Victoria tenía 15 años cuando su mundo se cayó a pedazos. Había cortado con su novio hacía unos días cuando se empezaron a viralizar sus fotos. Fotos de ella en su intimidad, desnuda, provocativa. Fotos que había sacado para su novio, pero que ahora estaban recibiendo todos sus amigos, conocidos y familiares en sus grupos de chat.
La historia de Victoria ejemplifica uno de los riesgos de un fenómeno cada vez más común entre los jóvenes argentinos y del mundo: el sexting. A pesar de ser una práctica habitual en todas las edades, el uso de plataformas tecnológicas como principal forma de relacionarse hace que los adolescentes, especialmente las mujeres, sean los más victimizados por la práctica.
Si bien el término sexting deriva de las palabras en inglés “sex” y “texting”, la práctica va más allá del envío de mensajes de textos eróticos. También considera fotografías, videos, y otros materiales de índole sexual compartidos en diferentes plataformas tecnológicas como Facebook, Snapchat y WhatsApp.
En la Argentina, 7 de cada 10 adolescentes de 13 a 18 años manifiestan haber visto imágenes o videos con contenidos sexuales en los últimos doce meses, según un reciente informe de UNICEF. A nivel mundial, un estudio publicado en febrero de este año revela que 1 de cada 4 adolescentes recibe textos explícitamente sexuales, y 1 de cada 7 los manda.
“La mayoría de los adolescentes se exponen a este tipo de material, pero las mujeres tienen más exposición porque son las que generalmente son presionadas a mandar fotos”, dice Nahuel Arias, Oficial de Comunicación Digital de UNICEF Argentina.
“El sexting de por si no es algo malo, pero conlleva el riesgo de estar compartiendo algo muy personal con otra persona”, dice Sebastián Bortnik, miembro fundador de la ONG Argentina Cibersegura y experto en seguridad informática. “El gran problema de las tecnologías es que en el momento en que un contenido propio está en el dispositivo de otra persona, uno pierde el control”.
Eso fue lo que le pasó a Victoria. Aunque le había mandado las fotos a su novio de manera totalmente voluntaria, no pudo controlar el hecho de que él haya compartido las fotos con sus amigos. Fueron estos amigos que luego, cuando la pareja decidió terminar su relación, empezaron a circular las fotos entre sus conocidos.
Fue tal el nivel de viralización de las fotos que Victoria decidió dejar el club de deportes donde pasaba la mayoría de su tiempo libre, donde había conocido a su novio y a muchos de sus amigos.
Según Bortnik, quién asesoró al club deportivo por el caso de Victoria, la viralización de imágenes en todo el entorno social de los adolescentes es el mayor riesgo del sexting a esa edad, y puede tener un impacto psicológico muy importante en las víctimas.
“Es raro ir a un colegio y que no haya algún tipo de situación de ese tipo. La gran mayoría de víctimas de difusión de imágenes no consentidas termina sufriendo, cambiándose de colegio o de club”, dice Bortnik.
Además del daño psicológico, una encuesta realizada por ESET Latinoamérica revela que la filtración de imágenes íntimas muchas veces lleva a situaciones de extorsión, ciberbullying y delitos como la pornografía infantil.
A pesar de ser una práctica cada vez más común, no existen pautas claras sobre cómo proceder una vez que se filtran las imágenes íntimas.
“Así como con el cyberbullying, hay una dificultad muy grande por parte de la comunidad educativa para controlar el tipo de situaciones como el de Victoria”, dice Bortnik. “No hay grandes métodos o herramientas que establezcan las formas de proceder para que estas víctimas no sean excluidas de su entorno social”.
Este vacío educativo es el que busca llenar Proyecto ÍNTIMOS una nueva iniciativa de UNICEF y Facebook en el país. A través de una plataforma de inteligencia artificial en Facebook Messenger, adolescentes de 13 años en adelante pueden interactuar con “Nati”, un personaje de ficción que descubre que su ex pareja compartió un vídeo íntimo de los dos a través de las redes sociales.
“El objetivo del proyecto es concientizar sobre los riesgos y las consecuencias de compartir imágenes íntimas entre los adolescentes”, explica Arias. “La idea es darles herramientas para que ellos sepan cómo actuar si están viviendo esta problemática”.
Una de estas herramientas es el sitio web del Programa Las Víctimas contra Las Violencias del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación y la línea gratuita 0800-222-1717, donde los adolescentes pueden pedir asesoramiento y denunciar casos de difusión de contenido íntimo sin consentimiento.
Más allá de las iniciativas educativas y legales que existan para combatir la difusión de imágenes íntimas, expertos concuerdan que el cambio más grande debe ocurrir a nivel social.
“La actitud de los terceros, de cómo nos comportamos cuando nos llegan imágenes íntimas, es fundamental. Uno no es víctima del sexting, sino de la difusión sin consentimiento”, dice Bortnik. “No difundamos imágenes que fueron compartidas en confianza, no reenviamos, no nos ríamos, no demos like. Necesitamos un eje de transformación social”.
Recursos para practicar sexting de manera segura:
- Sexting: Guía para cuidar la privacidad online - Argentina Cibersegura
- Programa Las Víctimas contra Las Violencias - Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación
- Cómo denunciar en la Ciudad de Buenos Aires
- Sexting: Guía práctica para adultos - Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación