Estados Unidos decidió reincorporarse a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) luego de retirarse formalmente durante la era de Donald Trump en 2017. Sin embargo, no es la primera vez que sucede.
La primera ocasión fue una decisión del ex presidente Ronald Reagan en 1983, aunque en 2002 el ex mandatario George W. Bush reincorporó al país a la organización.
La segunda salida comenzó a gestarse en 2011 y se terminó consolidando en 2017 por un supuesto “sesgo antiisraelí” debido al reconocimiento de Palestina por parte de la Unesco. A su vez, Israel también formalizó su retirada en enero de 2018.
La medida perjudicó fuertemente a la organización internacional, ya que el presupuesto otorgado por Estados Unidos representaba el 22%. Para compensar esta pérdida, China cumplió el rol económico y de poder que antes tenía el país del norte.
Ahora, Estados Unidos busca volver a la Unesco para frenar la influencia de Pekín en la organización y estar al frente de la competencia con China en la era digital. En este sentido, buscarán volver a tener voz y voto frente a las decisiones que se están tomando a nivel internacional con el avance de la inteligencia artificial en distintas áreas y, particularmente, en el sector tecnológico y económico global.
Para poder reincorporarse, el gobierno de Joe Biden debe pagar 619 millones de dólares en cuotas atrasadas durante los próximos años y los 193 estados miembros de la organización deben aprobar su incorporación a través de una votación que se llevará a cabo el próximo mes.
La directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, señaló en una entrevista de AP News que esta decisión fue el resultado de cinco años de trabajo, durante los cuáles se calmaron tensiones, en particular sobre Oriente Medio.
Con esta reinserción económica, la organización reconocida por designar Patrimonios de la Humanidad, promover cuestiones ligadas a la cultura, la ciencia, tecnología, medioambiente, ayuda humanitaria, educación y género podrá trabajar con un espalda más ancha y, en especial, en el avance de la inteligencia artificial y la búsqueda de alternativas que moderen su uso y desarrollo.