Mi primera nota la escribí cuando tenía 12 años como una tarea escolar. Una entrevista a mi abuelo que había sido testigo de la “Pelea del siglo” en la que Jack Dempsey derrotó a Miguel Ángel Firpo quien, sin embargo, lo había podido sacar del ring. Gran reportaje que se ganó la admiración de mis compañeros y la reprobación de mi profesor: no había obedecido la consigna. Allí empecé a aprender que el periodismo no es sólo inspiración sino trabajo y método. La pasión es condición necesaria pero no suficiente para lograr lo que todos buscamos cuando abrazamos este oficio: contar historias que conmuevan, que expliquen, que revelen. En fin, que podamos convertir en algo útil nuestra natural deformación profesional de la curiosidad sin fin.
Estudié Economía y Sociología, coma una forma de comprender mejor el mundo. Y desde que tengo memoria, compartí la aventura del aprendizaje, como estudiante primero y como profesor en colegios secundarios y la universidad, luego. Y el periodismo, al que llegué de casualidad para no irme nunca, me dio la posibilidad de encausar ese ímpetu por entender, explicar, compartir con otros lo que sentía y pensaba.
Nací en Mar del Plata, me crie en Buenos Aires y en Gualeguaychú otro espacio vital. Caminante de la vida, con Marcela y nuestros cuatro hijos, hicimos la riquísima experiencia de vivir en España con la buena excusa del estudio. Hincha de Boca y del San Isidro Club; asador semiprofesional, soy un agradecido de haber nacido en esta tierra plena de contrastes y oportunidades, un auténtico laboratorio social que nos invita cada día a poner manos a la obra.