Los incendios forestales y el cambio climático se agravan mutuamente. Como consecuencia del cambio climático se generan mayor sequía, altas temperaturas, una baja humedad relativa y fuertes vientos. Todos estos factores contribuyen a intensificar el fuego. Al mismo tiempo, los incendios forestales arrasan ecosistemas sensibles y ricos en carbono y liberan a su paso una enorme cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero.
Según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y GRID-Arendal, se prevé que el cambio climático y el cambio en el uso de la tierra hagan que los incendios forestales sean más frecuentes e intensos, con un aumento mundial de los incendios extremos de hasta un 14% para 2030, un 30% para finales de 2050 y un 50% para finales de siglo.
De acuerdo con el reporte que elabora el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, la superficie estimada afectada por incendios entre el 1 de enero de este año y el 31 de marzo es 328.369 hectáreas. En 2020, año que registró el pico de focos e incendios, el reporte estimó que 1.151.931 hectáreas se vieron afectadas.
El 95 % de los incendios forestales son producidos por intervenciones humanas. Entre las primeras causas se encuentra el uso del fuego para la preparación de áreas de pastoreo. Otras causas que prevalecen son el abandono de tierras, las fogatas y las colillas de cigarrillos mal apagadas. Los factores climáticos, como la falta de precipitaciones, las temperaturas elevadas, el bajo porcentaje de humedad, las heladas constantes y los vientos fuertes, inciden en la propagación del fuego.
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Una solución ante el avance de los incendios
Para dar respuesta a la problemática de los incendios forestales, en Entre Ríos se conformó en 1999 la Agrupación de Colaboración Empresaria (ACE). Se trata de un grupo de empresas y productores agropecuarios y forestales, instalados en los Departamentos de Concordia, Colón y Federación que, por medio del trabajo en equipo, la colaboración mutua y la capacitación se proponen asegurar la sustentabilidad de dichas producciones.
Hoy existen cinco ACEs en la zona, integradas por unos 100 productores y empresas forestales. Mediante la prevención, la detección temprana de columnas de humo y con protocolos de comunicación contribuyen a reducir la ocurrencia de incendios en la zona.
“De las 130.000 hectáreas forestadas que hay en la costa del río Uruguay en Entre Ríos, dentro de las ACE hay 60.000 hectáreas”, dice la ingeniera forestal Alejandra Guido, que se desempeña como coordinadora de la ACE. Y agrega: “Antes, en esta zona no había tanta superficie forestada. Era principalmente ganadera. La gente en el campo usaba el fuego para preparar el suelo. Quemaba pasturas viejas y en algún momento el fuego se apagaba. Cuando se empezaron a instalar plantaciones forestales, como eucaliptos y pinos, esa práctica se volvió peligrosa”.
Tras un gran incendio en 1999, los productores forestales vieron el problema y se reunieron para trabajar en equipo en la prevención y detección de columnas de humo. Así se instaló la primera torre en Humaitá. Hoy se encuentran instaladas dos torres de detección temprana con torrero y ocho torres de detección temprana con cámaras. Las torres tienen 45 metros de altura. De esta manera, se detectan de forma más rápida los incendios. Al ver una posible columna de humo, se avisa a los integrantes de las ACE que realizan el monitoreo y si es necesario inician el combate. Todos los integrantes de ACE trabajan con un protocolo de actuación.
“Al principio hacíamos reuniones todos los meses. Después, pasamos a encontrarnos cada dos meses y ahora se hace una reunión al inicio de la temporada y otra al final. Se arman reuniones intermedias si hay necesidad”, cuenta Guido. De octubre a marzo es la temporada alta. Diciembre y enero son los meses más peligrosos.
Desde las ACEs, se organizan campañas en escuelas rurales y en medios de comunicación, se distribuye folletería, se desarrollan reuniones vecinales y capacitaciones sobre combate, coordinación, prevención, seguridad y primeros auxilios. Además, se acompaña a cada integrante para que planifique adecuadamente el diseño de sus plantaciones, caminos, aguadas y fuentes de agua, equipamiento de control y la capacitación del personal, sintetizando esa organización en un Plan Operativo de Incendio. Todas las actividades realizadas por las ACEs son financiadas por los mismos integrantes.
“Muchos de los chicos que asisten a las jornadas que realizamos en las escuelas luego trabajan en empresas forestales. De esa forma, tienen mucho más presente la importancia de la prevención”, cuenta Guido.
Desde la organización se trabaja mucho con los bomberos voluntarios de la zona. Juntos organizan capacitaciones. Guido explica: “En general, los primeros que se enfrentan a episodios de incendios son los empleados de los productores y de las empresas forestales. Cuando empiezan a trabajar les damos una capacitación. Algunas veces los incendios inician por alguna chispa de la maquinaria. Les explicamos que no se puede fumar en el campo y que las herramientas tienen que tener matachispas y estar en buenas condiciones“.
La articulación con el Estado
El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) es parte de la ACE. Tiene en Concordia una Estación Experimental Agropecuaria de 600 hectáreas, de las cuales 200 están forestadas y otro campo anexo, El Alambrado, que tiene otras 600 hectáreas, de las cuales el 50% están forestadas. El coordinador del área Forestal de la Estación Experimental Agropecuaria de Concordia, Ciro Mastrandrea, explica: “Si bien el fin de nuestros campos es la investigación, cuando terminamos, vendemos la madera a través de la cooperadora. Por eso nos integramos a las ACEs como productores forestales”.
Este año, en los campos del INTA hubo dos incendios. “En la Estación Experimental Agropecuaria se quemaron 70 hectáreas y en El Alambrado sólo 12 hectáreas”, dice Mastrandrea.
El INTA suele colaborar con las ACEs cediendo sus instalaciones para dar capacitaciones. El 25 de marzo, se realizó el curso de “Combate de incendios forestales”. La capacitación fue organizada por el INTA Concordia, las ACEs y el Plan de Manejo del Fuego de la secretaría de Ambiente de la provincia de Entre Ríos. Contó con la presencia de más de 50 asistentes, entre los que se encontraban asesores, productores, personal de empresas e instituciones. Por la mañana se dictaron conceptos teóricos básicos sobre la prevención y el combate de incendios, como triángulo de fuego; formas de propagación, etapas; métodos de combate, contra fuego, línea de control y línea de defensa entre otros y por la tarde se realizó una actividad práctica donde se realizó una línea de defensa y el uso de dron, una de las nuevas herramientas que están empleando desde el plan del manejo del fuego.
Mauro Andrés Rodríguez, coordinador del plan del manejo del fuego provincial mantuvo varias reuniones con la coordinación de los consorcios de incendios (ACE) y autoridades del INTA Concordia con el objetivo de planificar acciones futuras coordinadas entre las instituciones. “Desde el plan provincial de Manejo del Fuego se puso en marcha una red ciudadana de alerta temprana, primero en articulación con los pobladores del Delta, y ahora en toda la provincia. En ese marco, se armó un instructivo para dar aviso de forma inmediata ante la aparición de humo”, señala Rodríguez.
La importancia de prevenir
Como innovación, Guido cuenta que desde las ACEs están trabajando mucho en la silvicultura preventiva. Esto implica el manejo de combustibles dentro de la forestación, es decir aquellos elementos que están más al alcance del suelo y avivan. “La idea es tener en el suelo la menor cantidad de ramas que se caen y de residuos. También es importante no tener el pasto alto. Eso ayuda a que el incendio no ascienda a las copas de los árboles. Cuando hay un incendio por altura es muy peligroso y hay que alejarse. Por eso, el combate temprano es lo más importante", expresa.
En general, se plantan 900 plantas por hectárea. Los dueños de los campos tienen que verificar que no haya residuos que se pueden incendiar. Tienen que hacer podas y raleos. “En conjunto trabajamos mucho en cómo hacer la plantación para evitar tener un incendio”, dice Guido.
Respecto a los resultados, Guido expresa: “Vimos una disminución en la intensidad de los incendios y en la superficie afectada. La detección temprana resultó ser un mecanismo muy eficiente”.