La artista rosarina Fabiana Imola coordina desde hace tres años el Taller de Arte, Dibujo y Pintura del Espacio de Salud Mental del Hospital Eva Perón de Granadero Baigorria, la localidad que está a 10 kilómetros al norte del microcentro de Rosario, a la vera del río Paraná. Hace un mes se inauguró la Galería Salud y Arte en los pasillos de este hospital escuela, que expone de manera permanente las obras que surgen de esta actividad.
“La inauguración de la galería otorga la posibilidad de que los usuarios se ubiquen como productores y como autores de su arte. Esto provoca efectos clínicos relacionados con una nueva manera de verse a sí mismos como sujetos con la condición de autor”, sostiene Imola quien anteriormente trabajó durante dos décadas en el Hospital Psiquiátrico Abelardo Irigoyen Freyre, lo que se conoce como la Colonia Psiquiátrica de la localidad de Oliveros, Santa Fe. “La propuesta de este espacio no es solo una cuestión estética, sino que se visibiliza lo que se produce dentro del taller”, agrega.
El director del hospital de Granadero Baigorria Tomás Diez dijo durante la inauguración que “la idea de la creación de un ‘pasaje del arte’ surgió en forma conjunta con un integrante del servicio de salud mental, el psiquiatra y pintor Alejandro Daniele” y destacó el trabajo de Imola “sobre la base de un paradigma que contempla los efectos clínicos beneficiosos vinculados a la creatividad”.
“Fue por ello que se unieron todas estas ideas y se puso en marcha el proyecto. Se trata de una idea disruptiva dentro de un hospital abierto a la comunidad, donde se puedan tender puentes entre el servicio y los usuarios”, agregó.
Antes de que llegara la artista rosarina, en el servicio de salud mental solo funcionaba un taller de radio. “Estaban buscando otras opciones y me vino muy bien porque para mí fue una renovación, fue como recrearme nuevamente, volver a encontrar el deseo”, dice Imola. La galería está dentro del hospital, conecta la planta baja con el primer piso, donde funciona el Área de Maternidad. “Es muy importante incorporar el arte dentro de un espacio de salud”, remarca la artista.
La experiencia previa
Imola nació en Rosario en 1967. Se formó en la Escuela de Bellas Artes de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, de donde egresó con una licenciatura y especialización en Escultura. En paralelo realizó clínicas de obra con Juan Pablo Renzi y Pablo Suárez. Luego, con Jorge Gumier Maier, desde 1999 hasta 2001. También fue becaria del Programa de Artes Visuales UBA/Rojas dirigido por Guillermo Kuitca y desde 1991 expone en forma individual y colectiva en instituciones culturales, museos y galerías del país y el exterior, y sus obras se encuentran en colecciones oficiales y privadas.
Su paso por Oliveros fue significativo tanto en su desarrollo como docente como en su producción artística. “Allí compartí con un paciente que tiene mucha resonancia en el arte que es Aníbal Brizuela”, recuerda.
Brizuela nació en Lanús el 11 de abril de 1935. En 1963 fue internado en el hospital de Oliveros. Durante más de cincuenta años llevó una vida austera dentro de la Colonia Psiquiátrica, colaborando en tareas internas del hospital y dedicándose a su vez a realizar dibujos con biromes sobre papeles o cajas de remedios. En el 2003, a partir de su encuentro con Imola, Brizuela tuvo un marco de contención y también un estímulo para el desarrollo de su obra plástica. El seguimiento, el cuidado, la reunión de sus dibujos y la curaduría de la artista lo llevaron a participar de exposiciones e insertarse en diversos espacios de arte contemporáneo como El Levante, Club del Dibujo, Belleza y Felicidad, Peccata Minuta, Museo Macro, Fondo Nacional de las Artes, Galería del Infinito y Mal de Archivo. A nivel internacional es artista de la Galería de art brut Christian Berst de París.
Así narra Imola su encuentro con Brizuela en Aníbal, el hombre del complot, un texto en la web de la editorial Iván Rosado: “Un día entro a la administración del hospital y en ese momento estaba Bety, una enfermera de las más extravagantes y allanada a la charla franca, y me encuentro con una carpeta gigante de dibujos con los que quedo re flasheada. ‘¿Esto de quién es?’ ―pregunto― ‘del negro Brizuela que está ahí adelante’ ―me dice Bety. Él siempre pasaba las mañanas cuidando los autos o llevando cosas de los enfermeros a esterilización y también, en el mientras tanto, iba haciendo su obra, dando mensajes, dejándola en distintos lugares del hospital. La obra para él eran mensajes que daba, una comunicación en una suerte de jeroglíficos”.
El taller de Imola en Granadero Baigorria lleva el nombre de Brizuela como homenaje al artista y en honor a cómo su obra trascendió en el campo artístico.
Cómo funciona el taller
El Hospital Escuela Eva Perón es público, depende del Ministerio de Salud de Santa Fe y cuenta con 137 camas para pacientes agudos. Fue proyectado dentro del Segundo Plan Quinquenal del Gobierno de Juan Perón. Las obras fueron diseñadas y proyectadas por el doctor Ramón Carrillo, exministro de Salud Pública de la Nación y reconocido sanitarista. El hospital fue diagramado con capacidad para 300 camas y un hogar escuela para 1200 niños pupilos y medio pupilos.
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Alrededor hay varios chalets donde funcionan distintos servicios. En uno de ellos, se reúne dos veces por semana el taller que coordina Imola, que es abierto a la comunidad y del que pueden participar los usuarios del servicio de salud mental. “El taller es un espacio integrador. Hemos pasado un tiempo largo de pandemia, con mucho encierro. A las personas que tienen un padecimiento psíquico se les ha hecho muy difícil. El taller siguió funcionando. Los pacientes prueban la técnica y si les gusta siguen viniendo. Varios continuaron concurriendo durante todo el tiempo de pandemia y tienen una producción interesante”, dice Imola.
Según el director del hospital, “las personas con problemas de salud mental generalmente se caracterizan por tener baja autoestima”. Exponer sus trabajos en la galería, agrega, “genera un impacto importante y contribuye a su mejoría”.
“Hay algunos que tienen su propia obra, que les interesa, por ejemplo, el animé. Yo trabajo a partir de obras de otros. Traigo varios catálogos”, cuenta Imola. El espacio se transforma en un diálogo con pintores y artistas de otros tiempos. “Hay toda una elección, algunos eligen imágenes de la naturaleza, otros trabajan con su propia imagen y rasgos, y van creando un estilo de obra personal”, agrega.
En la galería hay obras de Brizuela, a modo de homenaje. El resto de los expositores son Ciro Pancrazi, Alejandra Fiorito, Analía Gadea, Juan Mendoza, Brian Ramallo, Luciana Domene, Nahuel Quiroga y Danielle, el psiquiatra del servicio que fue uno de los impulsores del espacio.
“La experiencia es hermosa. Ellos están muy emocionados y muy contentos de ver sus cuadros enmarcados, no es lo mismo que ver la obra en una hoja. Para mí, es una nueva forma de transmitir mi pasión por el dibujo, la pintura, el arte”, reflexiona Imola.
Y concluye la artista: “El arte es un conductor, es un canal y un lazo para distintos momentos. Cuando la estructura psíquica está desarmada, el arte ―a través de estos talleres― es un lazo que conecta. Y lo artístico, también, cobra otro sentido”.
Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN, y fue publicada originalmente el 5 de octubre de 2022.
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