Un día en marzo de 2017, Horacio Martín Pallarés empezó a tener dolor de cabeza y fiebre alta repentina. Los síntomas lo llevaron a pensar que se había contagiado de dengue. “Me dolía mucho todo el cuerpo y me costaba bajar la fiebre. A los cinco días, tan súbitamente como aparecieron los síntomas se fueron todos juntos”, cuenta el joven que vive en la ciudad de Buenos Aires. Después de enfermarse, Pallarés adoptó el hábito de tener siempre en su mochila un repelente de mosquitos.
Pallarés tiene 29 años y es Licenciado en Ciencias Biológicas de la UBA. Actualmente está haciendo un doctorado en Bioquímica-Virología en la misma universidad: estudia la biología molecular del virus del dengue y del zika. “Casualmente justo es el virus con el cual trabajo, así que tiene una importancia enorme en mi vida. Creo que es necesario fomentar las campañas de concientización y descacharreo para evitar la presencia del mosquito portador en Buenos Aires”, expresa.
De las enfermedades transmitidas por mosquitos, el dengue es la más significativa en Argentina. Recientemente, se han producido tres brotes: en 2009, 2016 y 2019-2020. El dengue se transmite por la picadura de mosquitos, los cuales suelen adquirir el virus al alimentarse de la sangre de una persona infectada. Las manifestaciones clínicas del dengue varían según la edad del paciente e incluyen: fiebre, erupciones cutáneas, dolor de cabeza severo (particularmente detrás de los ojos), y dolores musculares y articulares. Un dato a tener en cuenta es la ausencia de síntomas respiratorios, esto es fundamental para establecer el diagnóstico diferencial entre dengue y COVID-19.
El principal método para prevenir la transmisión del virus del dengue es combatir los mosquitos vectores y evitar las picaduras. Es importante combinar el uso de barreras químicas (repelentes) y físicas (mosquiteros y vestimenta adecuada).
Existen cuatro serotipos virales del dengue: DEN-1, DEN-2, DEN-3 y DEN-4. “La experiencia marca que un factor que favorece la aparición de cuadros de dengue grave es la segunda infección. Es decir que aumenta el riesgo cuando alguien sufre una segunda infección con un serotipo diferente al de la primera vez. Por eso, las personas con antecedente de dengue tienen que extremar los cuidados. El dengue común requiere reposo e hidratación. El grave presenta algunos síntomas de alarma, que requieren seguimiento médico”, explica el biólogo Marcelo Abril, director ejecutivo de la Fundación Mundo Sano.
Al comienzo de 2016, Gonzalo Chebi, de 31 años, comenzó con fiebre, dolor de cabeza y dolor detrás de los ojos. “El esposo de mi mamá estaba con los mismos síntomas”, cuenta. A ambos les confirmaron que tenían dengue. “La primera semana la pasé mal. Síntomas muy intensos”, recuerda el joven del barrio de Colegiales.
Al principio, Chebi tomaba más cuidados para evitar una reinfección. “Ponía tabletas insecticidas en la habitación para dormir y usaba repelente cada vez que podía. Ahora lo uso cuando voy a un lugar en donde sé que puede haber mosquitos, como un parque. También voy monitoreando si hay casos de dengue en la ciudad”, explica.
El panorama ante la reactivación del turismo
Salvo en la Patagonia, hay Aedes aegypti (el mosquito transmisor) en casi todo el país. “La mayor cantidad de casos aparecen entre febrero y mayo. El año pasado, por la disminución de circulación de las personas y la reducción del turismo por el coronavirus, disminuyeron mucho los casos de dengue. Es probable que este año aparezcan más casos por la reactivación del turismo internacional”, dice Abril.
Fernanda Rombini, infectóloga de Vittal, señala que el número de casos de esta enfermedad en 2019-2020 aumentó de manera exponencial respecto al 2016. “La epidemia más reciente es la reportada en el 2019, con más de 3,1 millones de casos, la cual se ha extendido hasta el año 2020, registrando hasta mediados de junio, 1,7 millones de casos, de los cuales 3.677 fueron graves. Los casos de dengue se cuadruplicaron en comparación con los registrados en 2016. En 2021 se han registrado 3.972 casos autóctonos confirmados de dengue. Si bien se registraron tres serotipos circulantes en el país, la mayor parte de los casos tipificados pertenecieron al serotipo DEN-1 (93%). Los serotipos DEN-2 (3% de los casos) y DEN-4 (4% de los casos) mostraron estar restringidos a unas pocas localidades”, desarrolla la infectóloga.
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La noche del 2 de mayo de 2020, Federico, un empleado de 30 años, empezó a sentir chuchos de frío. Enseguida comenzó a sentirse mal e inmediatamente creyó que se trataba de COVID-19. “En ese momento, no salía de mi casa por la cuarentena, pero de todas formas pensé que me había tocado. Pasé toda la noche con fiebre y a la mañana siguiente llamé al médico. Cuando le comenté los síntomas, me dijo que no era covid. Por la epidemia de dengue, también faltaban insumos para detectarlo. Comencé con los cuidados para el dengue, que básicamente eran paracetamol y mucha hidratación y cuando me pude hacer el análisis, se confirmó el diagnóstico”, relata.
Federico recuerda que esa semana se la pasó tomando agua y durmiendo. Tuvo cuatro días con fiebre alta, dolor de cuerpo y cansancio. Luego le salió un sarpullido. “Ahora lo vivo bastante relajado. Si voy a un parque me pongo repelente, pero trato de no perseguirme. Todavía no me fui de vacaciones a un lugar donde el dengue sea más frecuente”, dice el joven.
Cómo prevenir el dengue
El virus del dengue se transmite por mosquitos hembra, principalmente de la especie Aedes aegypti y no existe el contagio persona a persona. Es un mosquito con hábitos típicamente domiciliarios, que pica preferentemente durante las primeras horas del amanecer y las últimas del atardecer. Sus sitios de cría son fundamentalmente artificiales: urbanos (baldíos, cementerios, basurales) o domésticos (neumáticos, floreros, bebederos de animales, cisternas y cualquier tipo de recipiente en desuso).
La fumigación solo elimina las formas adultas, es decir los mosquitos; sin embargo, no es efectiva para eliminar huevos ni larvas. Si estos persisten, generarán nuevos mosquitos, y el riesgo de dengue sigue presente.
Las principales recomendaciones para evitar la reproducción del mosquito son: desechar todos los objetos inservibles capaces de acumular agua ( latas, neumáticos, macetas rotas, juguetes rotos, y toda la basura que esté alrededor de la vivienda); limpiar las canaletas y recodos de desagües periódicamente, para permitir que el agua corra sin obstáculos; verter agua hirviendo en lugares de difícil acceso y con presencia de huevos; deshacerse de las botellas llenas de agua que se suelen colocar alrededor de los árboles o mantenerlas tapadas; mantener el césped cortado al ras y el jardín o predio desmalezado; tapar el tanque de agua o los tambores donde se reserve agua para consumo en caso de no contar con agua potable corriente; renovar diariamente el agua de los bebederos; usar repelente; y colocar mosquiteros.
Marcos Chinchilla tiene 46 años, vive en la Villa 20, en Lugano, Ciudad de Buenos Aires, y es promotor de salud del barrio. Él comenzó con los síntomas de dengue en febrero de 2016. “En ese momento, en el barrio ya había algunos casos, pero al principio no pensé que era eso. Esa semana hicimos un chequeo general a los vecinos y los exámenes me dieron que era positivo de dengue”, señala Chinchilla.
Respecto a los cuidados, Chinchilla dice que revisa que los recipientes en su casa no tengan agua y usa repelente permanentemente. Además, parte de su trabajo es hacer campañas de prevención en el barrio. Entrega material con información a sus vecinos.
“En los barrios populares el agua corriente no es algo de todos los días. Vienen camiones cisterna y traen agua, que se almacena en tanques o baldes. Es importante chequear eso, que la gente tome conciencia”, explica Chinchilla.