desplazamiento y la angustia son las consecuencias a las que se enfrentan millones de personas que han sido desarraigadas por la fuerza de sus hogares”, recalcó Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
Según ACNUR; “las cifras confirman que, en términos de capacidad de absorción económica y demográfica, los países de renta baja y renta media – es decir, aquellos con menos recursos – siguen siendo los que han dado acogida al mayor número de personas desplazadas. De hecho, 46 de los países menos desarrollados, que representan menos del 1,3% del producto interior bruto mundial, han dado acogida a más del 20% del total de las personas refugiadas”.
“Las personas en todo el mundo siguen dando muestras de una excepcional hospitalidad hacia las personas refugiadas, ayudando y ofreciendo protección a quienes la necesitan”, añadió Grandi, “pero hace falta mucho más apoyo internacional y que se compartan las responsabilidades de manera más equitativa, sobre todo con los países que han dado acogida al mayor número de personas desplazadas en el mundo”.
Pan American Energy busca ser un promotor activo en el desarrollo de las comunidades en las que opera. Por ello, lleva a cabo acciones de triple impacto para crear valor económico, social y ambiental a través de la articulación público-privada. Su trabajo en Sustentabilidad se basa en cuatro ejes estratégicos: educación y cultura, salud y deporte, desarrollo local y ambiente. En el último año, con sus más de 100 programas, la compañía alcanzó a más de 300.000 personas.
Conocé más en pan-energy.com/sustentabilidad
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Para concientizar sobre la situación de las personas refugiadas, ACNUR Américas organizó un programa de radio que se emitirá este martes a las 19:30 en su canal de YouTube (acá). El programa va a contar con la conducción de los periodistas Joaquín Sánchez Mariño (un viejo amigo de la casa) y Leticia Martínez. También vas a poder escuchar una interpretación del actor Osvaldo Laport (embajador de ACNUR), y los aportes de varias personas refugiadas que contarán sus historias de vida: los artistas venezolanos Steffania Uttaro y Azula Ballroom, Snyre Jean Charles (Haití), Lía Valeri (Venezuela), Mauricio Viloria (Colombia) y Okba Aziza (Siria).
Con Mauricio hablamos en los últimos días. Podés leer la entrevista que le hicimos acá.
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Hablamos de acoger, de solidaridad. Y solemos decir que las crisis hacen que explote la solidaridad. En una nota previa contamos cómo en Argentina les abrimos los brazos a quienes llegan en busca de refugio. En otra nota, detallamos las experiencias de tres migrantes, que destacaron la solidaridad que encontraron por estas tierras. Y en esta narramos la historia de Susana, una mujer de Pilar que acogió en su casa a Eddy, un refugiado sirio.
Claro que la solidaridad es recíproca: quienes llegan al país también quieren hacer su aporte a la comunidad. Así lo mostraron Eman y Zeban, una pareja de sirios que, en plena pandemia de COVID-19, quisieron devolver la ayuda recibida: aprovecharon el taller de ropa que tienen en Tandil para hacer barbijos y batas para los médicos, enfermeros y camilleros.
Mencionamos también la guerra en Ucrania como uno de los fenómenos que aumentó la cantidad de personas refugiadas en el mundo. En una edición de OXÍGENO del año pasado te contamos de una forma simple en la que intentamos ayudar a quienes vivían días duros en Kiev: mediante un chocolate que, en realidad, era una forma de abrazarlas.
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Cambiamos de tema para recordarte una información que puede salvar vidas.
Estos son algunos de los teléfonos a los cuales llamar en algunos de los principales puntos del país cuando encontrás a personas en situación de calle, para que puedan pasar la noche en algún refugio estatal.
- CABA: 108
- Provincia de Buenos Aires: 0800-666-7232
- Bariloche: 103
- Tucumán: 911
- Mar del Plata: 147
- Rosario: 147
- Córdoba: 103/108/105
- Mendoza: 4493022
- Salta: 911
- Jujuy: 103
- Ciudad de La Plata (por WhatsApp) +5492216099407
- Red Solidaria (por WhatsApp) +5491149159470
Cuidate mucho, cuidalas mucho, cuidalos mucho.
Te mandamos un gran abrazo.
Juan y David