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¡Buenos días! Hoy te proponemos replicar una práctica que surge de levantar la cabeza y mirar al próximo. Es simple, pero muy efectivo para ayudar a aliviar —al menos por un momento— el sufrimiento de quienes no cuentan hoy con un hogar para protegerse del calor.
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Hace muchos años, posiblemente con el crecimiento de las grandes ciudades, comenzó a notarse la situación de calle que atravesaban muchas personas. Un concepto complejo, duro, difícil. Una verdadera tragedia humana. Esta condición, el estar en la calle, fue descubierta a partir del frío y las bajas temperaturas que todos sentimos, y que nos hacen abrigarnos y protegernos. Al sentir el frío y ver a alguien que no tiene dónde vivir, aparecieron las primeras reacciones, las primeras sensibilidades, los primeros vecinos, amigos o compañeros de trabajo que se preguntaron qué hacemos por quienes sufren el frío. Muchas personas se involucraron para ayudar, conscientes de la meta final es que nadie esté en la calle, que esa solidaridad no haga falta.
El invierno, entonces, marcó la solidaridad en un principio. Pero aparecieron otros a quienes se les ocurrió pensar que, después del frío, llegaba el calor. Y un segundo descubrimiento: estas personas en la calle tampoco tienen protección contra el calor. Parece obvio, pero hay que entender que la situación de pobreza, abandono y postergación no dura un período invernal. Y que el verano, sobre todo en ciudades grandes, es tórrido, con altas temperaturas, con el sufrimiento que esto conlleva.
Ahí aparecieron nuevos caminos que tratan de conectarnos con la situación. Y nuevos amigos que tratan de hacer algo por esta situación. Caminos solidarios y Amigos en el camino: dos organizaciones generosas, simples, comprometidas con la humanidad. Levantaron la cabeza en el invierno y también nos hicieron notar la situación en el verano. Comenzaron a hablar de algo concreto y muy tremendo: el otro calor. Es el calor del otro, de quien no tiene pileta, vacaciones, ni aire acondicionado. Ni ventilador, ni sombra. Ni agua.
Nosotros podemos protegernos del calor. Pero no así muchísimas otras personas. Ambas organizaciones idearon una campaña simple, genial, concreta: juntar las botellas de plástico que no usamos, especialmente las más chiquitas, lavarlas y ponerlas en la heladera. Y llevarlas con nosotros cuando caminamos por la calle. Y así podemos lograr algo tan simple como que alguien que está sufriendo el calor y no puede defenderse, se refresque con una botella de agua fría.
La medida es muy simple, muy específica. Hasta incorpora el reciclado. Y es un gesto tremendo de humanidad. Uno muy profundo que de algún modo le dice al otro: “Sufro el calor cuando salgo a la calle, pero tengo muchas maneras de resguardarme. Levanto la cabeza y veo que no tenés las mismas oportunidades. Pero, al menos, acá tenés esta botella de agua fría”. La botella se convierte en un símbolo de transformar ese otro calor en nosotros.
Y así resurge esta idea de que un montón de otros, si se miran, se registran y se encuentran, se convierten en un “nosotros”. El otro calor es una manera tan simple y conmovedora de recordar a los que casi no tienen nada. Y no solo hacerlo en el duro invierno, sino todo el año, todo el tiempo.
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4 preguntas a Mariela Fumarola [Por David Flier]. Es la fundadora de Caminos Solidarios, una de las organizaciones que impulsa la campaña El otro calor.
—¿Cómo nació la idea de enfriar agua en botellas de plástico y llevarlas en la calle para dar a las personas que están sufriendo ahí el calor?
—Es algo que hacemos desde hace varios años muchas personas, teniendo en cuenta de que así como llevamos algo caliente en el invierno, podemos ayudar con algo frío en el verano. Yo congelo las botellas, que mientras salgo se van descongelando, así cuando me cruzo con alguien en la calle se la puedo dar bien fría. Algunos llevamos las bebidas bien frías a las recorridas, muchos van juntando las botellitas. Ante esta iniciativa, desde el Consejo Publicitario Argentino se comunicaron para buscar la manera de darle forma y visibilizarlo. Que llame la atención y que nos demos cuenta de que todos los que tenemos una heladera podemos ayudar llevando algo fresco. Es algo fácil y concreto. Ese vaso de agua helada que en el verano tenés ganas de tomar, esa persona en la calle no la tiene. Es un poco lo que hacemos siempre: tratar de estar atentos a lo que se necesita.
—¿Qué le dirías a alguien que piensa que es un gesto quizás no tan impactante?
—Que hay que estar en el zapato del otro. No es tan importante que sea impactante, sino resolver las cosas importantes. Y tener sed es algo que nos pasa a todos, que necesitamos. No es cmabiar la vida de alguien como quisiéramos, pero en pequeños gestos logramos que pueda pasar al menos un momento de manera más agradable.
—¿Creés que nos cuesta asociar el verano con la necesidad de personas en situación de calle del mismo modo que lo hacemos con el invierno y el frío?
—Nos cuesta porque tenemos relacionado el invierno con la muerte por frío o la falta de alimento caliente, lo tenemos asociado con la desnutrición. Pero de a poco vamos teniendo consciencia de los golpes de calor y de que hay otras necesidades como a ropa fresca, los elementos de higiene personal, un desodorante, un jabón. Es lo mismo, pero en otro escenario. Quizás no tan asociado con la muerte. Pero las personas tenemos necesidades, tanto en invierno como en verano. Cada vez hay más consciencia de la necesidad del otro, de lo que requiere una persona en situación de calle.
—¿Qué expectativas tienen para 2023 con Caminos Solidarios?
—Desde Caminos Solidarios nuestras expectativas es poder cumplir lo mejor posible con todas las necesidades que nuestros amigos y amigas tienen y que se acercan y nos las plantean: poder sumar más voluntarios, que tengan que ver con la ayuda social, personas que acompañen para facilitar trámites. Y poder seguir contando con las donaciones que recibimos, principalmente de personas particulares, para cubrir los alimentos que necesitamos para todo el año. También contar con las mochilas para la vuelta al colegio. Y que las personas que se acercan, niños y adultos, sepan que son nuestros amigos, que no están solos.
Un mensaje de
Pan American Energy busca ser un promotor activo en el desarrollo de las comunidades en las que opera. Por ello, lleva a cabo acciones de triple impacto para crear valor económico, social y ambiental a través de la articulación público-privada. Su trabajo en Sustentabilidad se basa en cuatro ejes estratégicos: educación y cultura, salud y deporte, desarrollo local y ambiente. En el último año, con sus 140 programas, la compañía alcanzó a más de 400.000 personas.
Conocé más en pan-energy.com/sustentabilidad
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Útiles por los chicos. Por Los Chicos es una ONG que trabaja para mejorar la calidad de vida de chicas y chicos en situación de vulnerabilidad en la Argentina, poniendo énfasis en la educación y la salud infantil, para poder expandir sus oportunidades y favorecer su inclusión social.
Cada año llevan adelante la campaña Útiles por los Chicos, que busca garantizar que niños y niñas de distintas partes del país cuenten con los elementos necesarios para el año escolar. Este año, la semana comenzó el 8 de enero y se cerrará el 11 de febrero para garantizar que los útiles lleguen a tiempo a Chaco, Córdoba, Corrientes, Mendoza, Misiones, Río Negro, Santiago del Estero y Buenos Aires, donde Por los Chicos colabora a través de distintos proyectos.
¿Qué pueden hacer aquellos que quieran sumarse?
- Armar una mochila personalizada con útiles escolares.
- Donar útiles y acercarlos a cualquiera los puntos de recolección.
- Transferir monto a elección a través de Mercado Pago (alias: porloschicos).
- Compartir la campaña en redes sociales, para que más personas y empresas se sumen.
Si querés colaborar de alguna de estas maneras, contactate con Por Los Chicos, por mail o Instagram.
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Te contamos una de tantas iniciativas admirables que se desarrollan en el país para ayudar a personas postergadas. Se trata de Plato Guazú: es una iniciativa público-privada que se lleva adelante desde hace seis años en la localidad de Puerto Iguazú, Misiones. Consiste en donar excedentes de alimentos de empresas turísticas a comedores, merenderos y centros de atención de consumos problemáticos.
La iniciativa nació para dar respuesta rápida a los referentes de merenderos barriales que se acercaban desesperados a pedir colaboración al Hogar de Día Iguazú, que depende de la Subsecretaría de Atención Integral del Ministerio de Prevención de Adicciones y Control de Drogas de la provincia.
Algo que hace destacable este emprendimiento es que muestra los resultados del trabajo conjunto de los sectores público y privado. En los últimos cinco años, la Subsecretaría ha trabajado en forma continua con 13 empresas de turismo para lograr conseguir excedentes de alimentos.
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Para despedirnos esta semana, otra de esas historias que nos conmueven. Es la de Joshua Santiago, un peluquero de Filadelfia que ha puesto su oficio al servicio del prójimo. En el 2017 creó su propia ONG llamada Empoweringcuts, (algo así como "cortes de pelo que empoderan"). Desde entonces, recorre Estados Unidos prestando sus servicios de manera completamente desinteresada, cortando el pelo a todo aquel que lo necesita. Su filosofía es que hay que cortar un círculo por el cual las personas en situación de calle tienen dificultades para cuidar su aspecto físico, y que a su vez su aspecto les impide acceder a oportunidades de salir de esa situación de calle.
Si querés conocer más de este proyecto, este es su sitio web.
Cuidate mucho, cuidalas mucho, cuidalos mucho.
Te mandamos un gran abrazo.
Juan y David