El Banco Central anunció que ya puso en circulación un nuevo billete de $2.000 con las imágenes de los médicos Cecilia Grierson y Ramón Carrillo, precursores del desarrollo de la medicina y la salud pública en Argentina. La medida llega como respuesta a la inflación que ya supera el 100% interanual, el cuarto índice más alto del mundo después de Venezuela, Zimbabue y el Líbano.
En el anuncio del nuevo billete, el BCRA comunicó en su cuenta de Twitter que la imagen conmemora "el desarrollo de la ciencia y de la medicina en la Argentina". Además de los médicos, el papel tiene una imagen del edificio del Instituto Nacional de Microbiología Dr. Carlos G. Malbrán.
Sin embargo, esta medida llega demasiado tarde, ya que con el nuevo billete no se puede comprar mucho en Argentina: en algunos lugares solo alcanza para una botella de aceite, dos latas de atún o un pack de latas de cerveza. Un litro de leche ya cuesta alrededor de $400, y $2.000 ya no son suficientes ni para un maple de huevos ni para un kilo de carne de vaca en Buenos Aires.
En dólares, dos mil pesos argentinos significan apenas un poco más de US$10 al cambio oficial y 5 dólares al blue. Es decir que, en nuestro país, el billete de mayor valor representa cinco monedas en Estados Unidos. En comparación con esta economía, nuestro billete más alto debería ser casi de $50.000 (100 dólares al valor blue).
Si comparamos con países de Sudamérica, en Brasil el billete más alto es el de 200 reales, equivalente a 40 dólares estadounidenses. Es decir que mirando al país vecino, nuestro billete de mayor valor debería ser de casi $20.000. En México es similar: el papel más alto es el de 1000 pesos mexicanos, lo que serían más de $25.000 en Argentina.
En resumen, la sensación de que el efectivo "se nos vuela" de la billetera tiene sentido. En otros países de Latinoamérica, con solo cuatro o cinco billetes altos tendríamos $100.000 en la mano. Acá, para llegar a esa cantidad de efectivo, necesitamos 50 papeles de los nuevos.