A partir de la experiencia de 12 emprendimientos diversos, la Municipalidad de Córdoba elaboró a mediados de este año el manual Buenas Prácticas de la Economía Circular, a través del ente municipal BioCórdoba. Enzo Cravero, su titular, explica que este manual nació “con el objetivo de mostrar un conjunto de experiencias que ejemplifican y reconocen la labor desarrollada por muchas organizaciones privadas que contribuyen a la necesaria transformación de nuestra economía”.
El de economía circular es un paradigma que, al contrario del tradicional modelo lineal, genera un flujo en el que los desechos y descartes de un proceso productivo se reutilizan y de ese modo vuelven a ingresar al sistema. En la Argentina se genera un promedio de 45.000 toneladas diarias de residuos sólidos urbanos, lo que equivale a una tonelada de basura cada dos segundos. Desde el modelo de la economía circular, gran parte de ese descarte puede convertirse en materia prima para fabricar objetos o generar energías alternativas, entre otras posibilidades. Muchas empresas han incorporado este principio a sus estrategias corporativas.
Las buenas prácticas en materia de economía circular están centradas en la implementación de este modelo en los procesos productivos, pero no se acaban allí. Porque este paradigma también contempla la articulación eficaz entre el Estado, las organizaciones de la sociedad civil y el sector privado; todos actores integrados en una cadena virtuosa.
“La difusión y promoción de sus buenas prácticas potencia el rol de nuevas empresas en el impulso hacia la implementación y la expansión de la economía circular y pone en valor su compromiso con los desafíos sociales y ambientales en la materia”, se afirma en la introducción del manual.
Por su parte, Enzo Cravero destaca que “la recopilación e intercambio de información a través de las Buenas Prácticas en Economía Circular entre los diferentes actores implicados resulta una herramienta fundamental para impulsar la transición del modelo actual al modelo de economía circular”.
El material se desarrolló en el marco del Clúster de Economía Circular, una iniciativa del Estado municipal que encabeza el intendente Martín Llaryora que reunió empresas, emprendimientos, academias y organizaciones sociales de la ciudad de Córdoba que ya venían trabajando, investigando e innovando en el tema.
El Grupo Libertad, operador inmobiliario con presencia en nueve provincias del país; la fábrica de camiones IVECO y Geocycle, la planta de coprocesamiento de residuos industriales de la cementera Holcim, son ejemplos de grandes firmas que tienen incorporado el concepto de economía circular en sus procesos productivos y que fueron incluidas en el manual.
Junto a ellas, hay también emprendimientos de menor escala, como Recycle And Denim, una mipyme que reutiliza jeans para confeccionar otras prendas; Ondulé, una fábrica de juguetes realizados en cartón reutilizado, y Recicord, una cooperativa que recupera residuos, los clasifica y se queda con los plásticos, con los que fabrica objetos de uso urbano.
Para estos emprendimientos el manual significó un gran impulso en dos sentidos: por un lado, implicó un reconocimiento a una modalidad de gestión muy valorada pero no tan difundida y, por el otro, les dio una visibilidad clave para su producción.
Referentes del barrio
La Cooperativa de Trabajo Recicord Limitada fue una de las empresas elegidas para formar parte del manual. Instalada en el Barrio Hogar 3 de la ciudad de Córdoba desde 2018, recolecta materiales de desecho, separa los plásticos para molerlos y los convierte en tablas que se destinan a la fabricación de mobiliario urbano. El resto, se clasifica y se vende.
Sillas, bancos de plaza, paradas de colectivos, postes, contenedores de residuos y recolectores de colillas son algunos de los productos que Recicord vende a municipios del interior de la provincia y a instituciones.
Jorge Rojas es el tesorero y organizador de la producción de la cooperativa que obtuvo su matrícula en 2020. “Nuestro barrio es zona roja”, describe. Problemas de consumo, desempleo, expresidiarios que encuentran dificultades para reinsertarse en la sociedad y adultos que quedaron fuera del mercado laboral son protagonistas del proceso que lleva adelante Recicord.
“Hay gente que lo único que puede hacer es cirujear para hacerse de una moneda para poder subsistir. Y a muchos de los carreros los absorbimos en la cooperativa. Se armó un grupo de trabajo muy lindo”, cuenta Rojas.
Cada día, entre 40 y 60 familias le venden a Recicord los materiales que recolectan. La cooperativa tiene además convenios con empresas, instituciones y barrios privados que proveen materia prima.
El taller funciona en dos propiedades colindantes: una que Rojas puso a disposición de la cooperativa y otra que cedió en comodato un vecino que ahora también es socio.
“La cooperativa paga el trabajo por día y al final del mes queda un excedente. Hay 15 personas que trabajan todos los días”, describe Rojas. A ellas se suman 6 en otras tareas; en total, la cooperativa genera ingresos para 21 familias.
Para los integrantes de Recicord, es fundamental su relación con el barrio. “Somos referentes de la comunidad; tenemos buen diálogo con los vecinos porque generamos trabajo y también prestamos el espacio físico para las reuniones del centro vecinal”, dice con orgullo Rojas, que es también tesorero del centro.
“Estamos en los problemas del barrio. Somos un eslabón muy importante”, sintetiza.
Rojas trabajó durante 10 años en una empresa “con mentalidad europea, donde los residuos tenían un valor”, cuenta. Lo despidieron cuando una hernia de disco lo incapacitó. Tuvo que esperar 7 años para cobrar la indemnización que le correspondía.
“Yo vivo en el barrio. Tengo seis hijas, dos de ellas trabajan en la cooperativa. Nosotros no tenemos planes sociales sino que empoderamos a los chicos. Acá se mueven las manos para generar el recurso”, dice.
Prendas únicas con descartes
Recycle And Denim es una mipyme que reutiliza jeans para crear kimonos y otras prendas, y una línea de muñecos. Además de dedicarse al diseño y a la confección de ropa con residuos textiles, asesora a empresas en la transición de la producción lineal a la circular.
Javier Toranzo se dedica a la industria textil desde hace 18 años. “Yo no le daba importancia al desperdicio, porque en la Argentina el reciclado de textiles no está muy desarrollado”, relata.
En 2020 se presentó en un concurso organizado por una marca de jeans con una propuesta innovadora. No ganó, pero esa experiencia fue el impulso para cambiar radicalmente su forma de trabajar. “Nos entusiasmamos y empezamos a ver qué hacer con los residuos”, cuenta.
Si bien la idea del reciclado está instalada en muchos ámbitos, en el campo textil está algo devaluada. “Se piensa que la prenda no perdura o que está mal confeccionada. Entonces nuestro objetivo fue hacer algo de primer nivel”, dice Toranzo.
Recycle And Denim recibe descartes de empresas textiles que van a parar a plantas de desfibrado, donde se elaboran las placas que luego se usan para la confección de las prendas.
Como la economía circular implica una forma de ver el mundo, los productos de Recycle And Denim se hacen en un taller cooperativo. “Era un taller privado muy grande que quebró y quedó en manos de los trabajadores, y es el que mayor capacidad y volumen tiene en el país”, cuenta Toranzo.
La producción es en formato de “cápsulas”, es decir: tandas de entre 9 y 15 prendas, todas únicas. Además, están intervenidas por la artista Martina Poussa, lo que resulta envproductos sustentables incluso desde lo cultural.
La marca también hace muñecos “para crear el hábito del reciclado en los niños”, creados por la diseñadora Virginia Troisi.
Toranzo valora especialmente “la asociación entre el Estado, el privado y el consumo” que significa el manual Buenas Prácticas en Economía Circular. “Es importante visualizar lo que hacemos. A partir del manual recibimos muchos llamados”, cuenta.
“El reciclado en general es una cultura. En lo textil, muchos diseñadores y confeccionistas creen que es como en Europa, pero en la Argentina recién estamos comenzando. Es una transición de la economía lineal a la economía circular”, afirma.
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Juguetes de cartón reciclado
“Hace diez años, estaba en una etapa de mi vida en la que surgió la idea de emprender y vi una oportunidad en la movida hacia la sustentabilidad”, relata Matías Portela, actualmente responsable de Ondulé, una fábrica de juguetes elaborados con cartón de desecho.
Hoy, con 38 años, Portela revela que en ese tiempo “tenía como un gen, la idea de hacer negocios de otra forma, con un impacto positivo en la sociedad”. Así fue que investigó y se asoció con “dos personas que conocían del tema”, cuenta. “Porque yo no sabía nada”, se sincera. “Probemos a ver qué onda”, recuerda que pensó.
Empezaron recibiendo descartes de una fábrica de cartón, hicieron pruebas y llegaron a elaborar un material con un 70 % de fibra reciclada, de calidad óptima. Hoy sus principales proveedores son las industrias de autopartes, que tienen un gran desarrollo en la provincia de Córdoba. “Nos dan cajas enormes. Las particionamos y hacemos las planchas”, describe Portela.
Ondulé también recibe material de cooperativas de carreros, un vínculo que llevó tres años construir “porque hay que crear confianza”.
Los primeros juguetes se fueron armando con prueba y error. Los fabricaban y los testeaban con niños para ver si resistían. Actualmente, los productos de Ondulé están presentes en 200 puntos de venta de todo el país.
Para Portela, el beneficio del emprendimiento es doble: “Contribuye al desarrollo cognitivo de los niños y además se usa material reciclado. Hay un impacto directo y un impacto indirecto, porque creamos conciencia también en las familias”.
En Ondulé trabajan seis personas que diseñan los objetos y se ocupan de la gestión comercial. Con las tercerizaciones, llegan a 20: la logística del reciclado la hacen las cooperativas y luego están quienes se ocupan del troquelado y el envasado.
“Cuando creé Ondulé, pensaba que había llegado a mi objetivo. Pero después me di cuenta de que la realidad se cambia con algo más grande. Y como el Estado está en todos lados, vi que era importante generar conversaciones con los que toman decisiones en mi ciudad o mi provincia”, reflexiona Portela.
En este sentido, valora la iniciativa de la Municipalidad de Córdoba porque “puso a la economía circular en el centro, generando un contexto y poniendo reglas para que los privados crezcan y provocar así un impacto positivo en la sociedad. Porque el rol del Estado es fundamental para que esto impacte”.
De lo lineal a lo circular
La creación del manual, que puede bajarse de la web del entre BioCórdoba, es parte de una serie de iniciativas municipales que buscan fomentar este modelo de producción en el que lo que se desecha se reutiliza y se buscan otros impactos (ambiental, social) además del económico. En ese marco se creó el año pasado la escuela municipal de economía circular, —primera en su tipo del país—, para divulgar los conceptos centrales de este paradigma y su aplicación en los procesos productivos.
Esta escuela ofrece visitas gratuitas orientadas a estudiantes, fundaciones, intendentes, ONG y otras organizaciones sociales. También capacitaciones gratuitas para el público en general.
Cuenta con una planta donde se realiza el acopio, clasificación, tratamiento y reutilización de rezagos de fábricas que son convertidos en nuevos productos. Allí se fabrican macetas, bancos, sillas y mesas con panes de madera plástica, así como instrumentos musicales realizados con materiales reciclados. Todavía incipiente, el modelo circular atrae el interés de todo el espectro productivo, desde los microemprendimientos hasta las grandes empresas.
Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN, y fue publicada originalmente el 5 de diciembre de 2022.
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