En el último año, Rosalía se presentó en Buenos Aires dos veces y en ambas oportunidades se habló de su show como uno de los mejores de los últimos tiempos. La catalana tiene talento de sobra: es la compositora de todas sus canciones, experimenta con distintos estilos, canta increíble y despliega actitud. Sin embargo, el condimento clave que dejó al público fascinado estuvo puesto en su parte audiovisual.
Algo muy similar sucedió con los shows que dio C. Tangana a finales de 2022 en el Movistar Arena. El artista, también español, visitó nuestro país para presentar su disco “El madrileño“ y aquellos días muchos de los asistentes lo catalogaron en las redes como “el mejor show de sus vidas“. De nuevo, mucho de lo que más nos sorprendió a todos, pasó en las pantallas del estadio.
Si tuviera que resumir lo increíble del recital de cada uno diría que Rosalía hizo videoclips en vivo y C. Tangana, cine. Ambos ofrecen mucho más que música y lo que sucede entre las cámaras y las pantallas, absolutamente coreografiado para que lo disfruten las miles de personas que los ven desde lejos, es espectacular.
Los de Rosalía son videoclips en vivo porque cada canción tiene un estilo bien marcado en cuanto a puesta en escena, coreografía, planos e iluminación. Son varias las cámaras sobre el escenario, pero sin dudas la mejor es la del “steadycam“: un camarógrafo que, vestido de negro, se mueve de manera casi imperceptible y persigue a la artista durante todo el show. Por momentos, además, es la propia Rosalía la que toma la cámara y se filma a sí misma. Las pantallas están puestas a ambos lados del escenario y son verticales, al estilo Instagram o TikTok.
C. Tangana, por su parte, da un paso más y despliega su arte audiovisual con una gran pantalla horizontal por encima del escenario. A diferencia de Rosalía, que canta sin músicos ni instrumentos, el madrileño se presenta acompañado de una banda increíblemente talentosa y suma a su show escenografía y actores. Cada tema e intervalo es parte de una historia que se va desarrollando en el show. Incluso hay diálogos y personajes bien marcados, como un bartender que acaba la noche totalmente borracho.
Quienes tuvimos la posibilidad de ir a los dos shows fuimos testigos de despliegues dignos de volarnos la cabeza. Además de ver a cantautores que suenan increíble, experimentamos rodajes audiovisuales de primera. La comparación en vivo de lo que se ve en las pantallas versus lo que está sucediendo en el escenario “mirá eso cómo lo están filmando“ - te mete de lleno en otro tipo de experiencia; es como si te contaran un secreto, como si te abrieran las puertas de su show.
Por supuesto que ante este boom audiovisual que, estimo, seguirá creciendo y desarrollándose hasta vaya una a saber dónde, habrá quienes se amarren a lo tradicional y digan: a mí dame voces, guitarras, bajo, batería; no hace falta nada más. Y de esos recitales seguirá habiendo, y no todo se tendrá que transformar. Pero lo cierto es que hoy, en la Era de TikTok, dos millennials están sumando un nuevo arte a sus conciertos y marcando una nueva etapa en la industria musical. Desde este lado sus fanáticos lo agradecemos con las miles de entradas vendidas y con la espera de que vuelvan siempre, pronto, para que los puedan ver otros miles más.