"Voy a seguir buscando y esperar a que pase lo mejor", dice Jhonathan Clark. Es la primera vez que Clark visita el lugar desde que hace una semana, cuando un incendio forestal devastó, como un tsunami, toda esta zona del norte de California. Ahora camina por el mar de escombros en el que se convirtió su casa en Paradise.
Su gran preocupación es encontrar a su hermano Maurice, su cuñada y su sobrino de seis años, de los cuales no ha tenido noticias desde que comenzó el infierno: "odio pensar que es una de las víctimas". Las llamas se extendieron tan rápido que cientos de residentes no pudieron escapar. Hasta la fecha los incendios forestales en California han terminado con la vida de al menos 63 personas y 631 siguen desaparecidas.
Jhonathan tenía la esperanza de ver una señal de su hermano entre las ruinas de la casa en la que ambos crecieron. Buscaba algo que dijera que Maurice y su familia estaban incomunicados, pero vivos: "Mi papá está empezando a perder la esperanza; sabe que Maurice no desaparecería de la faz de la tierra sin decirle nada a nadie. Haremos lo que sea para encontrarlo, vivo o muerto, porque eso es lo que hacemos los Clark, nos cuidamos los unos a los otros", dijo a la AFP Jhonathan, que tiene una bebé de cuatro meses con su novia de toda la vida. Ambas están a salvo.
Su casa es una de los 12.000 inmuebles destruidos por las llamas. Clark entiende que todo es material y desde ya dijo que reconstruiría su casa y ayudaría a sus vecinos a hacer lo mismo. Hoy solo quiere encontrar a su hermano.