“La alienación a un ideal lleva a una pasión. Pasión viene de Phatos, que significa enfermedad. Y el fútbol es una pasión argentina”. Así es como el psicólogo Luis Salamone describe el fenómeno que despierta el superclásico más importante de la historia del fútbol argentino.
Fernando Ferraro, el cardiólogo de Boca, dice que lo que experimenta un hincha durante una situación de alta tensión como la Superfinal de la Libertadores es una “liberación de adrenalina, taquicardia, sensaciones de alegría y angustia, llanto y pesar, emoción inexplicable, lipotimias y un sin fin de sensaciones que finalizan con felicidad o tristeza”.
Con otras palabras, algunos fanáticos describen la misma secuencia y hasta temen no poder mantenerse sanos durante el partido. ¿Pero es realmente un partido de fútbol una situación por la cual temer? ¿Puede la salud quedar supeditada a un juego? Vaya un spoiler: claro que puede, así que mejor lea la nota y tome sus recaudos.
“La única vez que me desmayé en mi vida fue en un Boca River”, dice Juan Cruz, de 35 años, hincha de Boca y, en sus palabras, “enfermito del fútbol”. “Fue en un gol de Tevez en el 4 a 2 en el Monumental. Estaba en casa viéndolo con amigos y me levanté de un salto con el gol por un segundo perdí el conocimiento. Me agarraron mis amigos, sino me iba de espalda al piso”, cuenta.
Ángeles es más jóven. Tiene 25 años, es fanática de River, y dice haber terminado con palpitaciones tras el primer partido de la superfinal. “No podía bajar, quedé muy nerviosa. Estuve a punto de tomarme un clonazepan pero finalmente me incliné por la cerveza”, cuenta.
Son apenas dos testimonios livianos que podrían tomarse con humor. Sin embargo, no para todos es tan liviano a la salud el partido entre River y Boca que se jugará el próximo sábado 24 de noviembre en el Estadio Monumental.
En la ida, en la Bombonera se atendieron a 120 personas que se descompensaron en pleno partido. Aunque estos cuadros son normales, dada la importancia del partido hubo mayor cantidad de casos que los habituales. Ninguno fue de gravedad. Según informaron a RED/ACCIÓN, hubo sobre todo crisis de pánico y algunos traumatismos.
El departamento médico del club, dirigido por Doctor Guillermo Bortman, trabaja hace años para prevenir estas situaciones. En la final hubo 5 médicos, 1 enfermero, 30 socorristas distribuidos estratégicamente en el estadio, 5 ambulancias equipadas con médico y paramédico, y un móvil de alta complejidad llamado ACV, que cuenta con un tomógrafo móvil. El estadio además es cardioprotegido, es decir, tiene distribuidos 12 desfibriladores para utilizar en caso de necesidad.
Para los que lo vivieron desde sus casas, hubo una transmisión de radio (que volverá a realizarse), especialmente diseñada para cardíacos. Radio Colonia (AM550) en conjunto con la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) realizó un relato con menos excitación, retirando la carga de adrenalina que suelen tener hasta los laterales en mitad de cancha en los relatos típicos de radio. Además, un cardiólogo fue parte de la transmisión y dio consejos para vivir la situación en calma.
Pero bien, ¿realmente corre riesgo la salud de los hinchas por un resultado deportivo? ¿Es algo normal o acaso un rasgo de argentinidad del que sentirse, a la vez, orgulloso y avergonzado? Para el psicólogo Salamone es más bien una enfermedad nacional derivada de nuestra pasión por el fútbol.
Fernando Ferraro es médico cardiólogo y deportólogo. Es, además, el médico coordinador de eventos deportivos de Boca Juniors. Si hay alguien que sabe del tema, es exactamente él, que explicó a RED/ACCIÓN cómo se comporta el cuerpo en estas circunstancias.
“Ante cualquier situación de stress por venir, ya sea por ejemplo el nacimiento de un hijo, el fallecimiento de un familiar en situación terminal o una final de fútbol (para los futboleros hinchas de esos equipos), se produce en el organismo una liberación exagerada de ciertas sustancias u hormonas como la adrenalina, que producen un aumento inapropiado de las funciones cardiacas, como el aumento de la frecuencia cardiaca y la presión arterial. Si esas personas padecen hipertensión arterial o bien tienen antecedentes de enfermedad cardíaca (o también factores de riesgo cardiovascular sin conocer), pueden desencadenarse patologías agudas como infarto agudo de miocardio, ACV (accidente cerebrovascular), crisis hipertensivas o arritmias cardíacas graves. A su vez se pueden manifestar patologías más banales como hipotensión arterial (desmayos o lipotimias), o cuadros sintomáticos de ataque de pánico”, dice.
¿Como uno previene esto? Él mismo lo explica: “Lo que se puede hacer es lo que hay que hacer: para aquellos que tienen antecedentes, cumplir con su tratamiento habitual. Estar bien hidratados y realizar previo ingesta liviana. No consumir alcohol y tóxicos. Si hubiese antecedentes de cuadros de ataque de pánico, consultar con su médico por si hay que medicarse previo al evento. Pero lo que no podemos medir es el hecho de emocionarnos. Si no, seriamos maquinas”.
Además, cuenta que si bien los jugadores están entrenados para atravesar estas situaciones, en un partido de estas características las emociones y la adrenalina son mayores a la norma. ¿Se puede preparar a alguien para lo que nunca sucedió? Ni este cronista ni los hinchas podrían responder a esa pregunta. Para muchos de hecho el mejor lugar para vivir la final es desde dentro del campo de juego: en el único lugar en el que efectivamente se puede hacer algo al respecto.
Pero si uno no está entre los 22 elegidos y no puede lanzarse al campo del Monumental, tal vez haya que buscar otra salida. Lo principal, las precauciones que propone el doctor Ferraro. Y después, acaso, una precaución filosófica: entregarse al destino como única manera de enfrentar un resultado, cualquiera sea.
Molestemos a Jorge Luis Borges una vez más y usemos un poema suyo como sentencia final para una súper final:
“Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía?”