¡Buenos tardes! Seguimos con el análisis del reporte del IPCC, esta vez centrándonos en el segundo sector que más emisiones genera: usos de la tierra. ¿El plus transversal? Algo de lo aprendido en Boston.
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"Tenemos que aumentar el entendimiento del rol importante que el uso de la tierra tiene ante esta crisis existencial. Si lo hacemos mal, las consecuencias serán terribles". Con estas palabras, George W. McCarthy, presidente y CEO del Lincoln Institute of Land Policy, daba la bienvenida al Foro de Periodistas al que fui invitada en Boston, Estados Unidos, a inicios de este mes. McCarthy prefiere referirse al cambio climático como crisis climática y a ésta como una crisis existencial. Ello parece complementarse con lo que el científico climático William Moomaw diría luego en uno de los paneles: "Lo que le estamos haciendo al planeta nos está poniendo en peligro. No estoy preocupado por el planeta, estoy preocupado por nosotros y lo que le estamos haciendo al planeta".
Así como históricamente se le ha dado más importancia a la mitigación que a la adaptación en la acción climática, así también parecen haber adoptado mayor protagonismo los cambios que tenemos que hacer en el sector energético que en los usos de la tierra. En la COP25 en Madrid (diciembre de 2019) se hablaba con claridad de abandonar los combustibles fósiles mientras los negociadores almorzaban en una de esas casas de comidas rápidas de súper hamburguesas. ¿Cuesta más ver el vínculo entre usos de la tierra y el cambio climático? ¿Hay más presión de ciertos grupos involucrados para que no hagan cambios o para que no se los demonice? ¿Se los demoniza realmente o no hay voluntad de transicionar también en estas actividades? ¿O es un mix de todo esto?
Esta edición de PLANETA no será un mix de todo, pero sí buscará poner el foco en los usos de la tierra con el más reciente reporte del IPCC sobe mitigación y los contenidos aprendidos en el foro de Boston como bases de contenido. El propósito: conocer y comprender las transformaciones que hay que hacer en estas actividades para hacer frente al cambio climático y, claro, considerar los múltiples desafíos que ello supone.
Antes, algunos interrogantes importantes.
- ¿Qué entendemos por usos de la tierra? El concepto viene del inglés land-use. La referencia que haremos aquí es usos de la tierra y no usos del suelo, ya que seguimos la adopción que el IPCC hace al español. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés), define al uso de la tierra como "el uso humano de la tierra, que representa las actividades económicas y culturales que se practican en un lugar determinado". Desde esta definición más abarcativa, nos estaríamos refiriendo, por ejemplo, tanto al uso de la tierra para fines agrícolas como aquel para fines residenciales. Esta definición nos servirá para comprender el desafío de la competencia.
Si nos encaminamos en una definición más acotada, la ciencia y la política climática comprende a las actividades que hacen uso de la tierra bajo el sector de AFOLU, sigla que define agricultura, silvicultura y otros usos de la tierra. Más precisamente, cuando el IPCC habla de las emisiones y las absorciones en el sector de AFOLU se refiere a aquellas que ocurren en tierras gestionadas, manejadas. Es decir, en tierras donde hubo intervención y prácticas del ser humano sea para fines productivos, ecológicos o sociales.
- ¿Los usos de la tierra contribuyen al cambio climático? A pesar de que algunos representantes -privados y políticos- de estas actividades dicen que no, lo cierto es que el modo en que venimos realizando estas actividades -por ejemplo con una agricultura de monocultivo, intensiva, a base de agroquímicos- sí contribuye al cambio climático con su creciente emisión de gases de efecto invernadero (GEIs). Si en la edición anterior ubicábamos al sector de la energía como el responsable del 73.2% de las emisiones globales de GEIs, AFOLU le sigue en un segundo lugar con una contribución del 18.4% de las emisiones globales, siendo el ganado y el estiércol (abono) lo más contribuyente.
El capítulo dedicado a AFOLU del reporte del IPCC sobre mitigación expone: "El sector AFOLU, en promedio, representó entre el 13 y el 21% del total de emisiones antropogénicas globales de GEIs en el período 2010-2019".
- ¿Estamos con esto demonizando a estas actividades? No. Estamos informando la realidad para comprender que en estas actividades, también, urge hacer transformaciones profundas si es que, claro, queremos hacer frente al cambio climático. El reporte del IPCC es claro al decir que los flujos de emisión de dióxido de carbono (CO2) están impulsados, para bien o para mal, por los cambios en el uso de la tierra. Aquí nos importa centrarnos en algo con lo que inicia el capítulo temático del reporte: "Las medidas de mitigación basadas en la tierra representan algunas de las opciones más importantes actualmente disponibles".
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"La transformación del uso de la tierra que tendrá que ocurrir en los próximos años debido a la crisis climática no ha ocurrido antes". Pero tendrá que ocurrir. Y McCarthy lo sabe. Por eso desde el Lincoln Institute of Land Policy buscan mejorar la calidad de vida a través de un uso efectivo y correcta administración de la tierra entendiendo que el modo en usemos la tierra será clave para dar respuesta a los desafíos económicos, sociales y ambientales de nuestro tiempo. Entonces, lo importante de su frase: tendrá que ocurrir una gran transformación en el sector. No una, muchas. Y el reporte del IPCC nos da algunas directrices a ese respecto para no perdernos en el camino.
- Cómo usemos la tierra podrá ayudarnos a reducir emisiones a gran escala. La fórmula es clara. Si el modo en que estamos realizando una actividad genera crecientemente emisiones, tenemos que cambiar el modo en que estamos haciendo las cosas. Esto no significa tener una política de prohibición de actividades sino de promoción de transición hacia modelos más amigables con lo que la crisis climática urge.
El mayor potencial de mitigación del sector de AFOLU para 2020-2050 estará -conforme el reporte del IPCC- en la protección, el manejo mejorado y la restauración de bosques, turberas, humedales costeros (atentis legisladores argentinos así no se les duerme de nuevo la ley de humedales), sabanas y pastizales. A ello le sigue lo que pueden aportar las mejoras en la agricultura, por ejemplo con una mejor gestión del carbono del suelo en cultivos y pastizales, con la promoción de la agrosilvicultura, con un cultivo mejorado del arroz y con una gestión mucho más mejorada del ganado y los nutrientes.
Desde la demanda, ¿nosotros, como consumidores, podemos contribuir en la reducción de emisiones del sector? Sí. El reporte menciona tres acciones concretas: cambiar a dietas saludables sostenibles, reducir la comida que se tira (el famoso food-paste) y elegir productos elaborados con madera, bioquímicos y biotextiles. ¿Acaso dije "dietas saludables sostenibles"? ¿Qué es eso? Tranquilos, en seguida profundizaremos en ello. Pero antes...
- Cómo usemos la tierra podrá ayudarnos a almacenar CO2. El reporte del IPCC muestra que la tasa de deforestación, que representa el 45% de las emisiones totales del sector de AFOLU, ha disminuido. Y ello se dio a la par que aumenta el espacio global cubierto por árboles. Si cambiamos el modo en que usamos la tierra, no solo habrá una reducción de emisiones, en complemento la protección de ciertos ecosistemas nos ayudará a almacenar CO2.
Ahora bien, recuerden que no se trata de "plantemos un millón de árboles de cualquier especie en cualquier lugar". Cada acción que se tome tiene que ser estudiada para que el impacto en la acción climática sea el deseado (y el necesario) y no para que se nos termine volviendo en contra.
- Cómo usemos la tierra no será la transformación absoluta, sin las otras transformaciones. El IPCC dice que "los usos de la tierra no podrán compensar el retraso que tenga la reducción de emisiones en otros sectores, como el de energía. Este es uno de los desafíos que tenemos en el estado de actual crisis climática. No podemos trabajar solo en un sector. Necesitamos impulsar las transformaciones de forma urgente, sostenida, con eficiencia y ambición en todos los sectores.
- Cómo podremos cambiar el uso de la tierra dependerá de superar algunas barreras existentes. Sí, sé que suena obvio. Pero el potencial de mitigación del sector se ve amenazado ya desde hoy por ciertos desafíos. Adivinen con cuál empieza el reporte del IPCC... sí, money money money. La mayoría de los cambios en el sector dependen de fuentes de gobiernos y mecanismos de financiamiento que, al menos al momento, no están dando los recursos económicos necesarios para que se produzcan estas transformaciones. Por lo que, yo que el sector -especialmente en los países en desarrollo-, me preparo rumbo a la COP27 con el reporte científico bajo el brazo para pedir el put the money on the table.
El propio cambio climático podrá ser un desafío en el intento por actuar ante él. Así de rara y compleja es la situación tal como sonó esa oración. La continúa pérdida de biodiversidad hace que los ecosistemas sean menos resistentes a los impactos del cambio climático y esto puede alterar el potencial del sector en reducir las emisiones. ¿Otro desafío? Uno de los conceptos que más escuché en Boston: la competencia por el uso de la tierra.
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"La tierra no tiene ningún valor al menos que alguien la quiera para un uso. Es el interés de uso lo que le da valor". La frase de Enrique Silva, director de Iniciativas Internacionales del Lincoln Institute of Land Policy es la base de la cuestión. ¿Qué ocurre cuando ese alguien se transforma en más personas, en más actores, en más sectores? ¿Qué ocurre cuando necesitamos tierra para producir alimentos para alimentar a más personas, para instalar parques eólicos para favorecer la transición energética, para construir mejores asentamientos urbanos para garantizar un mejor estilo de vida para todos? ¿Tenemos tierra para todo eso?
Los interrogantes siguen en mi cabeza. El tema me pareció totalmente abrumador, pero tan necesario de empezar a poner sobre la mesa de discusión porque creo que no lo estamos haciendo, aún. ¿Qué debiéramos considerar ante una competencia de usos de la tierra? A las personas y a la tecnología. A la tecnología y a las personas.
"El argumento de que no tenemos buenos lugares en Estados Unidos para poner energías renovables no es cierto. Lo que no tenemos es inteligencia suficiente para saber dónde ponerlos y que no tengan conflictos con la biodiversidad", expuso Mark Anderson, director de Ciencias de la Conservación de The Nature Conservancy, y argumentó con el proyecto Site Wind Right que impulsaron desde la organización. ¿En qué consiste? Con el uso de tecnología, identifican, por ejemplo, lugares con buenos recursos de viento para la colocación de paneles eólicos que coincidan con ser lugares con bajos conflictos y evitar hábitats de biodiversidad crítica para no afectarla. Para Anderson, algo es clave: hay que usar la tecnología para poder monitorear y hacer un mejor uso de la tierra.
Ello debe ir complementado con algo que jamás, jamás, jamás hay que olvidar: las personas. "Para que las decisiones sobre el uso de la tierra tengan sentido se tienen que hacer con la gente del lugar, barrio por barrio", se mostró contundente Ona Ferguson, senior mediator en Consensus Building Institute. No podemos (no debemos) llegar a un lugar y tomar una decisión sobre cómo se usará la tierra -aún cuando se lo haga en nombre de la acción climática- sin incluir en ese proceso a las personas del lugar. Las personas tienen que estar informadas sobre e involucradas en cómo modificar los usos de la tierra para hacer frente al cambio climático. De lo contrario, la ecuación terminará teniendo, sin dudas, un resultado negativo.
Y con esto no me refiero en incluir a las personas en la acción con un simple: "bueno, todos tenemos que cambiar a una dieta vegana". Aunque ojo, ni el reporte del IPCC dice eso. Pero no porque no sea la forma de incluir a las personas sino porque parece que hay algunos problemitas o diferencias...
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"Dietas basadas en plantas", "dietas saludables sostenibles", "dietas balanceadas" o cómo algunos países están tan preocupados por la terminología. "Se está retrasando todo porque no quieren que aparezca plant-based diets". Este fue el mensaje que recibí de una de mis fuentes en lo que debían ser las últimas horas de negociación del Resumen para Tomadores de Decisión del reporte del IPCC. Definitivamente ese fue uno de los puntos en disputa que retrasó el cierre y posterior publicación del reporte. Definitivamente sobre ello le pregunté a la científica climática y vice-chair del IPCC Thelma Krug.
Para ella lo más importante de aclarar es que el concepto de dietas basadas en plantas no desapareció del Resumen. Por el contrario, aparece como uno de los ejemplos descritos en la definición de dietas balanceadas. Más precisamente, la aparición de estos tres conceptos se resolvió del siguiente modo: "Las dietas saludables sostenibles promueven todas las dimensiones de la salud y el bienestar de las personas; tener baja presión e impacto ambiental; ser accesibles, asequibles, seguras y equitativas; y ser culturalmente aceptables, como se describe en la FAO y la OMS. El concepto relacionado de dietas balanceadas se refiere a dietas que incluyen alimentos de origen vegetal (plant-based), como cereales secundarios, legumbres, frutas y verduras, frutos secos y semillas, y alimentos de origen animal producidos en sistemas resilientes, sostenibles y con bajas emisiones de GEIs".
Lo que Krug subraya es que hay que comprender que no es lo mismo hablar únicamente de dietas basadas en plantas a hablar de dietas donde no se está eliminando la carne, pero sí se está refiriendo al consumo de una carne producida bajo ciertas características en línea con la acción climática. Los conflictos entre países más alineados con una postura y otros en la postura opuesta probablemente continuarán.
Lo que no hay que olvidar en toda esta cuestión es que en lo que hace a la acción climática no hay soluciones absolutas. Aún si todos adoptáramos una dieta basada en plantas tendríamos que asegurarnos que sea una dieta accesible a todos y que sea saludable. Alimentar al mundo no tiene que significar sólo la variable cuantitativa de llevar comida a todas las personas sino también la cualitativa de que esa comida que se garantice a todas las personas sea comida nutritivamente de calidad.
"Los consumidores están adoptando la idea de comer por el planeta. El movimiento de alimentos a base de plantas comenzó con la gente", dijo Naveen Sikka, CEO de la compañía de agricultura sustentable Terviva. El desafío que hoy se presenta es que la industria alimenticia está viendo en esta creciente demanda la oportunidad de seguir vendiendo productos industrializados llenos de químicos y lejos de ser saludables.
Cambiar el modo en que usamos la tierra será quizás una de las mayores oportunidades que tendremos para mitigar el cambio climático, sólo si lo hacemos a tiempo, sólo si lo hacemos. Y cierro esta primera edición sobre este tema con las palabras de McCarthy: "Si vamos a tener alguna chance de restaurar el planeta, tenemos que estar todos en la misma dirección. Hoy no lo estamos".
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Lo que viene, en un abril recargado. La próxima semana vamos a hacer una pausa del reporte del IPCC. Claro que, no por ello, nos dejaremos de basar en la ciencia climática. Trasladaremos nuestro foco hacia una COP. ¡¿Cómo?! ¿Ya nos vamos a Sharm El-Sheikh? No, tranquilos. Para eso todavía tenemos algunos meses. La COP que esta vez nos convoca es otra y es la primera. El próximo miércoles inicia la COP1 del Acuerdo de Escazú que buscará empezar a definir la implementación del acuerdo regional sobre el acceso a la información, la participación público y el acceso a la justicia en asuntos ambientales.
Ello se dará en vísperas de una de las fechas más populares e importantes del calendario ambiental: el Día de la Tierra. En su 22 de abril, coincidirá no sólo con el último día de la COP1 sino también con movilizaciones de organizaciones climáticas en distintas ciudades y países.
Así que estén preparados para una edición XXL de PLANETA 😬
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Los regresos de viajes nunca son tranquilos. Particularmente éste último se sintió más inquieto que los demás. No sé si porque esta semana es corta (aunque no para los periodistas, que nunca sabemos de feriados) o porque en abril seguimos tan acelerados como los meses anteriores. Entre todas las actividades con las que me recibió Buenos Aires se encontró una de las que me disfruto: conversar sobre cambio climático en espacios educativos.
Fui invitada por la cátedra D´Andrea de la materia Planificación y Diseño del Paisaje de la Universidad de Buenos Aires, universidad, casa donde me formé en Comunicación. Fue una oportunidad de transmitirle a los estudiantes universitarios algo de lo que sé y, sobre todo, de incentivarlos a que incluyan la perspectiva de acción climática en sus proyectos, sus profesiones, sus roles. El desafío del cambio climático, tal como lo expone el reporte del IPCC, requiere que impulsemos transformaciones en todos los sectores. Por ello, también necesitamos hablar más sobre cambio climático en todos los ámbitos.
Un dato no menos importante: la invitación surgió a partir de una fiel lectora de esta newsletter, Clara. Así que celebro que PLANETA sea impulsora de este tipo de encuentros 🤗
Nos reencontramos el próximo miércoles!
Un saludo,
Tais
PD: Manden cariño y energía positiva que mañana Yiyo entra en su primera cirugía de amputación de una de sus patitas traseras. Gracias 🧡🐶